Tom Welling, una de las estrellas de Parkland, ayer en Venecia.
Kelly Reichardt presentó Night moves recibida con una tímida ovación, un thriller apasionante en el que la directora nacida en Miami lleva a cabo un plan para el que nos va dando la información a cuenta gotas y con un mensaje ecologista, oculto pero perceptible. Su estilo personal queda patente, una historia que se cuece a fuego lento con una intriga palpable en la primera parte de la película, intriga que después se torna en tensión por los acontecimientos que relata. Se aleja del género que encandiló al público en Wendy y Lucy, dejando el drama más puro de lado y apostando más por la intriga entre los personajes de Jesse Eisenberg y Dakota Fanning, él muy distante de su Mark Zuckerberg, y ella dando pequeños pasos para convertirse en la gran actriz que esconde dentro. A pesar de mi entusiasmo creo que está bastante lejos de poder conseguir el León de oro (ojalá pudiera tragarme estas palabras), mientras que Philomena, de la que hablamos en la entrada de ayer, se sigue postulando como la gran favorita, aunque todavía es muy pronto y quedan 7 días de Festival. Y ya que hablamos de favoritas, hablemos también de quién está a la cola, y ese desafortunado lugar parece ocuparlo la película del actor James Franco, Child of God, una historia desinflada desde el principio, pero que cuenta con un personaje muy fuerte y “atractivo”, estupendamente interpretado por Scott Haze.
Tom à la ferme es la propuesta del canadiense Xavier Dolan para este año. Tom llega a una granja donde, en principio, no parece haber nadie, pero pronto descubriremos que allí vive la madre de su ex novio, fallecido recientemente, y que se reúnen para darle sepultura. Lo que parecía un viaje de despedida se convertirá, para Tom, en una situación totalmente fuera de control. Dolan insufla mucho poder a su película, su visionado es potente y absorbente, y pronto nos damos cuenta que estamos ante una historia digna del mismísimo Alfred Hitchcock, y es que su música bien recuerda a las visitas al Motel Bates, y el personaje de Francis también tiene ciertos paralelismos con el Norman de Anthony Perkins: la atadura a su madre, su mirada fría, su actitud de psicópata e incluso el apartado lugar que regenta. Dolan hace a sus personajes retorcidos y algo macabros, buscando situaciones de lo más extrañas que incluso rozan el masoquismo. No llegamos a saber bien si estamos ante escenas de terror o de intenso drama erótico, pero el caso es que consigue meternos en la piel de Tom, y en su psique. Tan sólo un pequeño gran secreto será lo que nos separe de la verdad de Tom à la ferme.
La Sección Oficial de Venecia parece cada año más anglófila que el anterior. Parkland es un buen ejemplo de ello. Debut como director de Peter Landesman, narra los primeros días tras el atentado contra el presidente Kennedy en Dallas. Cuenta para ello con un reparto coral de lo más variado: desde ex estrellas Disney (Zac Efron), pasando por superhéroes de serie (Tom Welling), hasta actores más consagrados como Paul Giamatti, Marcia Gay Harden o Billy Bob Thornton. Lo más curioso de esta película es que carece prácticamente de protagonista. Ninguno de los personajes consigue llamar la atención más que otro, sino que es la propia historia, los momentos que va narrando, momentos que, claro está, se gastan cierto tufillo patriótico no apto para gente poco afín a dichas filias. Sin duda será un éxito en los Estados Unidos, donde saben apreciar su historia más que nadie, pero también porque el director sabrá meter en cintura a sus compatriotas con una historia que les llegará a la memoria y al corazón. Mientras tanto, en Venecia, sólo ha recibido tímidos aplausos y algunos abucheos bastante escandalosos.
Y para terminar, la proyección nocturna nos deparaba una grata sorpresa venida desde Grecia. Alexandros Avranas nos traía con Miss Violence la historia de una familia, aparentemente bien estructurada, que poco a poco se va desmoronando a causa del dolor por la pérdida de uno de sus miembros. Después del suceso que ha asolado a la familia, el padre, exquisitamente interpretado por Themis Panou, empieza a comportarse de forma más estricta, poniendo normas absurdas y llevando a cabo castigos desorbitados. Avranas presenta una familia gris, apagada, casi sin vida, o con una vida muy triste. La crisis económica y la deplorable situación laboral de muchos griegos puede estar haciendo mella en el seno de esta familia, y es que Avranas aprovecha para denunciar el estado de muchos núcleos familiares en su país. Pero la sorpresa que nos depara el griego está muy lejos de esos temas, sorpresa que consigue revolvernos, asquearnos. Nos golpea donde más duele y nos deja con un semblante de idiota. Cualquier otro apunte que hiciéramos, desmerecería el debido visionado que esta película merece. El cine griego puede estar de enhorabuena. Esperemos que en Venecia se le reconozca de alguna manera, y que su país sea inteligente y la envíe como su representante a los Premios de Hollywood. Desde aquí ya tiene un buen publicista.