8 de octubre de 2024

Críticas: Tres 60

Tres-60 - Cinema ad hoc

La película del verano, qué duda cabe.

El cine juvenil que se hace en España es un tema de estudio apasionante. Tristemente superada la etapa de las School Killer o Tuno negro, que con tanta gracia imitaban los slasher norteamericanos a comienzos de siglo, un preocupante vacío amenazó con instalarse en los corazones de sus seguidores. A ese público, que crecía y cuyos hábitos de consumo cambiaban, se sumó una nueva generación que pedía nuevos ídolos –guardando la h– para sus formas inéditas de ver el mundo. Así llegó Mario Casas, icono de una camada monguer que saltó de la televisión a alguna de las películas nacionales más taquilleras de los últimos años.

Llegamos al cálido (?) verano de 2013. La asistencia a las salas decrece y Warner, nada menos, estrena Tres 60 como una de sus apuestas. Director debutante, reparto desconocido –al menos para alguien que desde hace años está fuerísima de esto de las series–, aspecto regular tirando a malo. Santiago Segura ha metido pasta por primera vez en un proyecto no pretendidamente cómico. Toda la información adicional que manejo es que está ambientada en el mundo del surf, no me he atrevido a saber más. Expectante, me dispongo a verla. Es mucho más necesario para mi crecimiento personal que para Cinema ad hoc.

Tres 60 (2) - Cinema ad hoc

Aparece un grupo de surferos en una brevísima escena de introducción. Mola, porque parece querer avanzar a golpe de pequeños videoclips. Piensas que lo que viene a continuación va a abundar en ese terreno. Y no. Debo dejar claro que tengo la intención de introducir spoilers dentro de mi crítica, pero quizá alguien muy interesado en Tres 60 no deba seguir leyendo, porque me resulta casi imposible hablar de ella sin revelar detalles de la trama.

Vale, pues resulta que el surfista se aburre de su carrera, así que entrega su vida a las olas. Tiene un ingenioso hermano de unos 10 años que es medio jáquer o algo así. Vende películas piratas en el colegio, a pesar de la insistencia de su hermano en que no lo haga. Españolas fijo. Y un día se encuentran un carrete abandonado mientras hacen obras en su casa. En el carrete aparece la foto de un antiguo amigo suyo desaparecido junto a la de un órgano listo para trasplante con sus iniciales, todo muy normal y muy correcto. El carismático chaval ata cabos. Sí, es una genialidad táctica, tenemos a un niño destapando una trama internacional de tráfico de órganos e instando a su hermano a investigarla. Bien, pues movemos un par de hilos y estamos en el conducto de aire acondicionado de la suite de un hotel espiando al cabecilla de la trama –Joaquim de Almeida, haciendo de vasco con acento portugués en el mejor papel de su carrera–, a un cura que utiliza su ermita con turbios fines y a una Geraldine Chaplin que tampoco se entiende muy bien qué pinta por allí. El protagonista es surfista, se insiste en ello cada rato, pero también podía ser tornero fresador. El surf cada vez pinta menos, pero se repiten los sueños del protagonista hundiéndose e imágenes de olas en las playas donostiarras, que siempre quedan guayses. El título de la película suena bien y tampoco sabemos qué es, total.

Tres-60 - Cinema ad hoc

Todo es absurdo e inverosímil en Tres 60, pero llegados a cierto punto uno no puede negar el indescriptible buen rato que está pasando. El humor pretende entrar en una historia tan tremenda de la mano del gran Adam Jezierski, condenado a ser el amijo gracioso del protagonista en esta nueva hornada de películas mierders, pero lo cierto es que termina filtrándose por casi todas las vías. La relación entre los protagonistas y su evolución es una de las principales: además de tener el carisma de una fregona, su desenlace es de traca. De traquísima.

Los últimos cinco minutos, después de casi cien dando vueltas a lo mismo, son antológicos. El final tiene un giro difícilmente mejorable, de estos que te dejan con la boca desencajada y los ojos llorosos ante tamaño derroche. De repente aparecen los créditos y no se nos quita la cara de asombro. Nos hemos reído mucho, así que ha merecido la pena. Estáis avisados, el debut de Alejandro Ezcurdia es el acontecimiento mierder patrio del verano. Y pide que acudáis a las salas a ser partícipes.

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