20 de abril de 2024

Críticas: El año más violento

El año más violento

Celebramos con doble reseña lo nuevo de J.C. Chandor.

Mr. Fucking American Dream por Luis Suñer

El año más violento, ambientada en la Nueva York de 1981 (tercer personaje protagonista), narra los pormenores con los que tiene que lidiar Abel Morales (Oscar Isaac bordando un papel adoptando una actitud propia del Al Pacino dirigido por Coppola), un inmigrante empresario casado con Ann (Jessica Chastain), hija de un conocido gángster irlandés que no le acabará de ayudar en su irrealizable y casi hipócrita ideal de enriquecerse legalmente. Sus problemas con la Justicia y en consecuencia con los bancos (de nuevo se pone el punto de mira en la banca), obligan a nuestro protagonista a recaudar fondos a contrarreloj, de una manera poco lícita, en una especie de revisión turbia y sombría de Dos días, una noche (Jean-Pierre & Luc Dardenne , Bélgica, 2014) sumergiéndose en los infiernos de la corrupción, la mafia y la amoralidad económica. La búsqueda de la seguridad que ofrece el dinero fácil, lo moverá en un mundo donde el respeto se logra mediante amenazas y chantajes, ofreciendo la deshumanizante esencia del american way life de los años 80 en plena era Reagan. El individualismo salvaje, las malas praxis, que empiezan desde el jefe del negocio hasta el último empleado, contagiando a todo el sistema llegando hasta al policial, evidencian las carencias de una mentira falsamente repetida y asimilada en la que sustenta el modelo de crecimiento del país. Así pues, se puede incluso lanzar cierto paralelismo entre la actividad empresarial relacionada con el combustible petrolífero y la brillante reflexión que, ubicada en los inicios del siglo XX, nos regaló Paul Thomas Andersson en 2007 en la adaptación de la novela homónima Pozos de ambición. El egoísmo malsano y el interés propio ante la sociedad se consolidan como los pilares capitalistas fundacionales del Estado.

El año más violento 2

Si bien en una de sus escenas finales se puede acusar a Chandor de efectista y redundante en su mensaje final, en las diferencias entre iguales y los conflictos de intereses que anteponen lo económico a lo humano, bien le sirve para entregarnos una imagen de gran poderío visual, plasmando en escena el sanguinario peso del petróleo, siendo más relevante evitar el goteo de oro negro que la pérdida de la vida humana. Y aun con algún detalle poco acorde con la tónica del film, como la espectacular persecución cuyo juego de luces nos rememora a La isla mínima (Alberto Rodríguez, España 2014)  para posteriormente acontecerse en un espacio más propio del universo de Terminator 2 (James Cameron, Estados Unidos 1991), acaba enderezándose poniendo a prueba a Abel en su incesante lucha interna que abarca el dilema moral entre decantarse por la eficacia de lo rápido o por la resolución ética de los conflictos. Por último, las panorámicas de Nueva York, los tonos oscuros y grises, las psiques bien perfiladas de los dos protagonistas y el engranaje construido sobre esta empresa que se mueve fuera de la legalidad debido a una normalidad establecida y casi involuntaria, nos ofrece un film no del todo memorable, pero sí brillante en su concepción, valiéndose de los cimientos del pasado para hablarnos del presente.

3 de 3 por MariFG

A J. C. Chandor, director, guionista y narrador como pocos del miedo y la supervivencia a toda cosa, sólo una noche le bastó en Margin Call para pasar del miedo a las consecuencias de los actos de sus protagonistas a nivel mundial, a superarlo tratando de sobrevivir a costa de que millones de personas sufrieran por lo que ellos hicieron. 4 días y 4 noches tenía Robert Redford para no rendirse ante la fuerza de la naturaleza en Cuando todo está perdido. A Abel, casi omnipresente en todo el film Oscar Isaac, le otorga todo un mes en El año más violento para, por medio de favores incómodos, de sacrificar trabajadores a los que ha elevado a categoría de familia y de caer en bajezas morales contrarias a su propia naturaleza, resistir ante el miedo a perder todo por lo que ha trabajado durante toda su vida.

La letra de Inner City Blues (make me wanna holler) de Marvin Gaye va adelantando en los créditos iniciales la descomposición de de una sociedad, de unos valores y de una ciudad, la de Nueva York, inmersa en una violencia que aparece en la película como ruido de fondo en los noticiarios radiofónicos a los que nadie presta atención. Casi igual de imperceptible es la banda sonora incidental que acompaña a la historia, porque lo que importa, lo que les importa a los personajes, es sólo su propia supervivencia. Todo lo que ocurre alrededor de ellos y del entramado en el que se encuentran aparece de una forma tan sutil que parece no formar parte de ellos, cuando en realidad sus personalidades son la consecuencia del contexto socio-geográfico en el que se encuentran.

El año más violento 3

Heredando la capacidad de hacer de la puesta en escena y la estética narradores silenciosos que aportan a la descripción de personajes lo que no dicen los diálogos de pesos pesados como Coppola en sus Padrinos, Chandor y su director de fotografía Bradford Young juegan a desmontar el bien y el mal como conceptos herméticos haciendo un estilizado y sorprendente uso de la iluminación como base de la falsedad que rodea a la pareja. La oscuridad se va cerniendo sobre el inmigrante que luchó y trabajó para conseguir el sueño americano, esa trampa en la que ahora se ve envuelto y de la que sólo puede salir enfangándose más. La luz, sin embargo, siempre ilumina directamente el rostro de su esposa, hija de mafiosos y de esa América que se hizo de oro gracias a ellos, que no tiene ningún dilema moral a la hora de pasar por encima de todo y de todos para conseguir sus objetivos. Luz sobre la honestidad de sucumbir a la ilegalidad. Oscuridad sobre la hipocresía de mantener unos valores inútiles.

Chandor cocina sus películas a fuego lento, Despacito como el título de su primer y único corto hasta la fecha. Deja que entremos en ellas sin prisa, desgranando todos los detalles que nos va presentando en su justa medida hasta que sin darnos cuenta estamos irremediablemente metidos dentro de la misma angustia que sufren sus personajes para acabar con un falso y culpable alivio. No, J. C. Chandor no es el nuevo nadie. J. C. Chandor confirma con El año más violento que ya tiene un estilo propio y reconocible bajo tres portentosas películas tan, a priori, diferentes como las que ha dirigido. 3 de 3.

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