Irreverencia y violencia gratuita en la quinta crónica del 64SSIFF.
La crónica de hoy empieza con fiesta, la de las salchichas. La fiesta de las salchichas (Sausage party) de Greg Tiernan y Conrad Vernon, es la irreverencia hecha animación, una barbaridad desternillante, esa película que siempre quisiste ver pero nunca te atreviste a soñar. Sí, ya, me estoy viniendo muy arriba. Ya lo sé, es exagerado. Pero así es esta película; exagera hasta la extenuación. Y debo confesaros que he tenido uno de los mejores momentos cinéfilos del año viendo esta gamberrada, en la que reconozco que al principio me costó entrar porque no daba crédito a lo que oía y veía.
La historia arranca en los días previos a la fiesta del 4 de Julio, fecha en la que el consumo de perritos calientes aumenta en los USA por encima de todas las cosas. Y ahí tenemos a nuestra salchicha protagonista, dentro de su paquete correspondiente y con todas sus colegas, esperando como agua de mayo a que la elijan. Sí, los productos del supermercado quieren ser elegidos para ir con los humanos a ese paraíso en la tierra que ellos creen que hay fuera de allí. Pero nuestro héroe, no quiere que le elijan solo a él, también quiere que elijan a la chica que le gusta y a la que se quiere follar (sí, su mayor obsesión es follar, como la de los productos de medio supermercado…como la de media humanidad), que no es ni más ni menos que el bollito/panecillo donde va la salchicha para hacer el perrito. A partir de ahí imaginad el juego que da el asunto. Típico pero efectivo y os advierto que se marcan un número musical que nada tiene que envidiar a los grandes musicales de ayer, de hoy y de siempre.
Por la mañana, con la apertura del supermercado todos le cantan una linda canción al día para pedir ser los elegidos. Y los eligen, y lo que ven fuera no es lo esperado, y vuelven para contar la verdad. Pero, ¿qué es la verdad?, ¿Por qué estamos aquí?, ¿Cuál es nuestra misión?, ¿Adónde vamos?, ¿De dónde venimos?. Todas estas preguntas filosóficas, a las que el ser humano trata de dar respuesta desde que el mundo es mundo, es lo que subyace en la película. Esa es la búsqueda esencial, aunque revestida de una capa de socarronería notable, humor excesivo con algún que otro cliché que se perdona, y pasándose por el forro la seriedad de las cosas importantes para reírse de ellas.
También os digo que os encantará u os dará ganas de vomitar, no creo que haya término medio. Pero si no tenéis pelos en la lengua, os gusta llevar las cosas al límite, no os importa escuchar 2 tacos por segundo y no sois de piel finita, disfrutaréis con el infanticidio de unas zanahorias baby, la relación entre un palestino y un judío, las pasadas que se pega una ducha vaginal (yo ni sabía que existían esas cosas), el chicle en silla de ruedas (ya me diréis quién es cuando la veáis) y los mil y uno guiños que podréis encontrar a Tarantino, Stargate, Pixar, Meat Loaf y un largo etcétera. Ah, y por favor id a verla en versión original porque las voces de James Franco, Edward Norton, Kristen Wiig, Salma Hayek y Seth Rogen, que es uno de los guionistas de la cinta, son imperdibles. Tan imperdibles como la banda sonora, llena de temazos disfrutables. Así que valor, ¡y a la salchicha!
Esta es la cara de lo que hoy os contamos, la cruz la tenemos en Plac Zabaw, primer largometraje de ficción del director polaco Bartosz M. Kowalski y que compite en Sección Oficial. Os cuento lo que decía la nota de prensa que nos hizo llegar la organización del Festival al anunciar las películas que competían en esta sección: “inspirada en hechos reales, se centra en el último día de colegio de una pequeña ciudad polaca, para intentar explorar lo que hay detrás de los crímenes cometidos por niños y adolescentes”. Pues ya os digo yo que de exploración nada de nada, y si la hay está muy escondida.
Efectivamente la acción transcurre el último día de colegio, día en el que una niña decide declararse a uno de los chicos de su clase. Antes de que esto ocurra y empiece a desarrollarse la acción, ya nos han puesto en antecedentes de los tres personajes principales: una niña acomplejada, un chaval que parece angelical y dulce pero fíate tú de la virgen y corre, y otro chico que para entretenerse decide dejarle comida a un perro hambriento lejos de su alcance para que intente cogerla. Esta introducción es lo único bueno de la película ya que verdaderamente se hace un buen retrato de la situación personal de cada personaje e intuyes que la cosa se va a salir de madre “a lo Haneke”. Pero claro, Haneke solo hay uno y de aquí en adelante empiezan los despropósitos, los desvaríos y la película empieza a no tener sentido.
Primero tenemos el incidente con la niña, a la que humillan después de que esta se ha declarado a uno de ellos. En esta parte, el montaje es muy rápido, a base de primerísimos planos y pequeños fragmentos de la acción, pretendiendo un efectismo que no consigue. No era necesario querer resaltar de esa manera tan clara lo incómodo de la situación, ya nos hacíamos todos una idea. Luego pasamos a lo que es el desenlace de la cinta donde asistimos a la violencia por la violencia, el querer epatar por querer epatar, y además os quiero dejar con la boca abierta y me marco un plano secuencia cámara en mano y manteniendo cierta distancia para rodar una escena macabra que poco aporta a la historia y en la que pretende que actuemos como voyeurs sin escrúpulos. Y ahí es donde termina de írsele la mano. Una cosa es querer mostrar las cosas como son y otra muy distinta es la violencia pornográfica.
Si la pretensión de Kowalski era hacernos reflexionar sobre la violencia infantil y juvenil y qué hay detrás de ella, ha fallado estrepitosamente porque no nos da espacio para la reflexión, solo muestra por el placer de mostrar. Ya desde el principio conocemos la situación de los chavales: que uno de ellos tiene que cuidar de su padre en silla de ruedas porque la madre está ausente y el otro viene de un hogar desestructurado y sin supervisión adulta. Si lo único que vas a contar es eso, seguido de la narración de los sucesos violentos que cometieron, sin escatimar en detalles macabros y morbosos, creo que el planteamiento, al igual que la película resulta muy pobre.