11 de diciembre de 2024

Festival de Sevilla 2018: Crónica 6

Sexta crónica desde Sevilla.

En la sexta jornada del festival, como se está convirtiendo en costumbre, hemos visto una nueva pareja de películas a concurso en la sección oficial. Esta vez ha sido el turno de Dovlatov, la interesantísima propuesta de Alexey German Jr. que fue presentada en la pasada Berlinale y Pearl, la ópera prima de Elsa Amiel, que debuta en la dirección después de haber sido asistente de un buen puñado de cineastas reconocidos. También hablaremos en la crónica de Infinite Football –integrada en Las Nuevas Olas No Ficción–, una curioso aunque insatisfactorio acercamiento de Corneliu Porumboiu a una revolucionaria forma de entender el fútbol.

Después de trazar un dibujo de la Rusia contemporánea a partir de una serie de hechos concretos y aparentemente desconectados entre sí en la poderosa Under Electric Clouds, un poco a la manera de ese desastre de Sergei Loznitsa llamado Donbass visto hace unos días, también a concurso en la sección oficial de este Festival de Sevilla, Alexey German Jr. viaja al pasado en Dovlatov y acompaña con su siempre juguetona y atenta cámara al escritor ruso durante algunos días a principios de los años 70 en la ciudad de Leningrado. Para ello nos obliga a observar al literato con una mirada pura y desconocedora de su relevancia histórica, pues por aquel entonces era un escritor anónimo –como la mayoría de sus colegas, en muchos casos artistas– que se tenía que ganar la vida como periodista en revistas y periódicos porque nadie parecía estar dispuesto a publicar sus novelas. Ese anonimato se representa de una forma muy curiosa y estimulante a través de la extensión de los planos y de la interacción entre personajes tan anónimos como él en el cuadro, así como mediante la representación de algunos de ellos en momentos determinados como figuras artísticas relevantes del pasado y del presente. Esa idea, también reforzada con los sueños que tiene el protagonista y que decide compartir con todo aquel al que ve, como si esa fuera la única forma de evadirse de una dolorosa realidad, sirve para realizar un espléndido retrato de la situación artística y cultural de la Unión Soviética. German Jr., como Dovlatov, peca de reiterativo a la vez que demuestra una enorme lucidez y una irónica visión de las cosas. El sensacional trabajo de cámara hace grande a un filme en el que el tono de la fotografía convierte a su protagonista en un fantasma cada vez que camina por las calles de Leningrado, metáfora de su invisibilidad como autor y de su persistencia en la lucha contra el mundo para convertirse en el escritor de éxito que fue.

Pearl

No sorprende que Elsa Amiel haya trabajado como ayudante de dirección de cineastas de la talla de Raoul Ruiz, Mathieu Amalric, Bertrand Bonello, Noémie Lvovsky y Eugène Green. No lo hace porque su ópera prima, Pearl –a concurso en la sección oficial del festival–, no parece un debut en lo que a la forma se refiere; se nota un largo período de aprendizaje de la mano de algunos autores que por lo general desarrollan un elaborado y minucioso trabajo de puesta en sus películas. No son pocas ni caprichosas las similitudes entre Tournée de Amalric y el filme de Amiel, que trata sobre las 48 horas previas al campeonato mundial de culturismo tomando como protagonista a Lea Pearl, una mujer que lleva cuatro años preparándose para la ocasión. En el plano temático, donde la debutante quiere abarcar demasiado a la vez que trata de demostrar que su película confía en la forma cinematográfica y en el estilo por encima de lo demás, lo más interesante es esa represión de la feminidad que se autoimpone Lea después de dar vida a un niño, y el modo en que se encarga de ocultar los motivos que le llevaron a tomar dicha decisión. Al mismo tiempo podemos ver cómo las relaciones de poder y la cosificación de la mujer están normalizadas incluso en los ambientes menos esperados, pese a que la construcción de una nueva identidad por parte de la protagonista le permite romper con lo establecido en todo aquello que no guarde relación con la disciplina deportiva, donde muestra absoluta sumisión hacia su entrenador. Pero Pearl fracasa a la hora de unificar todos los frentes que abre –pues a nivel narrativo sí se nota que es un primer largometraje–, sobre todo por culpa de una torpe y superficial construcción de secundarios y por la escasa convicción con la que se decide a darle una fuerte emotividad al relato. Elsa Amiel no ha realizado ni mucho menos una mala película, pero sí una que no aprovecha ni la cuarta parte de su potencial como cineasta.

Infinite Football

Entre otras muchas cosas, Corneliu Porumboiu, quizá el director más especial e ingenioso de toda la nueva ola rumana, ha destacado a lo largo de su aún corta filmografía por retratar al ser humano a partir de la más absoluta cotidianidad, en ocasiones partiendo de la nada más extrema. Y lo que le diferencia de sus compatriotas es una mirada mucho más limpia y optimista del mundo que nos rodea. Sirva como ejemplo de esto su anterior trabajo, El tesoro, que hurgaba, cómo no, en las heridas de una Rumanía que aún no se ha recuperado del régimen de Ceaucescu para elaborar una bella relación paternofilial a partir de un humor absurdo con la prolongación de la escena como base. Infinite Football, su última película y su segundo acercamiento al mundo del fútbol –o más bien a sus elementos circundantes–, está muy por debajo de lo que esperamos a estas alturas de un cineasta de su talla. En esta ocasión se basa directamente en la anomalía y en la particularidad para dar forma a su documental, en lugar de dirigirse hacia algo concreto desde un punto de partida bastante más global, como nos tiene acostumbrados. Laurenţiu Ginghină, un funcionario de Vaslui, la coiudad natal de Porumboiu, sufrió una durísima lesión jugando al fútbol cuando era muy joven, y a partir de ese momento comenzó a desarrollar una serie de teorías para cambiar las normas y el sistema de juego del fútbol. El autor rumano se centra en su figura para realizar una reflexión en torno a las posibilidades que se generan a partir de lo establecido, sobre la capacidad del ser humano por darle la vuelta a una situación adversa y la necesidad de que siempre exista una alternativa. El fútbol no es sólo un pretexto y su protagonista es verdaderamente interesante, pero sorprende que su acercamiento al mismo y a sus ideas sea desde una perspectiva de extraña superioridad, lo que daña y minimiza los logros y las búsquedas del cineasta en lo real.

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