Si os lo digo así quizá no me creáis, pero se acabaron las pelis francesas en la Sección Oficial del FICXixón, que sí, que os lo juro, yo no os mentiría.
¡Hurra!, ya se van perfilando los candidatos para el palmarés del Festival y yo decidí esta mañana que el de mejor actriz se lo va a llevar Lola Créton, la protagonista de Un amour de jeunesse, de Mia Hansen-Løve, la película que tocaba en la sesión croissant-aún atravesado-en-la-garganta de hoy. No sería la primera vez que una actriz de una peli de la Hansen-Løve pilla cacho en Gijón, ya la prota de Todo está perdonado recibió dicho galardón hace unos años así que todo podría ser, cruzamos los dedos. Y ya centrándonos en la película, Un amour de jeunesse es básicamente una película de sentimientos, de amores que se resisten a desaparecer, de lazos invisibles que nos unen a otros sin que sepamos muy bien la razón, ya que no vienen dictados por la lógica, sino por la total falta de ella. Como decíamos, todo el peso de la película recae sobre la joven Créton (17 años) que, a nuestro juicio, hace gala de una gran madurez y de una amplia gama de registros, consiguiendo, como si fuera Circe, que el tiempo vuele cual pajarraco y lleguemos al final de la peli sin que seamos muy conscientes de los 110 minutos transcurridos. A ver si el amigo Chapero-Jackson y demás miembros del Jurado nos hacen un poquito de caso.
Para poner punto y final a la presencia de la tricolor en la Sección Oficial a concurso teníamos a Bruno Dumont y su peli Hors Satan, cualquiera que haya echado un vistazo a las crónicas que hemos ido enviando desde Gijón puede observar que no somos ningunos talibanes del cine narrativo, más bien todo lo contrario, pero es que una cosa es que entre film y espectador se establezca un pacto ficcional en el que el segundo acepte las normas que establece el primero, y otra bien distinta que sea imposible discernir que pretende contarnos el señor Dumont por mucho que nos dejemos la sesera tratando de adivinarlo. Tampoco nos importa necesariamente que una película haga del feísmo y de la suciedad su propia bandera, Leolo lo hacía y su motivación era bastante obvia, daban ganas de rescatar a aquellos personajes de los ingentes montones de heces entre los que vivían, bien, ya habrán adivinado que en Hors Satan no hay nada de eso. Se puede tener a personajes antipáticos como protagonistas, es cierto, lo triste es intentar que sientas empatía por ellos sin conseguirlo en absoluto. Que una sala estalle en risas nerviosas en medio de un momento de lo más dramático tampoco suele ser buena señal, se lo juro. En fin, que esta historia de muchacha maltratada y entidad protectora en forma de vagabundo al que intenta en vano llevarse al huerto seguramente tendrá sus defensores, pero no por estos lares, vive Dios (o el diablo, aún lo estoy pensando).
Ya dentro de las secciones paralelas pudimos ver la alemana Totem, de la directora Jessica Krummacher. Si les menciono los nombres de Luis Buñuel, Claude Chabrol, Michael Haneke o Giorgos Lanthimos ustedes seguramente pensarán «hostias a la burguesía» y yo les tendría que dar la razón… pues por ese palo va Totem, narrando en formato digital como salen a la luz las pequeñas y las grandes miserias de una familia tipo de la burguesía germana ante la llegada a la casa de la nueva criada, que se convertirá en el polo de atracción, en el idólico tótem que da nombre a la película. La narración es fría (como debe ser en estos casos) y algo alucinada, lo que provocó el habitual reguero de abandonos que decidieron que era mejor tomarse unas salchipapas en el burguer de al lado que seguir soportando una cosa tan atrozmente incómoda… y es que la Krummacher no es Lanthimos, ni Totem es Canino pero la mala leche la tiene, palabrita de Cinema ad hoc.
Nos parece adecuado que el último pase de el día fuera Las olas, y es que la película de Alberto Morais nos habla de estaciones finales, de muertos en vida, del último viaje, 60 años después, de Miguel, un antiguo combatiente republicano de los que consiguieron huir a Francia al final de la guerra sólo para ser encerrados en un campo de refugiados en Argeles-sur-Mer, en unas condiciones que, si no vemos, conseguimos imaginar gracias a su melancólica mirada, a una vieja foto, a muchos años de ausencia. La película tiene la suficiente sutileza para no cebarse en el discurso fácil o en la recreación pornodramática de dichos campos de concentración y, más que dura, es triste, jodidamente triste, en definitiva, aunque existen ciertos detalles que la alejan de ser sobresaliente, sí nos parece al menos interesante y mucho más honesta que ciertos bodrios vistos en días anteriores… y no miro a nadie, Miranda July.
No sé qué me pasó con Hors Satan, así como los primeros 30 minutos se me hicieron tremendamente arduos, en cuanto comenzaron a acontecer los "milagros" me cautivó de una manera extraña. Quizá cautivó no sea la palabra adecuada. Y no sé por qué, la veo ganando el festival (aunque me he perdido varias de la sección oficial), aunque molaría que ganara Fausto, la cual sí consigue que lo grotesco sea una gran baza a favor en su tratamiento.
Veremos hoy la del amigo de Haneke.