27 de abril de 2024

Críticas: La batalla de Argel

Crítica a La batalla de Argel, dirigida por Gillo Pontecorvo en 1965 sobre la independencia de Argelia. Ante todo, una cinta política con una mirada incómoda, sin concesiones.

La batalla de Argel fue concebida desde el victorioso Frente de Liberación Nacional (FLN) como la primera película de ficción de la recién independizada Argelia. Para ello, contactaron con un director italiano reconocido por su cine social y por su cercanía al partido comunista italiano, en resumen, alguien que a priori debía tener simpatías hacía el movimiento que había conseguido «echar» a los franceses del país. Gillo Pontecorvo era su nombre. Franco Solinas su guionista. Juntos, consiguieron dejar en silencio una sala abarrotada el día del estreno con los dirigentes de Argelia sentados en primera fila. Y es que la cinta no era exactamente lo que el FLN tenía en mente. Pero ni de coña.

Y esto se debe a que estamos ante un filme político en el sentido más estricto de la palabra. El director intenta por todos los medios que el posicionamiento del espectador resulte incómodo, difícil y harto complicado de defender. En suma, la mirada de la cámara nos imposibilita sentir simpatías por nadie más allá de las víctimas, cualquiera que sean estas. No obstante, el cineasta italiano tiene claro una intención (que no rehúye de un claro punto ideológico) que se ve en todo el metraje, esto es, la defensa de la independencia de Argelia sobre los colonizadores franceses. Pero no lo hace por el camino fácil. Para nada. Esto no es Mar adentro.

Y es que, como he dicho, no resulta fácil posicionarse con los argelinos cuando les vemos poner una bomba en un café abarrotado de civiles. Es evidente, que los franceses, tortura en mano, tampoco resultan de los más prometedores. No obstante, lleno de valentía, Pontecorvo huye de la equidistancia y no iguala en ningún momento a ambos. Y es que el cineasta nos viene a decir que en esa «guerra» no hubo ningún bando que se librará de masacres y salvajadas, aunque, y un gran aunque este, unos luchaban por ser libres y otros por seguir siendo colonizadores (o más concretamente, él defiende una cierta idea que comparte uno de los bandos, aunque no se muestra complaciente con dicho bando).

¿Resistencia o Terrorismo?

Pero va más allá de esta simple frase. Al ser coral y mostrarnos multitud de situaciones dispares consigue transmitir la sensación de caos, con decenas de pinceladas de lo que se cocía, donde no hay blanco y negro, pero mucho menos aún gris; hay una infinita gama de colores que siempre nos sorprende a lo largo del metraje y nos mantiene en jaque. Recuerdo con estupor una escena donde al FNL le da por volar por los aíres un bloque de edificios en el barrio francés, masacrando a inocentes. A continuación decenas de franceses desde los balcones deciden tomarla con un pobre niño argelino que pasaba por allí y se convierte en blanco de las iras de los que hasta hace un instante eran las víctimas. El niño está a punto de ser molido a palos por la turba enfurecida, cuando de pronto aparece un gendarme francés y salva al niño, un gendarme perteneciente a una policía francesa a la que hemos visto torturar y comportarse como auténticos cabrones a lo largo de los 120 minutos.

¿Con quién situarnos? ¿Con quien compartir la mirada en este caso? La cámara no responde, y seguimos impotentes ante el fresco que compone el italiano.

El tratamiento de los personajes es exquisito. Mucho se ha hablado del coronel Mathieu que impone la tortura como fórmula para ganar la guerra y que desarrolla una personalidad muy potente; nos repugna, pero llegamos a entenderlo a la perfección: él, un héroe de la resistencia francesa que odia la tortura pero que sabe que es la mejor opción para acabar con el FNL y que se muestra convencido de está luchando contra el terrorismo. En definitiva, convencido de que es de los buenos. Un tipo capaz de dar una palmadita a un argelino después de una sesión de tortura con confesión incluida. Un personaje fascinante. Un tipo que desde su punto de vista combate el terror con más terror como simple «mal menor». Por la amada Francia. ¡Liberté, égalité y fraternité!

El Coronel Mathieu

Con todo esto, sobre la cinta plantea varios interrogantes acerca del terrorismo. No por nada para cada bando, el otro es siempre el terrorista. La línea se muestra varias veces confusa, y eso hace aún más complicado la mirada del espectador, que asiste impotente sin saber donde poder esconderse ideológicamente. Queremos apartar la mirada, queremos refugiarnos en un posicionamiento que sea cómodo y cálido. No lo hay.

Todo esto con un estilo cercano al documental, donde no hay exactamente un protagonista definido, si no una sucesión de instantes y momentos en la guerra de Argelia, con un esplendoroso uso del blanco y negro y un uso de planos largos y abiertos muy inteligente. Y a pesar de ello, una cinta con un ritmo brutal, donde el espectador no tiene tiempo de reponerse de la escena anterior.

Los del FLN no aplaudieron el día del estreno. En Francia, directamente la prohibieron para ahorrarse el mal trago de no aplaudir. Está claro, los malos eran los otros.

3 comentario en “Críticas: La batalla de Argel

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