24 de abril de 2024

Key Largo (John Huston, 1948)

«Una causa no está perdida mientras se lucha»

 

Vaya año Bogie, mil novecientos cuarenta y ocho. Merece ser escrito. Mientras acaba de rodar Key Largo, recibe los elogios de la crítica por The Treasure of the Sierra Madre: Variety pedía su sitio «entre las grandes obras perdurables de Hollywood» y en el New York Times Bosley Crowther afirmaba que «la interpretación del señor Bogart tal vez sea la más importante que ha realizado jamás». La crítica por completo quedó impresionada ante, aseguraban, «una de las mejores cosas que Hollywood había hecho desde que había aprendido a hablar». Ante este panorama se estrenaría a mediados de verano Key Largo, película que en un principio se planteó no hacer. Otra vez Huston. Huston había sido boxeador y le sacaba unos cuantos pies a Bogie. Se mofaba, ironizaba, le gastaba bromas pesadas, cortejaba a Bacall. Pero Bogart sabía que sacaría, de nuevo, lo mejor él. Por otro lado, en el guión participaba Brooks. Era su amigo y le daría herramientas para su lucimiento –más tarde lo haría como director en Deadline USA, de 1952, genial film sobre el mundo del periodismo-. Además, qué demonios, va ser por fin la película en la que venza a Edward G. después de siete, siete finales donde terminaba mordiendo el polvo. Pasaría por alto su creciente enemistad con Jack Warner y grabaría junto a Huston y buena parte del star system de la compañía esta película de gangsters fuera de época y héroes a tiempo parcial. Por otra parte, con Bacall todo estaba bien. Eran los primeros años del matrimonio y ya se sabe. A finales de año iba a ser padre. Todo estaba perfecto. Key Largo, por supuesto, también iba a ser perfecta.

Frank McCloud (Humphrey Bogart), Mayor Frank McCloud. A él también le tocó un billete hacia Europa en Pearl Harbour con derecho a un semiautomático M1 Grand. Antes de la guerra había sido periodista. Luego taxista, camarero; todo para sobrevivir. Ahora, había vuelto y todo aquello por lo que dijeron que merecía la pena luchar se había desvanecido. La vuelta, la ansiada vuelta al paraíso no era como se imaginaba. Sin trabajo, sin expectativas. Los mejores años de nuestra vida se habían esfumado. Curioso, el fin de la guerra que nos dio la gloria era el comienzo de la decadencia. Nuestra mejor generación la balearon en la playa de Omaha y los que sobrevivimos vagamos buscando un sitio para olvidar.

 

Antes, Frank se pasa por Florida, en el sur, donde se encuentran los cayos, pequeñas islas unidas por carreteras. Allí vive la familia de George McCloud un compañero que terminó sus días en las faldas de la abadía de Monte Cassino. Tienen un pequeño hotel a pie de playa que resulta bastante atractivo en temporada. Pero ahora eso queda lejos. Los primeros huracanes se acercan y anuncian uno que dejará pequeño al de 1935. Frank no sabe lo que se va a encontrar. En principio va a cumplir una obligación moral, una promesa de hermanos de sangre. Pero le gusta el mar. Su primera novia fue un barco y, ciertamente, no le importaría pasar sus días de acá para allá llevando un fueraborda entre los cayos. Además, cuando llega se encuentra a la viuda de su amigo George, Nora Temple (Lauren Bacall) que se ha ido a vivir y a cuidar de su suegro inválido James Temple (Lionel Barrymore). Ella es guapa y…bueno es un caso claro de conveniencia: esa casa necesita un hombre como McCloud y McCloud necesita una casa como la de los Temple.

