La sexta temporada de nuestro serial killer favorito ha finalizado. Y nos ha dejado la boca con cierto sabor amargo, porque no ha sido, por unanimidad, la mejor temporada de la serie. Trinity Killer puso el listón muy alto, y en menor medida, también lo hizo Julia Stiles con su sedoso y delicado personaje la pasada temporada.
Pero el apoyo ha sido unánime por parte del público, tanto el sector honrado que ha seguido fielmente la serie a través de la cadena de pago Showtime, haciendo de esta sexta temporada la más vista en su historia con una media de 5,4 millones de espectadores (sumando el público en todos los formatos difundidos, emisión en vivo, repeticiones, online y bajo demanda), y, como decimos, también hemos sido el sector ilícito los que hemos alzado a la serie ha tener el dudoso honor de ser la más pirateada en la red de redes, en el pasado año 2011, por encima de nombres del calibre de Game of Thrones, o How I Met Your Mother. Todo ello, ha influido de manera que la cadena ha confirmado la renovación del show, mínimo hasta 2013, lo que supondrá al menos, otras dos temporadas más de disfrute y gozo para el público que sigue con pasión las heroicidades de Dexter Morgan, semana tras semana.
La religión, la creencia en algo etéreo y abstracto, la fe, todo ello ha tenido una importancia vital en el progreso de la temporada, tanto en la narrativa, como en el desarrollo y evolución de los personajes. Mos Def, rapero y actor, ha encarnado al hermano Sam, un ex drogadicto y asesino, que ha redimido todas sus pecados internos, convirtiéndose en pastor, con el fin de ayudar a todos aquellos seres que sienten como su oscuro pasajero invade y alimenta su juicio racional día tras día.
Esa reencarnación del altruismo en el personaje de Sam, tiene como consecuencia, un Dexter que recapacita, reflexiona y medita sobre su dualidad interior. ¿Será capaz la luz que alberga su recóndita alma, de arremeter y asaltar sobre el pasajero oscuro que ha crecido en su psique con el paso de los años? Evidentemente no. Con la caída del sol, Dexter saca a la luz su oscura, violenta, sombría, truculenta y pavorosa identidad.
No solo Dexter ha sido bañado en un lago de fe, el profesor Gellar, y su alumno Travis Marshall (interpretado por Colin Hanks, el hijo mayor de Tom Hanks), los antagonistas de esta sexta temporada, forman una pareja obsesionada con la Biblia y todas las connotaciones apocalípticas que ella contenga. Se nos presenta a ambos con misticismo e intriga, y vamos descubriendo con el paso de los capítulos sus atroces homicidios, todos ellos plagados de simbolismos (alfa y omega, Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis…). Dexter, que siente como personal esa venganza, se encarga de forma personal, como es habitual, de impartir venganza a su manera.
Pero si alguien ha sido protagonista esta temporada, no ha sido Dexter, si no su hermana, Debra Morgan, interpretada por una Jennifer Carpenter, que digámoslo, con el transcurrir de las temporadas se ha mostrado cada vez más sensual y atractiva que nunca. Debra, sobrepasa su techo profesional al ser ascendida a teniente, pero esto no supone más que la chispa que hace explotar su agitada y convulsa vida personal, tanto en el terreno amoroso como en el profesional. No se siente segura en relación a su capacidad para ejercer el puesto, y se muestra apesadumbrada por sus constantes fracasos amorosos.
La sexta temporada ha sido ciertamente decepcionante. No ha sido debido a un declive de la calidad técnica que ha caracterizado a la serie desde sus comienzos, si no a la previsibilidad que ha sido manifiesta a lo largo de toda la temporada. Sabíamos de que manera y cuando iba a finalizar el anhelo apocalíptico de la pareja enemiga. Los giros de guión han sido exiguos y muy poco profundos, y la aportación narrativa de los secundarios ha sido, cuanto menos, banal e intrascendente. En este sentido, salvo la evolución en el personaje de Debra Morgan, nada ha avanzado respecto al final de la quinta temporada. Da la sensación que la continua permuta de guionistas no proporciona a la serie una rigidez narrativa. Han sido 12 capítulos por debajo del nivel que Dexter nos tenía acostumbrados. Aun así, la calidad de la serie está muy por encima de la mayoría de tv shows que invaden la parrilla televisiva, pero otra temporada como esta, no es admisible. Y lo mejor de todo, es que parece que los guionistas también se han dado cuenta.
– Los siguientes párrafos contienen spoilers –
Los guionistas lo saben. Y ella lo sabe. Debra. El oscuro pasajero, tras innumerables evasiones, ha sido apresado de forma antojadiza, ante la mirada atónita y estupefacta de una Debra Morgan que ve como todo lo que le rodea se agita de forma violenta y convulsa. No puede huir, no puede neutralizar a la victima, porque ella es la victima. Entonces, ¿ahora qué?
Las posibilidades que se abren ante el hipotético futuro de la serie son incontables. ¿Cómo actuara Dexter? ¿Deberá hacer caso omiso, o seguir fervientemente el parecer de su oscuro pasajero? ¿Intentará encubrir y ocultar su pasado, o de forma valerosa mostrará su réprobo interior a su hermana?
¿Y ella? ¿Sus sentimientos hacía Dexter se difuminarán como si nada? Ese desarrollo sentimental que ha experimentado Debra no ha sido una decisión apresurada, si no una evolución natural que ha aflorado en la identidad del propio personaje con el paso de las temporadas. – Ha sido algo inevitable, comenta Scott Buck, uno de los guionistas de la serie.
Y a todo ello hay que incluir la incorporación de un personaje íntegramente misterioso y enigmático como es el de Louis, un lúcido informático que se encuentra radicalmente ensimismado con Dexter. ¿Qué se esconde detrás de su encubierto comportamiento? Sea como fuere, parece que los guionistas ya han empezado a poner sobre la mesa las cartas que harán juego para la próxima temporada. Los guionistas han sido valientes, se han quitado un peso de encima, Dexter ha sido descubierto y ahora toca jugar con otra baraja.
Lo mejor de esta temporada ha sido el ascenso de Debra Morgan. La lieutenant está cada día mas desatada y sexy.