Lawrence Kasdan regresa a las carteleras de todo el mundo contando con la presencia de Diane Keaton, Kevin Kline y un perro llamado Freeway.
¡Por fin ha vuelto Lawrence Kasdan! Es cierto que después de dirigir una película comercial de encargo como El cazador de sueños, tan mal recibida por el universo, cualquiera se convierte automáticamente en un alienígena en busca y captura por suponer una terrible amenaza para la humanidad (cinéfila) sin importar los méritos anteriores. Junto a su mujer Meg Kasdan ha escrito una historia tan sencilla que acaba definida y señalada por lo simple. Es sorprendente que el perro que protagoniza la historia, desde su presencia y ausencia, haya sido ‘sacrificado’ del póster español. Ustedes verán a Diane Keaton y Kevin Kline resplandecientes y mirándose con mucha complicidad… pero, aparte de cambiar los ‘matorrales’ por un paisaje boscoso y montañoso con un nublado y radiante cielo por bandera, ahí debajo había un perro con la oreja puesta. Me parece una pena porque la película realmente trata de ese can, o al menos la entidad corpórea que escribe compulsivamente estas líneas lo ha entendido así. Aunque es consecuente con esa traducción del título: una de las peores en lo que llevamos de año. Darling Companion se parece a ¡Por fin solos! tanto como la película de Kasdan a la de Antonio del Real. No entiendo, además, ese ‘¡Por fin solos!’ cuando los protagonistas siempre están acompañados. ¡Que alguien me lo explique con palabras o con ladridos… pero que me lo explique!
Uno siente simpatía por el perro protagonista: huye en cuanto tiene la más mínima oportunidad. La vida perruna que llevaba junto a Diane Keaton y un señor cirujano que pasaba por allí muy de vez en cuando era, al parecer, un infierno. La gran película que esconde ¡Por fin solos! se encuentra en los tortuosos conflictos existenciales de Freeway. ¡Pobre perro! Es rescatado por una familia que le da todo lo que desea en la vida pero está condenado, como los espectadores, al más absoluto aburrimiento. Sus dudas sobre si fugarse o asesinar a su familia adoptiva yacen en el subtexto de su trágica historia. Freeway, una vez que ve que lo único interesante que había que ver en la familia (Elisabeth Moss), sale con sus cuatro patas con la lección bien aprendida de Prison Break y la filmografía de Lassie. Obviamente el mundo se paraliza para la familia que se encargó de protegerle y encima cuentan con la ayuda de una gitana médium experta en canes a los que detecta con su tercer ojo. Entiendo que el plural de ¡Por fin solos! se refiere a Freeway y sus pulgas, o puede que el chucho sufra trastornos caninos de personalidad y hable ladre consigo mismo como Gollum. Mientras esa terrible historia peluda sucede (mejor solo o compartiendo territorio con osos, lobos y rednecks malolientes que mal acompañado), por otro lado los actores intentan creerse sus papeles. Diane Keaton vuelve a demostrar la profesionalidad que atesora su formidable carrera y pese a estar inmiscuida en terribles y catastróficos bodrios según crítica y público (Mama’s Boy, La madre de él, Colgadas, Plan B o Enredos de sociedad) solamente fue nominada a un único Razzie por ¡Porque lo digo yo! Pocas actrices podrían salir indemnes de semejante catálogo de malas pulgas. ¡Por favor, que alguien adopte a Diane Keaton antes de que la sacrifiquen en esa perrera de cine comercial que pasa fugazmente por salas comerciales!
Aunque el título correcto para el filme sería Free Freeway, los secundarios humanoides tendrían que replantearse sus vidas o asimilar la de otros mientras son asesorados por numerosos gitano-consejos de una médium que se encarga de la propiedad (no intelectual). Podría ser interesante si hiciera una crónica ácida de la burguesía autocomplaciente y egoísta mientras el mundo alrededor se encuentra en demolición. Lawrence Kasdan ha preferido ensimismarse en el pretérito de largas y previsibles excursiones para amarrar lazos afectivos que en hacer una versión canina y ‘en cuadrupedia’ de La aventura de Michelangelo Antonioni. No hay antagonistas sino personajes trazados por la bondad y lo superfluo en lo que pretende ser una comedia positiva en la que cada uno busca a su particular perro y se intenta liberar de las malas pulgas que le acompañaban. Parece como si el director quisiera volver con algo completamente opuesto a El cazador de sueños y donde la única secuencia oscura y trágica se represente de manera onírica y utilizando la animación. Es cierto que en la crisis del 29 (y aledaños posteriores) el público acudía en masa a disfrutar de comedias que le alejasen de sus preocupaciones. El problema de ¡Por fin solos! es que es una floja comedia y, al contrario de lo que sucedía en El exótico Hotel Marigold como reciente ejemplo, no despierta en absoluto cualquier conexión emocional y humana tanto en sus protagonistas como en los espectadores. Es simplemente el perro que no es de raza y con dientes desgastados que toda persona dejaría en la perrera y que olvidaría cuando saliera en sus brazos con ese otro can simpático que estaba al lado suyo.
[Spoiler] Al final de la película Freeway tendría que ladrar y aparecer un subtítulo desgarrador afín a su terrible historia: «Mierda, ¡me ha encontrado una anciana desde la ventana de un avión en pleno vuelo! ¡Qué vida más perra!». Espero que seamos muchos los ansiosos por su segunda parte y que Freeway haga honor a su nombre. Por favor, no te mueras mientras tanto de aburrimiento. ¡Aguanta!