 

Pero antes si quiera de que McCloud pueda plantearse nada las cosas se tuercen. Como siempre. Maldita suerte. Resulta que el gran Johnny Rocco ha decidido hacer negocios en el hotel de los Temple. Esto no es por lo que luche en Europa. Rocco es un vestigio del pasado. Era la época de la prohibición y las bandas hacían su agosto con una Thompson bajo el brazo. Él era un boss. Ponía y quitaba fiscales, manejaba a su antojo a los peleles del Departamento y decidía cuando el Mayor dejaba de tomar decisiones. Ahora estaba exiliado en Cuba donde tenía su pequeño imperio: tragaperras, apuestas, lavado de dinero. Lo normal. Rocco es de la vieja guardia: batín, copa, puro, sello en el dedo menique y pañuelo al cuello. Un tipo con clase. Un donjuán que no encuentra el momento para poner fin a sus días de vino y rosas.

 

Rocco es de los malos, de los muy malos. Humilla, engaña, asesina, siempre juega con ventaja. Retiene a la familia Temple y a McCloud en mitad de una endemoniada tormenta hasta que haga su trato: dinero falso a cambio de unos cuantos de los grandes. Pero ante el vil comportamiento del gangster, el milagro del héroe. Un desengañado McCloud, impasible e incluso acusado de cobarde, se rebela contra la banda. Y la vence. Acaba con Rocco. Pero el milagro tiene un nombre: Nora Temple. Claro, así todo es más fácil. Frank también recibirá ayuda de Gaye Dawn (Claire Trevor), una cabaretera alcohólica a la que le han caído los años como losas y a la que los tiempos en los que embelesaba jefes y jefazos le quedan tan lejanos como la admiración que una vez le tuvo Rocco. Pobre Gaye, l´amour fou. El final no podía ser otro. Una llamada y la sonrisa de Nora. Ya tenemos un nuevo héroe y por supuesto se va a quedar a vivir con ella. No podía ser de otra manera ¿verdad Frank?

 

Creo que podemos afirmar, sin equivocarnos mucho, que Key Largo la rueda Huston en el mejor momento creativo de su carrera. Y en setenta y ocho días. Olé. Entre 1948 y 1951 filma, entre otras y por este orden,  The Treasure of the Sierra Madre, Key Largo, The Asphalt Jungle y The African Queen. Maravilloso. Con Key Largo obtuvo un enorme éxito: un reparto de lujo, el mejor que podía poner la Waner a su disposición –Bogart, Bacall, Robinson, Barrymore, Gomez, Trevor-, la participación del joven y talentoso Richard Brooks en la adaptación del guión y el éxito que ya precedía a la obra de Maxwell Anderson –estrenada con éxito años antes en Broadway- lanzaron al film a las alturas nada más ser estrenado. La participación de fijos como Steiner en la música y Karl Freund –director de películas como The Mummy, de 1932- en la fotografía, dieron al film ese toque expresionista propio del género. Todo esto, sumado a los innumerables recursos del director –como hacer rodar la escena de la canción a Trevor sin prácticamente avisarla, cogiéndola desprevenida. Escena que mucho tuvo que ver, por otra parte, en el Oscar que ganó la actriz como mejor secundaria- han hecho de Key Largo un referente absoluto y donde comienza la historia de un tipo, de un personaje, Bogart, que se convertiría en icono de todos los tiempos.

 

Porque Bogart encarna en esta película a su personaje. Un ciudadano que fue a la guerra y que ha vuelto para recibir desengaño tras desengaño. Está harto de todo y de todos. El sistema por el que ha luchado le ha fallado y encima se encuentra con uno de esos que se aprovechan en casa de lo que otros han dejado fuera. Rocco ansia los años de la prohibición. Ahí era el número uno. Sigue esperando que vuelvan y que entonces las bandas se unan en vez de pelear y salgan todas ganando. El personaje que dibuja Robinson es maravilloso. Solo los grandes hacen lo que él en Key Largo: interpretarse a sí mismo en la década de los ´30. Una autocaricatura, sí, pero con clase. Dicen que disfrutó como nunca interpretando a Rocco. Por cierto, otro que se autointerpretó a sí mismo fue don Alfredo Landa en El Puente, de 1977. Otro grande, claro está. Robinson se come la pantalla y no le importa morir acribillado por Bogart; hasta tres balazos le tienen que dar para acabar con él. Su hora ya había llegado y daba gracias a que directores como Huston pensaran en él para papeles de este calibre. Secundarios pero de este calibre. Barrymore también se come la pantalla. Inválido en la ficción e inválido en la realidad, porque por aquella época ya no podía moverse. Lo borda. Barrymore pertenecía a la nobleza hollywoodiense establecida en las colinas y sus recursos eran enormes. Papelazo; secundario de lujo Lionel.

