«Veo, veo…»
Quitaré la mención a Funny games en esta primera línea: no, que la película sea austriaca o que haya una pareja de jóvenes inquietantes o que esté localizada en una casa a las afueras o las diversas semejanzas que cualquier ojo contaminado crea encontrar no guarda relación con la obra maestra de Haneke. Como mucho, sus temas discurren en paralelo porque caminan por la violencia. Así que mi única recomendación es que si se os cerró la garganta con el clásico del 97, id tragando saliva, porque llega desde Austria un nuevo thriller que aspira a clavarse en nuestras gargantas.
Goodnight mommy narra el día a día de dos pequeños gemelos que viven en un lujoso apartamento en las afueras de la ciudad y cuya tranquilidad comienza a turbarse cuando su madre regresa al hogar con el rostro vendado tras someterse a una operación quirúrgica. El clima malsano va creciendo a raíz de la duda en la identidad y el comportamiento turbado de la mamá. La dirección la ponen Severin Fiala y Veronika Franz, con el añadido en la producción de Ulrich Seidl, la firma de prestigio que puede dar visibilidad a esta cinta pero sus intenciones se ven lastradas por confiar en dos columnas con grietas. La primera de ellas es el guion, más que por la historia que narra por la forma de repartir la información. No es complicado ver venir el giro por lo que el climax se siente un poco destensado. A lo que además añade un prólogo innecesario, de los que empeora por no aportar nada en el último momento.
La segunda es más discutible: el uso de la violencia. Un debate de nunca acabar y que se sumerge en las raíces personales de cada espectador. Así que a título personal no criticaré la película austriaca por su grado, ni por cuando se pone explícita, si no porque se me hace desproporcionada, o mejor dicho fuera de lugar. El personaje que la padece no tiene un comportamiento demasiado correcto pero recrearse en determinadas escenas deja más indiferencia que indignación o dolor. De nuevo arrastra el deficiente reparto de la información en los pasos previos lo que hace que no nos estremezcamos ni con unos ni con otros, ni cuando giran las tornas. Pero de nuevo, incidir en la visión personal y en la comprensión de la situación individual.
Cuando llega la hora de verdad tropieza, pero ello no quita que durante el desarrollo tenga ciertos éxitos. La claustrofobia y la realización fría nórdica, asemejada al de un perfecto anuncio de cocina, le vienen al pelo. Los ramalazos estilísticos (a veces es una comedia, a ver es una de terror) se manejan dentro de su vocación autoral y su mal rollo es una firma potente.
La vi ayer y suscribo tu crítica totalmente. Crea ambiente malsano, las interpretaciones son muy ajustadas, sobre todo de los chavales, pero…. el guión es flojísimo: da tantas pistas del giro de la película, que cuando llega la explicación se siente innecesaria. La escena de la cruz roja, típica escena de tensión, es muy torpe.