29 de marzo de 2024

Críticas: El gran Gatsby

El gran Gatsby 3

Scott Fitzgerald a ritmo de Jay-Z.

En 1925 F. Scott Fitzgerald publicó una de las obras cumbres de la novela norteamericana del siglo XX, El gran Gatsby, un reflejo de la sociedad de la época de prosperidad conocida como los locos o felices años 20, anterior al Crack del 29 y la Gran Depresión. Un período extravagante que no es raro que atrajera el interés del director australiano Baz Luhrmann, paradigma del exceso, para hacer su propia versión cinematográfica. Hasta la fecha, la novela había tenido numerosas adaptaciones, siendo la más famosa (aunque con críticas bastante negativas) la realizada en 1974 por Jack Clayton, protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow. Encargada ayer de inaugurar la 66ª edición del Festival de Cannes, El gran Gatsby de Luhrmann estaba pensada para ser estrenada a finales del 2012, pero finalmente se retrasó hasta este mes de mayo.

Luhrmann emplea toda su parafernalia para recrear la Era del Jazz (término creado por el mismo Fitzgerald), cuando este estilo musical, junto al baile, se volvieron populares. Una sociedad tan fastuosa como falsa, vacía y sin valores, sólo movida por el interés, en la que presagia su inminente decadencia. Basada en las propias experiencias que vivió el autor en Nueva York, El gran Gatsby está narrada por Nick Carraway, un joven alcohólico que le cuenta a su médico la historia de cuando se marchó a vivir a Long Island, y de su vecino, un excéntrico millonario que vive en un enorme castillo donde cada fin de semana se celebran espectaculares fiestas. Poco a poco, Nick irá desvelando el misterio que rodea a Gatsby y la relación que tiene con su prima Daisy Buchanan, que vive al otro lado de la bahía con su marido. Luhrmann, al que no le hace falta mucha excusa para dejarse llevar por el espíritu megalómano de Gatsby, ambienta su película a lo grande, con un diseño de producción imponente y lujosamente detallado, y una exquisita fotografía, casi de cuento. Todo al servicio del frenético estilo del director, que, aún así, a veces se muestra más contenido e incluso clásico que en otras ocasiones, pero sin llegar nunca a ser totalmente moderado.

El gran Gatsby 4

Oculta tras el enorme ejercicio técnico, innegablemente deslumbrante, queda una historia fría y algo insulsa, a la que Luhrmann no es capaz de darle el romanticismo desgarrador de sus otras películas. Se deja ver, pero no transmite nada, no emociona, no conmueve, y eso es inadmisible en una tragedia romántica como esta. Es una película sin identidad propia, una especie de mezcla hecha con trozos de todas sus películas de Luhrmann, muy especialmente de Moulin Rouge, con la que no sólo comparte algunas escenas calcadas, sino la misma estructura y el mismo tono, pasando de más ligero a más dramático según avanza la historia. No es ya tanto una forma de marcar estilo, sino una falta de imaginación y recursos mal disimulados mediante la repetición. Son ya típicas también las licencias artísticas y temporales que se toma Luhrmann, como por ejemplo, contar esta película a ritmo de hip-hop y rap en lugar de jazz, con una caótica banda sonora producida por el rapero Jay-Z, donde se mezclan canciones originales suyas y de otros artistas como Lana del Rey o Florence and the Machine, y covers de Amy Whinehouse o Beyoncé, con temas clásicos como el Rhapsody in blue de Gershwin (una vez más asociado a Nueva York, como no puede ser de otra manera) y con la música original de Craig Armstrong, que queda deslucida entre todo lo demás.

Luhrmann sobre todo sabe sacarle partido a su Gatsby, encarnado por un Leonardo DiCaprio inmenso, como siempre. Seductor, romántico, misterioso, inseguro, obsesivo, frágil… DiCaprio consigue hace suyos todos los matices del personaje, y es quien realmente consigue transmitir al espectador algún tipo de sentimiento. Aunque un gran peso del protagonismo de la película lo lleva también Tobey Maguire como Nick, que encaja muy bien en el personaje, aunque sigue sin lograr despegarse de cierto aire de dejadez y desgana que caracteriza todas sus interpretaciones. Carey Mulligan está correcta como Daisy, aunque su implicación en la historia de amor resulta muy fría, pero luego se descubrirá que es parte de la personalidad de su personaje. Por otro lado, Joel Edgerton sí que le da muchísima vida y sentimientos a su Tom Buchanan, un personaje de primeras antipático, pero que acaba siendo muy humano. Completan el reparto Elizabeth Debicki, Isla Fisher, Jason Clarke o Jack Thompson.

El gran Gatsby 1

El gran Gatsby es puro espectáculo, pura pirotecnia, puro lucimiento de Luhrmann, que parece más interesado en ser reconocido en cada fotograma plagiándose a sí mismo que en reinventarse y hacer algo distinto y original. Su egocentrismo es ya tan evidente que acaba arrastrando con él a toda la película, visualmente fascinante, pero falta de carisma, de personalidad y de alma. Una obra barroca que decepcionará a los puristas de la novela y probablemente horrorizará a los detractores de Luhrmann, pero que como entretenimiento cinematográfico de calidad es absolutamente satisfactorio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *