Tercera crónica de 3XDOC con las últimas proyecciones de Peter Mettler.
Dos cortometrajes y el último largo rodado por Peter Mettler hasta la fecha, son las últimas proyecciones del canadiense que se pueden disfrutar en 3XDOC. 3 películas con las que el director no abandona los temas recurrentes en el resto de su filmografía, es decir, su conexión con la naturaleza y los viajes en busca de otras formas de entender la vida, y con los que continúa también ofreciendo experiencias sensoriales únicas.
Rodado en Bali entre 1990 y 1992, y terminado de editar finalmente en 1996, el primero de los cortos mezcla piezas musicales balinesas de distinto ritmo con imágenes de danzas, rituales y escenas de la cultura de la isla sin asociar una cosa con la otra. Balifilm es una sucesión de esas imágenes sin necesidad de seguir una estructura narrativa definida, sino que experimenta con ellas desdibujándolas, ralentizándolas o cambiando la fotografía al blanco y negro en una misma escena, mientras resuenan los compases magnéticos de los instrumentos autóctonos, persiguiendo quizá provocar con ello un estado de trance como en los que caían las personas a las que seguía en Gambling, Gods and LSD.
En otro trance nos introduce Mettler a través del bellísimo espectáculo con el que nos sorprende en Petropolis. Se trata de una vista aérea de 43 minutos que sobrevuela el bosque boreal de Canadá en la región de Alberta, un espacio inmenso en el que convive la flora y la reserva de bitumen, una combinación natural de petróleo y arena. El paisaje de la reserva a vista de pájaro (o de helicóptero), va cambiando de textura, de tono y de colorido a lo largo y ancho de toda su extensión, prácticamente la misma que toda Inglaterra, creando un lienzo que hipnotiza con la delicadeza de sus formas, a pesar de que lo que realmente se muestra es un vasto espacio con un enorme grado de contaminación. A medida que el helicóptero y la cámara avanzan, van apareciendo las construcciones industriales y los medios humanos y materiales para la extracción del crudo, la deshumanización frente a la naturaleza, sin que por ello el espectáculo aéreo renuncie a ser hermoso. Mettler muestra de esta manera el poder de la perspectiva de las imágenes, capaz de revelar una belleza espléndida donde lo único que existe es toxicidad.
Como si de una especie de colofón a las obsesiones fílmicas de Mettler se tratara, y en la estela que ya dejó con Gambling, Gods and LSD, se presenta el último trabajo del director titulado The end of time. El viaje que realiza en esta ocasión comienza en el acelerador de partículas LHC situado en la frontera franco-suiza, que rueda casi como si estuviera en los decorados de una película de ciencia ficción. Los científicos hablan del tiempo como una parte del espacio, como un ente que no somos capaces de percibir pero con el que se puede experimentar y jugar a ser Dios. Inmediatamente después, Mettler viaja hasta Hawai para observar cómo los ríos de lava de uno de los varios volcanes del archipiélago van cubriendo la superficie con una cadencia pausada, formando figuras que se mantendrán en el tiempo llenas de belleza y de peligro. Este contraste se produce a lo largo del film en el que la búsqueda de la percepción del tiempo se une a la que en la ya mencionada Gambling, Gods and LSD proponía para encontrar el sentido de la felicidad.
Para ello se detiene también en las ruinas de Detroit, en el adiós del tiempo vital de los seres humanos o en la destrucción de las estrellas, para acabar de nuevo volviendo al punto de partida del acelerador de partículas, como un viaje cíclico en el tiempo y en el espacio. Con The end of time Mettler culmina no sólo el viaje existencial y sensorial que define su filmografía, sino también la perfección y la belleza de las imágenes que filma, convirtiendo en extraordinario lo cotidiano. Sin duda un gran cierre de la retrospectiva del director canadiense en 3XDOC.