El director de grandes clásicos como The Apartment, Some Like It Hot o Sunset Boulevard es el elegido para inaugurar nuestra nueva sección, «Lectura vertical».
«...hacer una película es presentarse delante del telón del escenario y decir: – He inventado un juego nuevo. Estas son las reglas. Juguemos juntos»[1]
Muchas cosas se han dicho de Billy Wilder (Sacha, Austria,1906-Los Angeles, EEUU, 2002), casi todas posiblemente ciertas. Desde nazi hasta alcohólico, pasando por arrogante, maleducado o misógino. Pero todos, incluso sus enemigos, coinciden en que era un genio y que, cuando se ponía a trabajar, nadie era más brillante e ingenioso que él. Seis décadas haciendo cine, veintiséis largometrajes de todos los géneros en los que se ocupó del guión y la realización (y de la producción en muchos casos). Ningún otro director de la época de los grandes estudios puede hacerle sombra. Hawks, Hitchcock o Ford nunca escribieron su propio material. Y Welles se extinguió a mediados de los sesenta, posiblemente harto de pelearse con toda la industria de Hollywood.
Wilder siempre apeló a un cine sencillo protagonizado por personajes de clase media con los que el público pudiera sentirse identificado. En Conversaciones con Billy Wilder [2] el director, ya pasados los ochenta, admite que hace tiempo que no entiende el cine que se hace actualmente en América. Como ejemplo, el genio austriaco cita Titanic (James Cameron, 1997) y sus catorce nominaciones a los Oscars. ¿Por qué tantos extras, decorados mastodónticos y planos con enormes movimientos de cámara? ¿Dónde quedó la sencillez de contar historias que emocionen por sus personajes y no por la megalomanía de sus producciones?
Si por algo será recordado Wilder es precisamente por eso, por sus personajes. Nadie ha creado tantos mitos del cine como él. Desde el Don Birnam de The lost weekend (1945) hasta el Victor Clooney de Buddy, Buddy (1981), todos tienen esa chispa, ese aura de perdedor con la que Wilder teñía a todos sus protagonistas. Ese «toque» Wilder que hacía de la empatía algo fácil de conseguir. Conocía la fórmula: solo había que darle a esos personajes unos diálogos inteligentes. En este apartado, Wilder habla por sí solo.
GILLIS I know your face. You're Norma Desmond. You used to be in pictures. You used to be big.
NORMA I am big. It's the pictures that got small.
GILLIS I knew there was something wrong with them.
NORMA They're dead. They're finished. There was a time when this busi- ness had the eyes of the whole wide world. But that wasn't good enough. Oh, nol They wanted the ears of the world, too. So they opened their big mouths, and out came talk, talk, talk...
GILLIS That's where the popcorn business comes in. You buy yourself a bag and plug up your ears.
NORMA Look at them in the front offices -- the master minds! They took the idols and smashed them. The Fairbankses and the Chaplins and the Gilberts and the Valentinos. And who have they got now? Some nobodies -- a lot of pale little frogs croaking pish-poshl
GILLIS Don't get sore at me. I'm not an executive. I'm just a writer.
(Sunset Boulevard, Billy Wilder,1950)
Para realizar este estudio, que pretende ser todo lo serio que Wilder hubiera permitido, me vi rodeado de una cantidad de material tan grande como inabarcable. Algunas de sus biografías son tostones inaguantables que el propio Wilder calificaba de falsas y, lo más grave, de aburridas: «Gran parte de lo que se ha escrito es falso -dice en la actualidad-. Se lo inventaron en los viejos tiempos» [3].
Así que, haciendo caso al maestro, me he basado sobre todo en el libro de Cameron Crowe Conversaciones con Billy Wilder y en el magnifico documental francés Portrait d’un homme ‘à 60% parfait’: Billy Wilder (Annie Tresgot, Michel Ciment, 1980) de obligado visionado para cualquier fan del director que quiera oír al austriaco en toda su madurez artística.
Que lo disfruten.
[1] Ciment, Michel, Billy y Joe. Plot Ediciones, S.A, Madrid, 1987, pág. 26.
[2] Crowe, Cameron, Conversaciones con Billy Wilder, Alianza Editorial, 2002, pág. 309.
[3] Crowe, Cameron, Conversaciones con Billy Wilder, Alianza Editorial, 2002, pág. 12.
Además del genial libro de Cameron Crowe, están también esas maravillosas conversaciones grabadas con Helmut Karasek que recuerdo haber visto en TV hace unos años y me fascinaron… Estoy de acuerdo en que es el mayor genio del cine de su época. Y aún no creo que nadie haya llegado a su altura! Era una fuente de ingenio!
Voy a ver si consigo esas conversaciones con Karasek. Si te gusta mucho Wilder deberías ver "Billy Wilder: Un hombre perfecto al 60 por ciento" (Annie Tresgot, Michel Ciment, 1980), está bastante bien.
¿Sabes si las conversaciones con Karasek son de cuándo aún estaba en activo?
Un abrazo y gracias por comentar.
Hola, no sé si te voy a poder ayudar mucho. Wilder, al parecer se retiró en el 81. Creo que las conversaciones con Karasek fueron posteriores, de hecho, estaba bastante mayorcito ya…pero me es imposible decirte el año. Sí te diré que las grabé en VHS! Y, por desgracia, esos VHS ya se estropearon. En el 92 aparecen recopiladas en un libro llamado "Nadie es perfecto". Pero leerlo no es comparable a ver las conversaciones en imágenes…
Tomo nota del documental que me recomiendas. Lo buscaré, gracias!