El explosivo comienzo de esta malrollera miniserie británica sólo es un aperitivo de lo que está por llegar… no preparen palomitas.
Tres historias, tres golpes bajos dirigidos a la conciencia de un mundo cada vez más absorto en sus grandes y pequeñas pantallas, perdido el contacto con una realidad cada vez más filtrada por el espejo oscuro que ilustra el título principal de esta malrollera miniserie british.
The National Anthem es la primera entrega de tres episodios autoconclusivos que llamaríamos distopías si no fuera tan sencillo reconocernos en ellas. De las tres, es la que tiene el punto de partida más alucinante: la princesa de un país que podía ser el Reino Unido es secuestrada. A través de un video subido a Youtube, los secuestradores anuncian que sólo liberarán a la princesa si el primer ministro hace algo tan monstruoso como inimaginable a cambio. Al poco, el vídeo tiene millones de visitas: finalmente, la decisión del primer ministro estará más condicionada por la demanda de este público hambriento de circo romano que por el hecho de liberar a la princesa en sí.
Este episodio en realidad trata sobre tres temas: el primero, una sutil variante de un tipo de terrorismo cibernético que utiliza la presión popular como moneda de cambio; el segundo, la espeluznante velocidad y libertad con que la información se expande por internet, mientras la prensa se devana por filtrar las noticias sin éxito ante este monstruo multicéfalo que todo lo fagocita y lo escupe, lo verdadero y lo falso, sin distinción; y la tercera y más obvia, la deshumanización de la gente transmutada por su constante exposición a las pantallas, en esa boca enorme e insaciable llamada público.
El final del capítulo nos muestra una conclusión quizás excesiva y generalista, pero que sin duda refleja un extremo del egoísmo y la falta de solidaridad que como un virus informático, parece expandirse para corromper los discos duros de nuestra conciencia.
A ver cuando sacamos lo de Sherlock eh?
No, en serio, si necesitas ayuda o algo con la de Sherlock te puedo echar una mano.