Estados Unidos, Cuba y el antiguo Congo belga, protagonistas de una nueva jornada en el Documenta.
El documental norteamericano Milagros corrientes: El Nueva York de la Photo League dirigido por Daniel Allentuck y Nina Rosenblum sería el primer documental del día. Relata la creación, auge y muerte de la Photo League (1936-1951), una organización de fotógrafos que trataba por revitalizar este arte estética y formalmente, buscando significados y resonancias en cada imagen capturada. Tras un prólogo contextualizado en 1999 en torno a la celebración que reunía los supervivientes del grupo, la narración pasará a ser cronológicamente lineal e irá deteniéndose en los grandes sucesos históricos del momento y cómo estos hacían evolucionar la forma de actuar de la Photo League. El documentalista Ken Burns y su personal manera de rodar el material de archivo es la gran referencia para este film, cuyo objeto visual básico son las fotografías de los propios personajes. Si bien Burns es el referente, Allentuck y Rosenblum no alcanzan esa misma maestría creando nuevos planos dentro de cada fotografía y posteriormente jugando con el ritmo del montaje; su realización de esta técnica es más sistemática y tosca, y menos atractiva. No obstante, estamos ante una obra muy interesante que nos lleva a reflexionar sobre el valor del arte en la sociedad. Uno de los principios esenciales promovido por Sid Grossman, el director de la escuela de la Photo League, era el de la conciencia social y la importancia que tenían las imágenes que capturaban, su influencia y su repercusión sobre la realidad. Un tema muy de actualidad en este país y que ha afectado de lleno en este certamen sobre el que escribimos, el cual sufrió un drástico recorte en su presupuesto a pocas semanas de su inicio. ¿Hasta qué punto es necesario el arte? ¿Cuál es su valor? ¿Qué importancia tiene un festival cinematográfico en nuestra sociedad?
También teníamos la ocasión de ver Con Fidel pase lo que pase de Goran Radanovic. Participante entre los largometrajes de creación, centra su punto de interés en torno a la vida de un barrio de Sierra Maestra en el año 52º de la revolución. La historia transcurre entre los días precedentes y posteriores al 1 de mayo, el día del trabajador, que es el evento anual más importante en Cuba. Radanovic observa con su cámara el entorno intentando incidir lo menos posible y capturar de forma más real el día a día de los habitantes de este barrio. Consigue transmitir un clima de miseria y ruina que contrasta de manera inequívoca con la explosión de alegría que hay en el día ya señalado. No se emite juicio de ningún tipo ni opinión, algo muy remarcable, ya que nos abre la posibilidad de aceptar y debatir muchas interpretaciones políticas, morales y sociales sobre la Cuba comunista.
El día terminaba con Spectres de Sven Augustijnen, que no deja ni un minuto de descanso. Datos y más datos dibujan el asesinato de Patrice Lumumba, primer ministro del Congo entre junio y septiembre de 1960, ejecutado el 17 de enero de 1961. Jacques Brassine, un alto funcionario belga por aquel entonces, es desnudado paulatinamente por el realizador, que va siguiendo los pasos de este personaje cuyo cinismo y doblez se van adivinando en su vuelta al Congo donde va visitando a diferentes personas claves, relacionadas directa o indirectamente con dicho suceso. Brassine se delata intentando justificar en todo momento que Bélgica no tuvo nada que ver en el homicidio del líder congoleño. Más allá de que haya ciertos minutos cinematográficamente cautivadores, lo que realmente atrapa de este film es el tema y las ganas que crea de saber más y entender quién es quién en esta cruda historia. Eso sí, para hacerlo no basta con ver los 104 minutos de documental.
Artículo de Arratetxe & Dean Moriarty