15 de octubre de 2024

Críticas: Red State

En Red State no se sabe quien sufre más: el espectador o John Goodman, que llegó al rodaje y vio como Kevin Smith ya se había zampado todo el catering.

Después de una filmografía dedicada a la comedia, desde que fue considerado un director prometedor e interesante con sus primeras películas (Clerks, Mallrats, Persiguiendo a Amy) hasta ser vilipendiado e insultado por sus últimas obras (Una chica de Jersey, ¿Hacemos una porno?, Vaya par de polis), Kevin Smith decide alejarse del género. O no, porque Red State tiene bastante de ¿parodia? ¿comedia involuntaria? Más bien yo diría de lo segundo pero le puedo reconocer que por momentos pueda tener algo de lo primero. También hay que tener en cuenta que la distribución de la película está siendo muy complicada, que en EEUU más allá de las palabras de un alucinado Tarantino (el protagonista de Red State es Michael Parks, uno de los amigotes de Mr. Q que ha aparecido en alguna película suya, no hay que extrañarse de esto), la película no ha tenido demasiado éxito y Kevin Smith ha tenido que ir con una copia de la película de ciudad en ciudad promocionándola y ahora en Europa a través de festivales de cine intentando tener una segunda vida.

Kevin Smith divide en varias partes su película y hace que la diferencia entre ellas el espectador siempre la vea clara. Funciona la primera parte de la trama, que juega al típico preámbulo de película teen de terror, aunque en la escena en la clase con la profesora y los chicos ya empiece a tirar dardos sobre esa secta sin ser demasiado sutil. Pero resulta tan estúpido como excitante que los adolescentes se metan en la cueva del lobo por intentar montarse una orgía con Melissa Leo. No con una actriz que pueda dar cierta grima pero también morbo como puede ser el caso de Isabelle Huppert sino con una actriz que es 100% grima y que el año pasado hizo de madre de Mark Wahlberg y Christian Bale, dos actores de casi 40 años, aunque a la actriz le ayudaba el maquillaje. Aquí, Kevin Smith nos mete de lleno en la secta, en sus miembros que parecen zombies alegres y sus discutibles actos y en los largos diálogos del personaje de Michael Parks. Pero también tiene una persecución rodada con oficio. Michael Parks suelta sus diálogos tan pretenciosos como artificiosos y sobreactúa queriendo imitar a la persona real, que según dicen incluso se ha quedado corto en su interpretación si se compara con la persona en que se basa.

La última parte de Red State acaba convirtiendo a la película en un disparate. Ni siquiera en las escenas más intensas y/o violentas Red State funciona, por ejemplo todo lo relacionado con la chica joven y uno de los chicos secuestrados o lo de Melissa Leo con esa chica joven, amén de los intentos del personaje de Goodman porque todo no se salga de madre. Te puede convencer por el buen hacer de los actores y por su puesta en escena, todo está bien rodado por Kevin Smith, pero es una parte vacía, que intenta funcionar como crítica tanto a esas sectas como al país y acaba resultando pretenciosa. También es un anticlímax, como si en mitad de un polvo te cortaran la faena sin poder rematarla. Un parapolla que decían en Supersalidos. El diálogo final con John Goodman solo sirve para el típico discurso andrajoso-religioso sobre las consecuencias del 11-S y el extremismo religioso y como las fuerzas del orden tienen que actuar ante ello SPOILER que es más fácil matarlos que meterlos en la cárcel FIN SPOILER. Es una lástima porque si hubiera seguido el sendero de película de terror sin discurso por medio creo que Kevin Smith podría haber logrado hacer una película decente.

5 comentario en “Críticas: Red State

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