26 de abril de 2024

Críticas: ¡Shazam!

El superhéroe como álter ego de los deseos e ilusiones de un niño.

«La mejor película de DC hasta la fecha». Esta afirmación va a ser leída y escuchada docenas de veces en los próximos días, aunque servidor no la comparta con tal rotundidad al cien por cien porque Wonder Woman es disfrutable del mismo modo y cintas como El hombre de acero o Batman v. Superman: El amanecer de la justicia me parecen que han sufrido una defenestración exacerbada cuando el acercamiento de Snyder al mundo superheroico tiene fugas alegóricas, filosóficas y políticas muy admirables. Ahora bien, la llegada de ¡Shazam! es un revulsivo para el estudio y un cambio de estilo muy evidente, la propuesta más liviana y divertida de todas, quizás por ello sea la más redonda, también la que podrá congregar a un mayor número de seguidores satisfechos.

¡Shazam! es más Guardianes de la galaxia que cualquier otra película posterior de Marvel Studios y DC Comics ha encontrado en este personaje su particular entretenimiento socarrón para toda la familia sin obviar las particularidades del cine de superhéroes. La película juega constantemente la baza de la multireferencialidad y bebe con acierto del cine de los 80 y los 90 teniendo a Big como espejo piramidal (guiño literal muy emocionante incluido). De hecho, con el clásico protagonizado por Tom Hanks comparten el punto de partida: un niño en el cuerpo de un adulto. Shazam es un superhéroe en el interior del cuerpo de un adolescente de 14 años, un chaval frustrado por la pérdida de su madre e incapaz de amoldarse en alguna familia de acogida. El superhéroe como álter ego de los deseos e ilusiones de un niño, la batalla por combatir el mal se plantea después cuando la lección sobre el sentido de la responsabilidad convergirá con su trauma infantil y la puesta a prueba de su relación con sus amistades.

Más allá del ingenio, los desternillantes diálogos y algunos de los mejores gags vistos en el subgénero (los vídeos de youtuber, el descubrimiento de sus poderes o la mina de carcajadas que es la benjamín de la pandilla), ¡Shazam! tiene su mayor acierto en la construcción de un gran protagonista que evoca al espíritu del niño interior que todos conservamos pese a la edad que marque nuestro carnet de identidad. La desolación que acarrea desde que perdió a su madre en un parque de atracciones solo le reporta desilusión e incapacidad para entablar lazos afectivos con cualquier compañero o potenciales hermanos y padres de acogida. Cuando un mago le encomienda la misión de convertirse en ¡Shazam! y derrotar al Dr. Thaddeus Sivana, Billy unirá su destino a Freddy, uno de sus nuevos hermanos de acogida. La relación entre ambos es la verdadera pugna de la película, más que la prototípica batalla épica entre el superhéroe y las fuerzas del mal, aquí nada más y nada menos que con la encarnación de los siete pecados capitales en monstruosas criaturas.

David F. Sandberg, director curtido en el cine de terror, es el encargado de trasladar ¡Shazam! por primera vez a la gran pantalla e implementar del todo un cambio estilístico de 180º en las producciones de DC. Camino iniciado ya con James Wan en la reivindicable Aquaman, curiosamente, otro cineasta labrado en el cine de género, creador del universo The Conjuring y ambos (o la propia Warner) incluyen un cameo de la muñeca Annabelle en sus respectivos trabajos. Sandberg, cómodo en el patrón de los blockbusters superheróicos, no imprime personalidad a una propuesta que funciona en parte por si sola y en parte por la frescura de su humor y el juego de referencias. No obstante, ¡Shazam! termina careciendo de lo mismo que la inmensa mayoría de películas de superhéroes: un sello autoral, cualquier ápice resta engullido por la maquinaria y la fórmula preestablecida. En el grupo de las flaquezas también se encuentra un flojo villano, interpretado con convicción por Mark Strong, pero demasiado desangelado y muy poco trascendental dentro del universo. Por contra, tal y como apuntaba en líneas anteriores, el protagonista sí tiene mucho carisma y sus conflictos internos sustentan todo el filme así como las estupendas actuaciones de Zachary Levi (el superhéroe) y Asher Angel (el niño), el primero resulta divertidísimo y el segundo es una grata revelación. Del elenco juvenil también merece la pena destacar al robaescenas Jack Dylan Grazer y la simpática Faithe Herman. Con todos estos pros y contras, ¡Shazam! es un notable entretenimiento superheroico y familiar y una de las mejores comedias de la temporada.

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