David Lynch y la meditación transcendental.
El pasado mes de julio asistimos a una nueva edición del Festival Rizoma en Madrid, un festival que engloba varias disciplinas y que apuesta por el lado más social y lúdico de las artes, con proyecciones de películas inéditas en España, actuaciones musicales en la calle, y actividades de todo tipo bajo un mismo concepto, que este año ha sido el del prefijo Trans-. El festival cierra en estos dos días, 15 y 16 de octubre, su edición de este año con un peso pesado del cine contemporáneo, que no sólo podría ser fiel al espíritu de Rizoma con lo transgresor de su trabajo, sino que además es un apasionado de la meditación transcendental, disciplina de la que se erige difusor por cualquier parte del mundo, y que no es otro que el director David Lynch.
Lynch viene por primera vez a España para hablar de cine y de meditación transcendental gracias al Festival Rizoma y a sus colaboradores, con los que la visita del director estadounidense estará repleta de actividades desde una conferencia sobre las técnicas de la meditación transcendental en el museo Reina Sofía, una masterclass que inaugurará el curso en el 40 aniversario de la Escuela de artes TAI, una retrospectiva de su cine en la Filmoteca Española, y hasta una cena-fiesta en su honor en el Círculo de Bellas Artes. Pero antes de todo eso, David Lynch ha charlado con los medios en una rueda de prensa a la que ha acudido con una gran sonrisa y un “Buenos días” en español, dispuesto a escuchar preguntas sobre su cine, pero más aun a llevar sus respuestas al terreno de la meditación.
El director ha insistido en que su visita para fomentar la práctica de la meditación transcendental no es con fines lucrativos, más allá de las tarifas de los profesores, y nos ha contado las bondades que este hábito provoca en los seres humanos de cualquier edad y, a nivel más personal, su propia experiencia. Lynch llegó a la meditación por medio de su hermana y recuerda con exactitud el primer día que trabajó en ello, “una preciosa mañana de sábado del día 1 de julio de 1973. Para mí fue una experiencia sublime y preciosa.” Esta práctica le ayudó a superar las preocupaciones y el estrés del mundo del cine, además de favorecer a que las ideas surgieran en su cabeza con mucha más fluidez. Lynch es consciente de que sus películas son extrañas y oscuras, pero separa por completo las historias que salen de las ideas que le llegan a través de la observación del mundo tal como es, y la paz mental que posee en su interior con la que es capaz de desarrollar esas ideas sin sufrir, a pesar de que sus personajes sufran en las películas. Para él es muy importante que las ideas fluyan en su mente, “me enamoro de las ideas y a partir de ahí es más fácil saber qué hacer con ellas.”
Es curioso que un cineasta con una trayectoria tan amplia como la de David Lynch confiese que no sabe nada de cine, “me gusta hacer películas pero no veo cine, no sé mucho sobre lo que se está haciendo ahora mismo, ni conozco las filmografías de otros países”. Aunque sí ha declarado que conoce a Pedro Almodóvar, a quien considera un buen amigo. Al igual que éste, Lynch considera que los gobiernos deberían apoyar al cine y al resto de las artes porque es importante y precioso que defiendan y protejan la cultura, como hace el gobierno francés.
A pesar de declararse feliz con el trabajo que ha hecho, admite que hay cosas que podría haber hecho mejor, aunque no nos ha explicado a cuál de sus trabajos se refería. El director, que desde Inland Empire en 2006 no ha vuelto a realizar ningún otro largometraje, dedicándose a dirigir cortometrajes y documentales, nos ha contado que tiene varias ideas en mente pero que no tiene claro ningún proyecto cinematográfico futuro por ahora.
Mañana asistiremos a la masterclass que David Lynch realiza en la Escuela TAI, y os contaremos lo que dé de sí.
