10 de octubre de 2024

Críticas: Perdidos en la nieve

Perdidos en la nieve

Antibelicismo venido de Noruega.

Sería un arduo trabajo enumerar todas las películas que se han realizado en todo el mundo sobre la Segunda Guerra Mundial, ya sean absolutamente belicistas, con historias románticas paralelas o incluso en clave de humor, de hechos contrastados o imaginados por la literatura y el cine. Pero dentro de la corriente antibelicista, existe también un subgénero que trata de lanzar su mensaje a través de alianzas o amistades que se forjan entre enemigos, como sucede con filmes tan dispares como Infierno en el Pacífico (John Boorman, 1968) o Feliz navidad (Christian Carion, 2005). Ahora nos llega desde Noruega una nueva película sobre la irracionalidad de la guerra para quienes luchan en ella, y que no son tan distintos entre sí.

Perdidos en la nieve se basa en un episodio real que tuvo lugar en Noruega en plena Segunda Guerra Mundial. El 27 de abril de 1940, un bombardero de la Luftwaffe es derribado por un caza de la RAF que a su vez cae también muy cerca de ellos. Los tres supervivientes de la tripulación alemana vagan por las montañas nevadas hasta encontrar una cabaña donde se refugian. Pronto llegan allí los dos oficiales británicos derribados creándose entre los cinco combatientes una situación compleja en la que tendrán que decidir si importa más la animadversión a la que les someten sus respectivos bandos, o el tener que colaborar entre ellos para poder sobrevivir.

Perdidos en la nieve 2

Con los paisajes naturales de la zona donde ocurrieron estos hechos de fondo, el director noruego Petter Næss realiza una película sencilla y sustentada únicamente en mostrar la evolución de las relaciones que se van formando entre los militares atrapados en esa cabaña, sin tratar a los personajes con sensiblerías baratas, ni tan siquiera cuando inevitablemente los lazos de unión que se forman entre ellos deben romperse. Næss por el contrario trata de ser fiel a la historia real, dejando que la colaboración y la concordia entre ellos fluyan de manera natural tal y como se presume que las circunstancias en las que se vieron inmersos los protagonistas reales les arrastraron. Para ello cuenta con un reparto internacional con el que logra dar aun más veracidad a los personajes trasladando su propio idioma e identidad cultural a la historia. Así Florian Lukas (La extraña) y David Kross (El lector) dan vida junto al noruego Stig Henrik Hoff a la tripulación alemana fiel al Reich, mientras que los ingleses Rupert Grint (la saga Harry Potter) y Lachlan Nieboer hacen lo propio con los oficiales británicos de la RAF. Además, ninguno de ellos destaca especialmente por encima de los demás a nivel interpretativo, la importancia se reparte equitativamente entre los cinco protagonistas, de manera que podemos entender las reacciones y las motivaciones de cada uno de ellos sin que resulten chirriantes o impostadas en la historia.

La sensibilidad y la espontaneidad con las que Næss rueda el proceso de entendimiento entre ellos, junto con la maravillosa fotografía con la que Daniel Voldheim nos revela los increibles paisajes noruegos nevados, nos hace olvidar que desde que vemos en pantalla a los dos grupos obligados a convivir, ya sabemos que entre ellos es muy posible que se crean unos vínculos que desafíen a sus propias convicciones patrióticas, y meternos de lleno en una historia que, no por previsible, deja de ser emocionante a la par que tensa.

Perdidos en la nieve 3

Sin echar mano de moralinas, Perdidos en la nieve es un ejemplo de película antibelicista que plantea cuestiones tan profundas como la conformidad ante una vida que no nos llena en ningún aspecto, o lo absurdo que resulta el adorar a líderes por los que luchar en guerras con otros fines ocultos que nada tienen que ver con el propósito por el que, quienes luchan, lo hacen convencidos. Una película para quienes gusten de aventuras y sobre todo para aquellos que disfruten con historias sinceras de amistad.

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