25 de abril de 2024

En otro país: Propaganda

Propaganda

Propaganda.

Ahora más que nunca que a las puertas de Europa está llamando con fuerza el populismo (de hecho, ¿se fue realmente alguna vez de nuestras vidas?) puede sernos útil observar cómo éste se relaciona con la vida política de países donde su práctica está más asentada, más evolucionada, y el documental Propaganda, una realización de 16 de los miembros del proyecto colectivo MAFI (Mapa Fílmico de un país) nos ofrece una mirada descarnada, crítica y elegante de las molestias que acucian a su país, al que ven, por lo que podemos comprobar, un tanto enfermo. El juego de seducción que los políticos se ven obligados a desempeñar, los escenarios televisivos de foros de discusión maniqueas y decorados más propios (al menos en nuestro país) de tertulias del corazón mientras recetan soluciones imperdonablemente sencillas, el bailar rancheras con el pueblo, el estrechar manos de analfabetas funcionales pobres y jubilados en constante riesgo de definitiva exclusión social… Toda esa hipocresía se va apareciendo en unas cámaras que nadie parece notar, y desde la peculiar gestión emocional del plano de haberse preocupado de captar, o así nos parece, el catálogo completo de ángulos que podemos encontrar en las historia cinematográfica. Eso sí, siempre desde el encuadre fijo, la duración breve y el sonido limpio del registro (el modus operandi habitual del colectivo). Estamos hablando aquí de dejar que la realidad hable sin más artificio que el necesario.

Propaganda 2

Entre las estrategias de comunicación que se incluyen en la creación efectiva de una campaña política enfocada a conquistar por la vía de la propaganda se encuentran la simplificación, la dosificación y la orquestación, y esa es parte de la magia de Propaganda: haber sabido incorporar en esos 74 planos del mediometraje una síntesis fidedigna sobre la vida política en la competición por el asiento en La Moneda que vivieron sus cinco candidatos y al tiempo el mismo Chile en 2013 las mismas claves y con la misma efectividad que podría haberlo hecho un buen grupo de asesores políticos. El efecto que se crea, no obstante, ese de acompañar como cámara invisible que se filtra a la realidad sin ser notada (manteniendo un ambiente de hiperrealidad extremo) en vez de convertirse en artefacto de aséptica significación… se traduce de improvisto en una visión patética y muy humorística. En una acumulación de imágenes que despiertan nuestro cinismo cargando al negro sobre lo que la política que se ejerce en las democracias a día de hoy significan para nuestra vida cívica. Vemos a Franco Parisi repetir 8 veces, con las mismas pausas y fuerzas, su eslogan al televisor desde donde monitorizan el resultado del video de campaña que están creando. Cuando terminan las tomas, el candidato relaja el tono, y hasta se ríe y hace preguntas sobre cómo ha quedado. En otra parte de la ciudad dos ejecutivos de la zona alta hablan de la crisis de las subprime y otras cuestiones macroeconómicas como si de las reglas del fútbol se tratase, “Chile ahora sabe cómo reaccionar ante una crisis de ese tipo”, le dice uno al otro, “con lo cual no deberíamos preocuparnos más por ese tipo de problemáticas”. Están esperando a un taxi que a la bussiness city no llega y, de pronto, estamos junto a unas costureras en un diminuto taller, “mira a los jóvenes hoy, cuando salen a protestar, cómo lo dejan perdido todo”, “ahora todos los debates son sobre el aborto o sobre los homosexuales” dice una chilena veterana, reprochando la banalidad en que se han convertido, para ella, los debates políticos su país. Las preocupaciones de los agentes de la realidad, de su manera de enfrentarse a sus situaciones se nos antojan orgánicas y absurdas. Es difícil no pensar en todos estos protagonistas de la realidad social como pequeños animales presas de sus propias condiciones socioeconómicas (despierta las mismas sensaciones que Our Daily Food).

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Y es que por el propio planteamiento audiovisual con que están tratadas estas cuestiones, al igual que los políticos se relacionan con su entorno, se nos apela a una falta de profundidad de los temas. La falta de contexto que apoye las imágenes que se nos están pasando bien podría ser una forma de evidenciar la corrupción del mecanismo, pero también una que pretende generalizar, universalizar y poner en entredicho la supuesta complejidad del asunto: parece evidente que aquella realidad es la de los ricos y los pobres, la de los despiertos y los dormidos, la de la tensión que se genera entre los ejes de coordenadas tu nivel de educación y tu nivel adquisitivo. Tal vez las cosas sean así de sencillas. ¿El golpe de gracia? Un final con regusto a triunfo donde descubrimos, como dice agudamente una estudiante entrevistada en las calles durante una protesta estudiantil, que ganó la abstención (menos del 50% de participación electoral), que la falta de apoyos al poder lo ha desligitimado, y ahora se encuentra en la ciudadanía, mientras trabajan, a pie de calle, que como vemos ya ha creado sus propias redes de lucha, de redistribución y justicia social. Esos chilenos inmersos durante años en una política populista algo han aprendido. Ahora nos toca a nosotros, a los europeos, aprender de ellos y trabajar.

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