6 de octubre de 2024

Críticas: La mujer de negro

Daniel Radcliffe protagoniza el primer estreno terrorífico del año, producido por la mítica Hammer.

El joven abogado de Londres Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) se ve obligado a dejar a su hijo de tres años para viajar al remoto pueblo de  Crythin Gifford y encargarse de los asuntos del propietario recientemente fallecido de Eel Marsh House. Sin embargo, cuando llega a la vieja y escalofriante mansión, descubre siniestros secretos del pasado de los lugareños, y su inquietud no hace más que aumentar cuando vislumbra a una misteriosa mujer vestida enteramente de negro.

A Harry ya le han salido pelitos, y se ha empeñando en demostrar que vale para algo más que recitar conjuros y atrapar la snitch dorada. Tras su exitoso paso por el teatro (con el consiguiente espanto de las madres más conservadoras, que pudieron comprobar cómo de  mágica era su varita) y su casi invisible paso por el cine independiente con Los chicos de diciembre (Rod Hardy, 2007), Daniel Radcliffe se presenta como la cara protagonista de La mujer de negro, adaptación de la novela homónima de Susan Hill y dirigida por James Watkins, realizador de TV que ya nos sorprendió hace unos años con Eden Lake (2008), premio especial del jurado en Sitges.

Además la producción ha corrido a cargo de la mítica Hammer, que tras el cese de sus actividades a principios de los ochenta parece haber vuelto con fuerza a la industria desde que se encargara de hacer el remake americano de aquella terrorífica y esplendida cinta sueca llamada Déjame entrar (Tomas Alfredson, 2008). Buenas noticias para los terror adictos, la Hammer ha vuelto para quedarse. Aunque me temo que la cinta que nos ocupa hoy no va a ser ni de lejos una de sus mejores producciones.

La mujer de negro navega entre el subgénero de casas encantadas y el de pueblos malditos, mezclándolos con cierta gracia pero sin profundizar demasiado en ninguno de los dos. Precisamente en la casa y el pueblo es donde reside el punto fuerte del film, pues la ambientación, con esos impresionantes paisajes ingleses, verdes y nublados como el demonio, realiza perfectamente la función de acojonar al espectador. La casa, situada en un islote al que solo se puede llegar cuando hay marea baja, permite al director encontrar la analogía perfecta de una cárcel donde guardar los enseres u objetos que nunca debieron existir. El pueblo, lleno de lugareños de miradas frías y duras pero donde no se oye nada más allá del ulular del viento (bueno, quizás alguna voz cagándose en la santa madre de Harry), provoca sudores fríos en el pobre Radcliffe. Y en servidor también.

Lamentablemente la narración desaprovecha la excelente ambientación al engarabatar el fondo en una historia que va perdiendo el interés a medida que pasan los minutos, al tornarse irremediablemente evidente como va a terminar el cuento. La investigación llevada por Arthur Kipps sobre lo sucedido en la misteriosa casa se va desarrollando de una forma rítmicamente torpe, provocando situaciones y escenas que a menudo se alargan hasta el hastío y que acaban en nada, irritando enormemente la tensión vacía con la que el director parece reírse constantemente del espectador.

La mujer de negro, señora espectro que da título a la película, parece querer vacilar a todo ser que intente perseguirla, en especial al pobre Radcliffe, que se pasa las noches yendo de un lado a otro en su busca mientras el fantasma guasón se teletransporta con más alegría que un Power Ranger, para luego desaparecer por donde ha venido. Sustos vacíos y una antagonista que nunca acaba de tener la personalidad suficiente como para dar el miedo que debería dar y que termina por ser vista como una cosa sin cuerpo, pero también sin alma. Ni simbiosis con la parroquia, ni feelings, ni ninguna de esas cosas que dirían los de Gran Hermano (¿Trece ediciones ya? ¿De verdad?).

En definitiva, creo que gustará a ciertos seguidores del género, pero sólo a aquellos motivados que se pierdan entre la niebla de Crythin Gifford y no quieran ver nada más allá de una ambientación magnífica y unos paisajes perturbadores. No es mi caso, qué le vamos a hacer.

Punto y aparte merece Arthur Kipps, pues hay que otorgarle al guión el mérito de dibujar a un personaje principal al que, si bien le falta un compañero de baile, sí que posee el carisma y la empatía suficientes como para despertar el interés del espectador. Gran mérito también de Radcliffe, que está muy bien en su papel de padre de familia que hace lo que sea para no perder un trabajo que genera los únicos ingresos de la familia (¿hace cuánto que empezó la crisis?). Radcliffe posee los matices gestuales y la voz para ser un gran actor. Y sin enseñar ni los pelillos del pecho. Duerman tranquilas, madres del Opus.

 

2 comentario en “Críticas: La mujer de negro

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