Decepciones y sorpresas en el ecuador del Fancine
Adam Wingard es el niño mimado del thriller/horror/acción/indie (y cualquier otra mezcla de géneros) norteamericano. Después de esa loca revisión de Solo en casa que era Tú eres el siguiente, muchos ojos estaban expectantes con su próximo trabajo. The guest rapiña un poco de muchas cosas, de las cuales prefiero no desvelar demasiado porque chafaríamos el giro final, pero la mezcla esta vez no resulta divertida. El soldado David Collins se presenta en la casa de la familia de un amigo suyo fallecido. A medida que pasa el tiempo se va integrando en dicho entorno, facilitándole la vida a sus anfitriones y con la única sospecha de la hermana del soldado Peterson, Anna. Los ojos azules de nuestro invitado seducen a todo el que se cruza por su camino pero esa misma mirada nos esconde algo cuando la vemos pasar del encantador “yerno perfecto” a máquina de matar sin apenas pestañear. Esta parte introductoria ocupa demasiado del metraje con mucho de todo pero sin demasiado de nada: humor, acción, tensión… y se desmelena demasiado tarde.
La banda sonora y el diseño de producción remiten a los años 80 y su estética (evidente la admiración profesa de Wingard por Carpenter) desde luego es de las cosas más cuidadas, como esa parte final desarrollada en un laberinto de Halloween que da bastante juego. Se nota que ha ganado en ambición y uno puede notar que detrás de todo esto hay un director, pero lo que se pretende que sea una lenta construcción hasta el clímax no es más que ver el tiempo pasar junto a ese inexpresivo (¿intencionadamente?) personaje. Una colección de tópicos ya vistos de los que pocas veces logra extraer perlas y otras nada. Escudarse en la referencia nostálgica no resulta porque, aunque el cierre es disfrutable, no es honesto con el resto del metraje. La sensación que me queda es que el director y su eterno colaborador, Simon Barrett, han dado un paso atrás respecto a You’re next.
El nivel de las cintas de autores más desconocidos está siendo una agradable sorpresa. Ya hablamos de la negra y cómica LFO y ahora debemos elogiar Cruel & unusual. Principalmente por un guion imaginativo, aunque no exento de ciertos tópicos, que nace intentando voltear la idea del infierno. Edgar asesina accidentalmente a su mujer y está condenado a repetir ese mismo bucle una y otra vez, sólo con la interrupción de unas sesiones en una institución a medio camino entre la distopía y un psiquiátrico. El punto de partida puede remitir a Código fuente o a Black Mirror: White bear, pero el director Merlin Dervisevic elimina el concepto tradicional de infierno con castigo físico, llamas y cuevas y lo cambia por una tortura psicológica. La huida es imposible y cada uno acepta sus traumas como tal: viviéndolo con monotonía o incluso hallando el placer en sus acciones.
Quizás el mayor pero que se le pueda achacar es que la dirección y estilísticamente tenga factura de telefilme. Contados momentos escapan a esta visión, sobre todo en la parte final, bordeando el surrealismo siempre desde un punto de vista serio. Es ahí donde el bucle se rompe, las tramas confluyen con una cierta inspiración en Cómo ser John Malkovich y nuestros personajes logran la “redención”, por llamarlo de alguna forma. Un entretenimiento cuya total falta de intención la deja en eso, un entretenimiento, pero del que podemos extraer juguetonas ideas más que válidas para dejarse llevar.