13 de noviembre de 2024

Festival de Málaga 2015: Día II

Como sobrevivir a una despedida

Cómo sobrevivir a una despedida, Matar el tiempo y Mirabilis: La generación que quiere ser vista y la que observa.

De las tres películas que trataremos en esta crónica, dos de ellas están firmadas por directoras noveles. Primeros largometrajes después de diferentes trayectorias en un marco en el que pueden alzar la voz y ser escuchadas por una industria que no suele darles la oportunidad y un público al que ganarse. No quiero cargar en los hombros de nadie tal responsabilidad, porque no sería mínimamente realista, pero han ofrecido unas cintas de un nivel muy pobre sin que las expectativas estuviesen siquiera altas. Casi sienta peor el listón colocado por las propias responsables, etiquetándose de retratistas de una generación que no había sido nunca representada. Pues si esta sociedad existe, que paren el mundo que yo me bajo.

El fin de semana está dedicado a las películas que mayor potencial público tienen en lo que podríamos bautizar como la peli Atresmedia. Dicho papel en esta edición correspondía a Cómo sobrevivir a una despedida, cinta que parte de la premisa de Resacón en Las Vegas. No se trata de una referencia para situar al espectador, es que encontramos evidencias en la historia (la reconstrucción de la noche de resaca), guiños (una de las chicas se rompe un diente) e incluso una broma interna: «¿Qué te has creído, que esto es Resacón en Las Vegas?». Separemos la premisa del resultado, pues las intenciones dentro de su género pueden ser las mismas pero se encuentran en las antípodas en lo que respecta a cómo las llevan a cabo y al éxito que alcanzan. Con un elenco destinado al target más joven, cada una de patas de ese grupo de amigas viene marcada por un férreo personaje cliché: la estirada, la que no se compromete, la ligona… A cada cuál más inane que la otra. Nos limitamos a contemplar el devenir de estas chicas que viajan y hacen chistes obvios y demasiado blandos para llegar siquiera a la A de Apatow. Ni el cameo Spice Girls salva una obra que quizás pasase el test de Bechdel (complicado no hacerlo con cuatro mujeres en papeles protagonistas) pero desprendiendo un tufo rancio al respecto. La directora Manuela Moreno venía del cortometraje Pipas, a la postre viral y trampolín para obras mayores, y también a caídas mayores. No salgo de mi asombro cuando en declaraciones posteriores mantiene su postura al final de Cómo sobrevivir… en la que parece erigirse como voz de una generación ignorada, ocupando un espacio que no estaba cubierto. La #GeneraciónBY parece ser aquella anclada en los 13 años y que aún permanece allí. Dudo siquiera que una joven de esas edad pueda divertirse y, por respeto a la juventud, no plantearé ni el caso de que se puedan sentir representadas.

Matar el tiempo

Antonio Hernández es un veterano realizador del que podríamos esperar cualquier cosa. Matar el tiempo transita caminos curiosos pero el invento acaba cayendo por tomar elecciones no demasiado acertadas. Planteada como una suerte de Open windows convencional, es cierto que preserva ciertos formalismos de cámara fija a la hora de narrar el ejercicio voyeurístico a través de una webcam. Walton es un auditor norteamericano en Madrid que establece contacto con una prostituta cuando ésta se ve hacinada en su propia casa ante el reclamo de una deuda. En contraposición al agotador reclamo de atención de los más jóvenes, nuestro cuarentañero protagonista prefiere observar y callar, un cambio de tercio entre quién es apuntado por el foco y quién lo dirige. Los primeros trazos son de thriller elegante pero aquí la premisa se estira, y se estira, y se estira. En las comunicaciones se nos adelantó que la duración de la cinta era de 80 minutos pero superado ese umbral no se vislumbraba conclusión alguna, lo que hay que reconocer que incrementó la inquietud de la audiencia. Para colmo, algunas de las actuaciones de los secundarios caricaturizaban y destensaban las situaciones extremas con una sobreactuación a la que la realización tampoco ayuda, ofreciendo una sobredosis de montaje paralelo. Un entretenimiento liviano que, de nuevo, no llega a los mínimos de lo que se supone, por definición, la cosecha del cine español en 2015.

Mirabilis

Un paseo por la sección paralela Zonazine para tomar nuevo aire tras los pobres resultados de la mañana parecía un buen plan. Parecía. Mirabilis es una cinta amateur, por su factura técnica y por su ejecución. No merece la pena destripar a una película que se disfraza de surrealismo y absurdo para justificar… para justificar lo que quiera que sea. Cabe preguntarse, y por desgracia no es la primera vez en sólo dos días de Festival, cómo ha podido entrar una cinta así en esta sección. Zonazine está destinada a acoger jóvenes proyectos, arriesgados o que comienzan a dar sus primeros pasos, pero la comedia (?) botánico-romántica de Clara Martínez-Lázaro está, a ojos de quién les escribe, claramente por debajo de ese umbral de calidad cinematográfica, gustos aparte. La narración es confusa y los diálogos se limitan a ciertas frases con ínfulas repetidas una y otra vez. Un esperpento generalizado en un día para olvidar.

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