25 de abril de 2024

Festival de cine alemán 2014: Charla Johannes Naber

Johannes Naber

Charla con el director de Tiempo de caníbales.

Una de las películas que mayor éxito ha tenido de crítica y público en lo que llevamos de Festival de Cine Alemán, ha sido la estupenda Tiempo de Caníbales que pudimos ver ayer, una feroz crítica en forma de comedia negra hacia el sistema capitalista encarnado en unos consultores de empresa que viajan por diversos países del mundo extendiendo su filosofía. Para presentarla contamos con la presencia de su director Johannes Naber, con el que tras finalizar la proyección tuvimos la ocasión de mantener un amplio e interesante coloquio sobre la película.

El segundo largometraje que dirige Naber, que se estrenó en las salas de cine alemanas hace tres semanas, se aleja de manera diametralmente opuesta en cuanto a temática de su ópera prima en la que el protagonismo lo adquiría un joven albanés que se ve obligado a emigrar a Alemania. Si en aquella se ofrecía el punto de vista del inmigrante frente al llamado primer mundo, en Tiempo de Caníbales la visión del mundo es precisamente la de aquel que no ve al inmigrante, al pobre, porque vive aislado en la burbuja de las grandes economías desde la que no se contempla otra realidad. Este aspecto se quiso plasmar en la película construyendo un decorado abstracto para representar las ciudades en las que los protagonistas recalaban, con 8000 cajas de cartón simulando edificios de diferentes alturas y niebla artificial para potenciar la sensación de irrealidad. “Nos resultaba muy interesante reflejar en la película la consideración que la gente que estaba en el hotel tenía del mundo exterior.” Cuenta Naber. “Si uno trabaja como consultor y quiere utilizar los métodos de las grandes empresas, siempre depende de cifras y las cifras y las estadísticas son reflejo de una realidad medible para trabajar de modo eficiente. La realidad lo que hace es molestar en este tipo de trabajos, por eso si uno pretende tener éxito en una profesión así debe dejar la realidad fuera y considerarla como algo abstracto. Esto es lo que hemos intentado traducir en la película reflejando el mundo exterior.”

Tiempo de caníbales

El que los protagonistas sean consultores de empresa, no es tanto para reflejar la complejidad de este tipo de trabajo como lo es para mostrar la visión del mundo de las personas que “trafican” con el dinero de grandes empresas y que el guionista Stefan Weigl quiso plasmar de una manera fiel. “El autor del libro en el que se basa había trabajado para este tipo de empresas, y tenía clientes que procedían del mundo de la economía durante 12 años. Lo que ha estudiado es el lenguaje, la forma con la que hablan de otras personas. Yo me dediqué a analizar e investigar durante dos años lo que ocurre en una consultora de empresas, hablando con consultores que lo eran en esos momentos, gente que quería serlo y gente que en el pasado lo había sido. Les di el libro para que lo leyesen y empezamos a hablar sobre su mundo, y todo eso formó la base de la película pero no es un documental sobre la vida en las consultoras, es una película grotesca con un núcleo que se corresponde con la verdad sobre ellas. Ha habido también consultores de empresas que han visto la película y me han reconocido que no se puede decir que lo que aparece en la película no se corresponda con la realidad.”

Para conseguir esa fidelidad, la película de Naber se sustenta en las interpretaciones de sus tres protagonistas que construyen unos personajes memorables y extremadamente complejos a partir de un guión plagado de diálogos inteligentes, dinámicos y mordaces con los que consiguen sacar carcajadas a los espectadores sobre cuestiones moralmente del todo reprochables. Quien media entre los dos “tiburones” implacables que representan los dos personajes masculinos de este trío, es Katharina Schüttler, a quien ya pudimos ver el la edición del año pasado en Caída libre, y que personifica de algún modo el último reducto humano que queda entre los ejecutivos de las grandes empresas. Muy al contrario, sus compañeros de escenario representan la deshumanización a todos los niveles imaginables, desde el total y absoluto desprecio por el personal de los hoteles y la figura de la mujer, hasta la falta de escrúpulos a la hora de negociar con los clientes o de pasar por encima de sus compañeros del alma en su propio beneficio. Devid Striesow que también pasó el año pasado por aquí con Transpapa, es según el director de Tiempo de Caníbales “un actor intuitivo que no se acerca al papel de una forma intelectual”, en cambio Sebastian Blomberg “se mete muchísimo en una preparación más teórica, ha investigado y analizado mucho y ha adquirido muchos conocimientos sobre el mundo de las consultoras.” El trabajo que Naber realizó con los actores se basó en analizar el libro y en ver documentales sobre economía, lo que para el director fue un recurso muy importante sobre todo con dos de ellos “uno era sobre cuatro jóvenes que pretenden ser en el futuro consultores de empresas y otro de Harun Farocki que recoge las negociaciones económicas con el que tratamos sobre todo aspectos de semántica.”

Tiempo de caníbales 2

Si bien la teatralidad con la que se lleva a cabo la puesta en escena de la película no fue un objetivo inicial según Naber, “lo que sí podemos decir es que era necesario hacerlo así pero más bien por razones relacionadas con el contenido de la película porque para este tipo de películas sólo puedes utilizar un método grotesco y la abstracción para narrarlo.” Uno de los aspectos en los que esa teatralidad se hace más patente es en las transiciones realizadas con fundidos a negro en los que se inserta música expresamente compuesta para ello, “Al principio pensé en no poner música en toda la película, pero cuando decidí hacerlo quise hacerlo de manera innovadora. Ha sido un placer y una alegría poder trabajar con el compositor (Cornelius Schwehr) y lo que pretendíamos era que la música no marcase un pasillo emocional para el espectador.”

Naber, que confesó sentirse influido por Fincher a la hora de rodar, declaró haber utilizado los nombres de los países y las ciudades en las que transcurre la película dándoles un toque de irrealidad, puesto que por ejemplo en Nigeria no ha habido guerras civiles en los últimos años, cosa que se intuye en el film. “Si hoy tuviese que volver a hacer la misma película, probablemente eliminaría cualquier nombre de los lugares de la misma, es decir, eliminaría cualquier aspecto que permitiera identificar el lugar porque es algo que no es relevante para la película.” Pero en lo que sí está de acuerdo el director es en que existen dos mundos en constante lucha siempre, “hay gente que no está de acuerdo en cómo se divide el mundo y considera la globalización como algo agresivo, se oponen a esa globalización a veces de un modo violento. Yo no soy capaz de condenarlo porque los entiendo. No tengo por qué estar de acuerdo con los recursos que utilizan pero sí creo que hace falta algo para que esta gente pueda hacer que se escuche su voz. Por eso nos resultaba muy importante plasmar lo que ocurre cuando la realidad se adentra en ese mundo artificial en el que están.” Comenta al referirse al último tercio sorprendente y trágico en el que deriva la película, que para el director “no se merecía otro final”. Para nosotros tampoco.

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