Pastor que estás en el campo, de amores tan descuidado…
Una de las mejores escenas de Lejos del mundanal ruido, de hecho una de las escenas más impactantes en el cine de los últimos meses, es aquella en la que el protagonista de la novela homónima que escribiera Thomas Hardy en 1874 pierde por completo su medio de vida. El rebaño de ovejas con el que pretende sacar adelante una granja que le reportaría un futuro tranquilo, se lanza sin control por un precipicio arruinando de manera inmediata al granjero Gabriel Oak. Ese salto al vacío de las ovejas vaticina lo que más adelante será una constante en la vida de su amada Bathseba Everdene, a la que el guión de David Nicholls otorga todo el protagonismo relegando a Oak a una posición secundaria, al contrario que en la novela. Las decisiones que Bathseba toma con respecto a su vida amorosa, son saltos a ciegas como los de las ovejas cuyas consecuencias para todos los que la rodean tienen un destino tan trágico como el de éstas. Amor, conveniencia y deseo. 3 caminos a elegir por una protagonista que oculta su orgullo tras una fachada de progresismo feminista insólito para la época.
Obviando el hecho, por otra parte razonable, de que Lejos del mundanal ruido hace gala de un diseño de producción y un tratamiento formal de la imagen con los que nos traslada al lirismo de la campiña inglesa del siglo XIX que Hardy retratara en la novela, el mayor problema que tiene esta versión es su incapacidad para narrar la historia de una manera lineal y precisa, recurriendo a elipsis temporales que provocan unos saltos en la historia con los que a veces las situaciones quedan reflejadas de manera incompleta. Carece también de una mayor profundidad a la hora de definir la psicología de sus personajes, aspecto éste de gran trascendencia para entender las decisiones que toman y por tanto para que la historia se desarrolle de una forma coherente. Vinterberg que con su anterior película, la galardonada La caza, conseguía crear una atmósfera enrarecida por la que planeaba siempre la sombra de la duda, se deja llevar con Lejos del mundanal ruido por la obviedad argumental más absoluta en cuanto a la parte del (de los) romance(s) se refiere, convirtiendo un melodrama decimonónico en un drama romántico para adolescentes cualquiera. No así, sin embargo, en lo que se refiere a la progresión de los ideales de Bathsheba con la que la falta de información al respecto provoca una inconsistencia en el discurso progresista con el que comienza la película, difícil de entender.
Vinterberg realiza un bonito envoltorio que lamentablemente encierra una historia imperfecta que ni siquiera la presencia de actores de la talla de Michael Sheen o Carey Mulligan saca a flote. La imagen frágil de la inglesa hace difícil pensar en ella como en una mujer del carácter que se le presupone a la heroína de la novela de Hardy, mientras que el papel de Sheen está dibujado de una forma tan deficiente que su actuación pasa desapercibida. Peor suerte corren los otros dos personajes principales interpretados por un Matthias Schoenaerts extremadamente contenido y un Tom Sturridge, por el contrario, exageradamente histriónico. Lejos del mundanal ruido se queda así a medio camino del texto original, tratando de compensar la falta de pasión tanto en las emociones de los protagonistas como en el carácter feminista de Bathsheba, pilares fundamentales de la novela, con una exquisitez visual insuficiente para que esa compensación se lleve buen puerto.
Completamente de acuerdo. Me pareció exactamente eso: incompleta, tanto por las elipsis como por la falta de información, que hacían que el comportamiento de Bathseba resultara incoherente.