20 de abril de 2024

Entrevistas: Alice Rohrwacher

El país de las maravillas

Charlamos con la directora de El país de las maravillas.

La película no es autobiográfica, así que no voy a hablar de mi vida privada, sólo de la película. Son las primeras palabras que la directora italiana Alice Rohrwacher nos dedicaba a los medios que formábamos la mesa redonda en la presentación de su segunda película, El país de las maravillas. La película, que se estrena esta semana en España después de haber pasado por los festivales de Cannes y Sevilla con gran éxito, y varios premios como el Gran Premio del Jurado en el certamen francés, es un drama sencillo pero que esconde muchas lecturas complejas tras una puesta en escena de una enorme belleza y sensibilidad.

– En alguna otra entrevista, has dicho que el título, El país de las maravillas, es porque quieres hacer una declaración de amor al concepto de maravilla. Explícanos esta cuestión.

Alice Rohrwacher: Bueno, el título en español es El país de las maravillas, pero en el original, el título en sí es sólo Las maravillas (Le meraviglie). Para mí es una palabra que tiene dos significados, por un lado es una palabra de la que se abusa mucho en Italia sobre todo en la publicidad, pero al mismo tiempo es una palabra muy linda porque viene de “mirar”, del latín mirare (admirar), y es algo que entra con los ojos y que no se puede decir con la boca. Me gustaba hacer una referencia al mirar en el título, porque se puede estar hablando durante cuarenta horas sobre el personaje o la historia pero al final es una experiencia visual, no es una experiencia dramática.

– La película habla del desmoronamiento de varias cosas, ¿has querido hacer una metáfora de cómo se está derrumbando la sociedad occidental en los últimos años?

R.: No exactamente, pero si tú lo has visto así, perfecto. Para mí es más un reflejo de cómo hemos destruido el campo y ahora se intenta revender como atracción turística. Es un paisaje de un abandono muy repentino, es un cambio muy brusco el utilizar el pueblo pasado para hacer paquetes turísticos. Antes no se quería hablar del pasado y ahora se sobreexpone, se huía del campo y ahora se vuelve para explotarlo por dinero.

El país de las maravillas 2
El país de las maravillas

– Se ve también en la película una crítica en la figura del padre a aferrarse a un mundo cerrado y no ampliar las miras…

R.: El padre se convierte en una figura positiva en el momento en el que su hija lo puede comprender. No sé si habéis visto La sal de la tierra pero en ella hay un momento en el que Juliano Salgado dice “mi padre nunca estaba ahí, pero lo he comprendido”. Esta frase me emocionó, ese momento en el que tu hijo es más grande que su propio padre. Tu padre tiene una misión y tú tienes que comprenderlo como hombre y como padre, y en este caso me pareció que Gelsomina era capaz de hacerlo, a pesar de que él es mucho menos heroico que Salgado, claro.

– Has escrito también el guión de la película, ¿qué te inquieta más dirigir o escribir el guión?

R.: Me da miedo que me hagan entrevistas grabándome con una cámara, eso me inquieta. (La traductora le explica que la pregunta se refiere a qué le gusta más) Nunca se escribe un guión si no es para dirigirlo y nunca se dirige algo que no está escrito, es muy difícil separar esas dos cosas y decir cuál me gusta más.

– La película tiene un aura felliniana que es muy curiosa, pero en otras entrevistas, cuando te han preguntado por ello, has dicho que una influencia de verdad suele ser inconsciente. Mi pregunta es, en tu inconsciente, ¿qué influencias tienes para haber sacado esas imágenes que recuerdan tanto a Fellini?

R.: Hay una referencia directa a Fellini porque Gelsomina es el nombre de un personaje de Fellini (La Strada), pero en la película ese nombre se lo han puesto sus padres por lo que en ese sentido se habla de los padres. Ella se llama Gelsomina, su hermana Marinella, otra Caterina…todos son personajes de libros, de música, de cine y era para contar cómo dos personas que aman el campo y viven apartados también aman la cultura, y la cultura que ellos aman es la misma que amo yo. La de Fellini, la de De André, Elsa Morante… Y bueno, sobre las influencias inconscientes, si son inconscientes es difícil saberlo. Y menos mal que no lo sé porque si lo supiera no conseguiría sacarlas. En una película todo es una locura, hay un camello corriendo por ahí, unas niñas también corriendo…no hay tiempo de nada y no te puedes parar a decir “ahí voy a poner una influencia de Rossellini”. No hay improvisación.

El país de las maravillas
El país de las maravillas

– ¿Cuándo rodaste esta película pensaste que iba a tener tanta repercusión en festivales como Cannes o Sevilla? ¿Cómo ha cambiado tu vida como directora después de recibir los premios que recibiste en esos festivales?

R.: Si fuera así sería muy fácil ganar premios, “estoy haciendo una película que ganará un Oscar” (risas). Nunca se sabe, cuando estás trabajando te parece todo un desastre. Mi vida no ha cambiado y no concibo pensar la vida de esta manera en la que unos premios te cambien. Hay mucha más responsabilidad pero también mucha felicidad.

– La película también habla de todo el espectáculo de la televisión, de los realities que se montan con cualquier cosa…

R.: La televisión que quería reflejar era la televisión de la edad de piedra tecnológica, que eso era lo que queríamos hacer, ambientar la película en la edad de piedra tecnológica en el sentido de hablar de el hoy como si fuera la prehistoria. Se trata de una televisión de la que no sabemos su historia, no podemos contar qué pasa en esa televisión sino lo que es en este momento específico.

– Antes has dicho que no había improvisación en la película pero supongo que el trabajar con niñas pequeñas habrá sido un poco caos. Quería saber cómo ha trabajado con ellas, tanto con las pequeñas como con las mayores.

R.: Fue una tragedia (risas). No, no fue improvisado nada, hubo muchos ensayos. Fue complicado pero se divirtieron mucho.

– ¿Ni siquiera los gritos cuando ven al camello?

R.: No, la escena está escrita exactamente de esa forma. Incluso estaba escrito que llovía, y llovió sin necesidad de hacerla artificial.

– ¿Pensaste desde el principio en Monica Belucci para el papel de la presentadora de televisión?

R.: Sí. Ella era la única persona que todo el mundo conoce. Cuando haces una película necesitas mucho eso porque da mucha energía tener a alguien que unifica todo, todos los niños, las abuelas, todo el mundo sabe quien es.

– Desde que debutaste (con Corpo celeste en 2011), ¿qué es lo más importante que has aprendido que te haya servido para realizar esta película?

R.: Yo nunca aprendo nada (risas). Es difícil, se aprende a hacer un trabajo que cada vez que lo haces lo quieres hacer mejor, pero nunca se aprende algo definitivo. Es como ser un funambulista, lo que más quiero aprender en la vida es a caminar sobre el filo porque es la acción más simple del mundo pero con todos los músculos tensos y de una manera muy peligrosa.

– En la película devuelves la vida a una casa abandonada, ¿qué te mueve a devolver la vida a algo que ya se da por perdido y por qué esa casa en concreto?

R.: Es justo eso que dices. Lo primero que quise al hacer esta película fue buscar una casa abandonada de las muchas que hay en mi país, y encontrar un objeto, un elemento de quien hubiera vivido allí e imaginar lo que tuvieron allí. En esta casa encontramos la cortina que aparece separando el cuarto de las niñas, y que aparece en la última imagen de la película, que fue la primera que rodamos en ella cuando estábamos buscando las localizaciones.

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