10 de octubre de 2024

El expediente oculto: El Belenruedismo

Belén Rueda

«Prefiero otros -ismos, pero la Rueda me gustó mucho en El cuerpo» (Jordi Costa).

En España somos un país de tendencias, de modas, de ciclos de tiempo. Y tendemos a etiquetarlo todo. Quizá de ahí el éxito de Twitter, con sus hashtags y sus almohadillas como nexo de tuits, unidades independientes compiladas en una etiqueta común. No obstante antes de la creación per se de la herramienta del pájaro azul en nuestro país ya poníamos en práctica eso de etiquetar y buscar las citadas tendencias. El ejemplo más claro lo tenemos en la aceptación del término «Landismo», consistente en aquellas películas en las que (cómo no) Alfredo Landa hacía de las suyas. Cine que en su momento pasaba por ligero, liviano, pero que visto en perspectiva ofrece una imagen bastante clara de lo que era España, retratos (neo)realistas de una sociedad en constante cambio con un único denominador común: el propio Landa. Él era el nexo, la etiqueta, el hashtag. #Landismo. El género, llamémoslo así, se extendió a otros intérpretes de tal forma que pasó del anecdotario a lo real, a lo tangible. Podía hacerse un cine «landista».

Si en todos estos años ha habido algún fenómeno similar en España al llamado «Landismo», sería indudablemente el «Belenruedismo». ¿No os suena? Bueno, quizá el término necesite aún ser acotado, aceptado, abrazado por crítica y público, pero que existe es un hecho casi irrefutable. Tanto como que estoy escribiendo un artículo sobre él. ¿Por qué llamarlo así? A la hora de buscar el ‘hashtag’ perfecto se deben tener en cuenta muchas cosas y una de ellas es la propia inmediatez, que aquel que lo lea sepa de lo que se está hablando. «Ruedismo» no tiene fuerza, podría aludir a cualquier concepto cícliclo sin ninguna relación con la materia a tratar. «Belenismo», peor. Agruparía casi cualquier tipo de obra artística relacionada con el nombre Belén. Desde ‘Esteban’, hasta cierta agrupación teatral que cada Navidad realiza funciones en todo el país representando el nacimiento del hijo de Dios. Por tanto, aunque más largo, «Belenruedismo» tiene también más sentido: sabemos de quién hablamos, tiene pegada, gancho, ‘punch’. Sencillamente, mola.

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La cosa se quedaría en anecdótica si la etiqueta sencillamente agrupase una producción concreta con la musa Belén Rueda como eje. Por tanto, para darle al «Belenruedismo» una base sólida sobre la que tratar, he decidido analizar el tejido artístico que forma su obra, en busca de unos denominadores comunes que permitan hablar de un género en ciernes que, de momento -pero por poco tiempo, ya lo veréis- pertenece sólo a la mujer que nos encandiló en Los Serrano, con su frágil retrato de una mujer casada con un pringao como Antonio Resines. Las claves del «Belenruedismo» son, pues, las siguientes.

1) Cine de género

Belén Rueda interpretó el papel de Lucía Gómez Casado en Los Serrano, entre los años 2003 a 2008. En aquella serie, una sitcom al uso con dejes de telenovela sudamericana, la actriz supo sacar partido de todas las habilidades que adquirió en su trabajo previo: Médico de Familia, Periodistas y Siete vidas. Lo que Belén hizo en estas cuatro producciones fue demostrar su vis cómica, su capacidad para sacar partido de las emociones humanas en un sentido campechano. El día a día. Con su salto al cine, con la oscarizada Mar adentro de Alejandro Amenabar, exorcizó sus demonios lanzándose a la piscina del drama más lacrimógeno. Fue este su primer escarceo con el cine de género (sirva recordar la escena en la que Ramón Sampedro, tras adquirir sus superpoderes, sobrevuela Galicia en busca de la cápsula en la que Vegeta llegó a la Tierra), y de partir de ahí -obviando su trabajo de voz en la trilogía animada Madagascar-, se dedicó prácticamente en cuerpo y alma al género puro.

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El «Belenruedismo» nace* de forma masiva en 2007, con el estreno de El orfanato (2007) de Juan Antonio Bayona. Y se extiende, a posteriori, en producciones como Spanish Movie (2009), El mal ajeno (2010), Los ojos de Julia (2010), El cuerpo (2012), Séptimo (2013) e Ismael (2013). En todos los casos citados los artefactos narrativos son puestos en funcionamiento a través de las herramientas del género: thriller, terror, intriga, misterios sin resolver, desapariciones. Incluso en la comedia Spanish Movie hay un lado oscuro que llama a lo sobrenatural, siendo su centro la primera obra que da pie a este fenómeno que tratamos de analizar en el presente artículo. Son películas que no se habrían podido hacer sin su estrella principal, porque si en Estados Unidos han tenido a muchas (por decir alguna, Jamie Lee Curtis), en España nuestra ‘scream queen» es ella. Es a nuestro cine de género lo que las rubias a la obra de Hitchcock. Indivisible. Angel Sala, director del Festival de Sitges, ha sido en cierta medida impulsor de esta tendencia al programar varias de sus películas como inauguración de su certamen. Otra vía clara que ayuda a entender esa comunión con el género es su regreso a la televisión en productos como El barco (una -mala- suerte de Perdidos a la española) y Luna, el misterio de Calenda, un thriller rural que tiende un hilo al Twin Peaks de David Lynch para abordar una intriga sobrenatural desarrollada en un pequeño pueblo. Tan sobrenatural como la habilidad con las matemáticas de Fran Perea, que aquí se reúne con la diva para interpretar a un guardia civil.

