Por el bien común.
Will Holloway y Harry Pearce son dos agentes del MI5, enfrentados después de una emboscada a una operación conjunta del servicio secreto británico y la CIA. Allí muere asesinado un agente norteamericano y huye Qasim, un terrorista dispuesto a perpetrar atentados letales en Londres. A partir de entonces comienza una auténtica montaña rusa de luchas, conspiraciones y deslealtades entre todos los implicados.
Spooks fue una serie producida por la BBC, emitida durante diez temporadas, entre el año 2002 y el 2011. Contemporánea a la saga de Jason Bourne, maneja líneas argumentales que coinciden en ocasiones, pero de un modo diferente. Aunque en España se estrena ahora, saltando la exhibición en salas de cine, pasando directamente a las ventanas de explotación en plataformas digitales de video por demanda y posteriormente al mercado del DVD. A pesar de todo, Doble identidad: jaque al MI5 es un film que recaudó una cifra cercana a los cinco millones de dólares en Gran Bretaña, algo menos de cuatro millones de libras. No nos planteamos crear una sección de economía cinematográfica en Cinema ad hoc, pero esta película es un buen ejemplo para comprobar que dentro de un mundo aparentemente globalizado, hay éxitos locales que son difíciles de exportar, fuera del Reino Unido en este caso concreto.
Es complicado porque la historia proviene de la citada serie, Spooks, que podemos traducir como espectros, un término que en la jerga de la inteligencia británica serviría para designar a los agentes encubiertos, una producción poco conocida en otros países como el nuestro, al igual que series excelentes británicas como Life on Mars, Luther o Black Mirror, por nombrar algunas. El largometraje comienza con una buena secuencia de acción durante un atasco, sin alardes espectaculares pero con sentido del ritmo y la tensión, quizás algo deudora del cine policial de los años ochenta y noventa. Sí, las “buddy movies”. Después introduce a los personajes principales y sus relaciones, con menos dinamismo que la secuencia de inicio. Por fortuna, pasados estos preliminares lentos, la película se centra en el personaje del agente más joven, Will, interpretado por Kit Harington (actor en Pompeya y en la serie Juego de tronos). Durante este desarrollo Doble identidad: jaque al MI5 avanza con numerosos giros de guión complementados por escenas de acción resueltas de manera muy solvente, en zonas urbanas de Londres y Berlín. Bharat Nalluri, el director del largo, tiene una larga carrera en series de televisión, telefilmes y alguna producción cinematográfica es similar al que tienen otras series de la BBC, más cercanas a la narración cinematográfica que a la episódica televisiva. Por esta razón imprime un estilo directo y conciso, sin redundancias innecesarias, manejando el suspense con aciertos y licencias, además de numerosos mcguffins. Al igual que sucede en otros productos y series televisivas con el espionaje como fondo, los enemigos son todos. Resulta curioso que las frases promocionales citen a la saga de Bourne o Misión Imposible porque Doble identidad: jaque al MI5 juega más en el terreno de las primeras temporadas de Homeland, otra serie a la que, evidentemente, debió influir Spooks.
En otras décadas hubiéramos despachado esta película como “una de espías”, pero la coyuntura cinematográfica actual del cine de acción, más próximo al de superhéroes o al de ciencia ficción, gracias a las proezas físicas y mentales de las que son capaces sus protagonistas, convierte a Doble identidad: jaque al MI5 en un film que se eleva por encima de la media, sobre todo una vez transcurrida la primera mitad. En ese momento el personaje de Will no da para mucho más y el peso de los acontecimientos recae sobre el veterano Harry, encarnado por Peter Firth (Tess, Lifeforce y La caza del Octubre rojo son varias de sus interpretaciones más conocidas). La película progresa con mucho más interés, llena de volteretas argumentales y sobre todo gana en carisma por parte de su verdadero protagonista. Destacan secuencias como la del francotirador, con un buen uso del teleobjetivo, las escalas de plano y los puentes de Londres. La escena de las alarmas en la central de datos del MI5, con un buen uso de las luces rojas como señal de peligro. Y detalles como el del suelo lleno de papel plastificado en un antiguo palacio de Berlín al que llevan a los dos protagonistas para tenderles una encerrona.
Sin ser un film totalmente redondo y algo plano visualmente, con esa gama de tonos grises y fríos de su fotografía -aunque justificados por las ciudades y el ambiente en las que transcurre-, Doble identidad: jaque al MI5 resulta una película interesante, entretenida y que quizás habría merecido un estreno en cines antes incluso que películas fallidas del propio Bond, James Bond. Digamos Quantum of Solace, sin ir más lejos.