 

El planteamiento inicial también tiene algo de western. Un forastero llega a un pueblo gobernado por un canalla que amenaza y coacciona a la población. Frank es un “jinete pálido” que «su cabeza dice una cosa y su vida expresa otra». Pero luego todo se transforma en una lucha psicológica entre personajes en cierto modo desequilibrados y que quedan atrapados en un lugar en el que tendrán que dirimir todos sus conflictos. La naturaleza también es protagonista, e importante. Ahora que tan de moda están los tsunamis, uno de ellos, o más bien su amenaza, es la que hace tambalearse a Rocco, la que hace aflorar sus miedos. Es a partir de entonces cuando Frank advierte la debilidad, sonríe, la estudia y la usa para acabar con Rocco. Para poner fin a la pesadilla. Si la tormenta, como vemos, desencadena los acontecimientos, lo que los justifica es el amor y la necesidad de Frank por demostrarle a Nora que no es un cobarde y que es capaz de seguir el modelo establecido por George McCloud, su marido caído en Italia –y que también lo es para su padre James- de héroe valiente que sacrifica su vida por la libertad y la democracia. Seguramente Frank nunca más volverá a creer eso pero si cree en la sonrisa de Nora. Al fin y al cabo el final es el mismo, aunque los caminos para llegar diferentes. Termina la película y Bogart navega feliz en su “Santa Ana” –Huston pidió prestado a Bogie su barco para la película-, Bacall lo espera en el puerto y otra vez Huston vuelve a las alturas.

 

 

Los protagonistas:

El malo: Johnny Rocco (Edward G. Robinson)

El héroe: Frank McCloud (Humphrey Bogart)

La chica guapa: Nora Temple (Lauren Bacall)

 

Frases para la historia:

Johnny Ricco: «Una gata salvaje…¿has olido sangre?, ¿se te ha abierto el apetito?»

Johnny Ricco: «Conocí a una como tú no hace mucho. Arañaba, mordía. Una fiera. Una vez me clavó un cuchillo. Era irlandesa. Pequeña y algo flacucha, pero…una auténtica fiera. Se llamaba Maggie Mooney. Por razones profesionales se lo cambié en Gaye Dawn. Llegó a ser impresionante»

Johnny Ricco: «Era demasiado grande para que nadie pudiera conmigo»

Frank McCloud: «Mi primera novia fue un barco»

John Huston: «Cayo Largo es recordada por la mayoría de la gente sobre todo por la escena introductoria, cuando Eddie aparece en la bañera con un puro en la boca. Parecía un crustáceo sin caparazón»

 

Ficha en FA: http://www.filmaffinity.com/es/film600727.html

Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt0040506/

Fuentes: Bogart, de Stefan Kanfer Edit. Llumen. El Cine Negro, de Noël Simsolo

 

2 comentario en “Key Largo (John Huston, 1948)

  1. A mí lo que me intriga es que en el cartel Robinson esta abrazando de forma lasciva a la Bacall. ¿Por qué?

    Muy buen artículo, como siempre, alfie!

  2. Porque Rocco es un degenerado, antiguo gangster todopoderoso que todo lo tiene y todo lo quiere.

    Nora es una viuda de la guerra, mujer de bien de provincias que se va a cuidar de su suegro inválido. No despierta vicio alguno, no es su intención, ni la del director, ni la del guión. Solo en mente enfermas de tipos como Rocco.

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