*En realidad tendríamos que irnos hasta el cortometraje Retruc (Francesc Talavera, 2001) para marcar el debut de nuestra Grace Kelly en el cine de género.

2) Belén, una sufridora

En el «Belenruedismo», Belén Rueda sufre mucho. Harta de reírse en su primera etapa en televisión (y obviando cierto error de su agente, llamado 8 citas), en su salto al cine decidió tomarse las cosas más en serio. En El orfanato, nos aterraba con su reacción a las apariciones fantasmales del caserón en el que vivía. En Spanish Movie tenía que soportar el simple hecho de pertenecer a su casting; eso da para una medalla al mérito. En El mal ajeno se reservaba un pequeño papel secundario de esos que en Hollywood habrían significado una nominación al Oscar. Los ojos de Julia es indudablemente su película más ‘belenruedista’: está enferma, a punto de quedarse ciega, y para colmo de males no la tratan particularmente bien. Con El cuerpo directamente se convertía en ídem; un cadáver revivido en flashbacks. En Séptimo, su papel es el de una madre sufridora no tanto por estar casada con un argentino como por la desaparición de sus retoños, tema que trataremos inmediatamente. Y en Ismael, su última producción, de próximo estreno, interpreta a la madre de Mario Casas. Para qué decir más.

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El sufrimiento es tan afín a la propia existencia de Belén Rueda que no se descarta que sea ella la que interpretó a Naomi Watts en Lo imposible, abusando de prótesis para volverse irreconocible. De ser así habría supuesto su debut en inglés, aunque no con su nombre internacional, Belen Wheel, aún inédito.

3) El infante, en peligro de extinción

Sufrimiento al margen, Belén Rueda se caracteriza por ser un imán para las desgracias. Propias y ajenas. Pero sobre todo, si tienes hijos aléjalos de ella. La desaparición de los niños es una constante en el «belenruedismo», y sirva ver su filmografía para poder constatar esta característica: en El orfanato, su niño desaparecía sin dejar rastro y toda la película giraba en torno a la búsqueda del infante por el viejo caserón. En Spanish Movie, por extensión, se seguía el mismo esquema aunque el personaje de Rueda no era el que llevaba a cabo la investigación. Este hecho, por otra parte, da un sentido cícliclo (Rueda) a su propia carrera. Pero no lo tengáis muy en cuenta, es un dato al azar. No recuerdo niños en Los ojos de Julia, quizá porque Belén ya los había perdido antes de empezar la película, pero en Séptimo volvemos a lo mismo.

Séptimo parte de la hipótesis de que Belén Rueda sea la mujer de un argentino (Ricardo Darín). Y de que los hijos de ambos desaparezcan porque los chavales tienen un juego, consistente en bajar desde su casa hasta el portal, usando la escalera, mientras el padre usa el ascensor. El objetivo: «a ver quien llega antes». Pero cierto día, no llegan nunca. La película, que se ha comparado con Prisioneros de Denis Villeneuve, reúne además otras características del género como la previamente citada -Belén, sufriendo- o el ahondar en el género para crear una coartada y camuflar el drama bajo los mecanismos de la intriga. No la he visto pero con el tráiler sobra para saberlo. Creando un nexo con El orfanato, el ‘juego’ termina por ser demoledor para sus afines.

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Por último tenemos Ismael. Hemos mencionado que interpreta a la madre de Mario Casas, pero aquí se da una característica particular y es que 1) el niño no desaparece y 2) es más, ¡el niño se persona por sí mismo! Deconstruccion del «belenruedismo» a sólo seis años de su nacimiento. Hacía falta. En esta producción Mario Casas tiene un hijo como fruto de una relación del pasado y es él el que se planta en su casa con la intención de conocerle. La madre del chaval es una inmigrante, una (por ejemplo) congoleña. Y claro, el niño es negro (o mulato). En Ismael, que tampoco he visto, pero sí su tráiler, se da una característica del cine de género y que parte de la base de que un congoleño de seis años hable mejor español que Mario Casas. Analizando la solidez de este hecho llego a la conclusión de que en realidad cualquiera habla mejor que Mario Casas, por lo que estimo que este elemento no es más que uno que se suma a la lista de las deconstrucciones que la película hace sobre el propio fenómeno al que alimenta. Así Ismael ofrecería a 1) Belén Rueda sufriendo, 2) relacionada con niños aunque ganándonos, no perdiéndolos y 3) artefactos de género difusos, pero presentes.

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El «Belenruedismo» está aquí y es imparable. Podéis patalear, gritar, llorar o reír. Belén se mantendrá impertérrita, sabedora de lo que ha generado, con un futuro brillante que ha dejado incluso secuelas en el cine español. Otras actrices de su generación, como Lydia Bosch, ya intentan comer su parte del pastel con cintas como La hermandad. Pobres ilusas.

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Anexo | Figuras clave del «Belenruedismo»

  • Belén Rueda: eje del movimiento/género. Sin ella, lógicamente, no existiría.
  • Juan Antonio Bayona: hizo por Belén lo que Hitchcock por Tippi Hedren: darle una carrera, y un género, con El orfanato.
  • Oriol Paulo: guionista de Los ojos de Julia, director de El cuerpo.
  • Óskar Santos: dirigió a Belén en El mal ajeno, pero se conocieron en el rodaje de Mar adentro.
  • Fran Pereza: compañero televisivo en dos de los hitos del fantaterror español, Los Serrano y Luna, el misterio de Calenda.
  • Angel Sala: director del Festival de Sitges y trilingüe, ayudó a mitificar a la rubia exponiendo su trabajo para abrir el Festival.

3 comentario en “El expediente oculto: El Belenruedismo

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