Como el favorito no es el único importante, entre los viajes en tren y los que se aventuran en bicicleta, elegí un corto sencillo lleno de nostalgia, Padre e Hija (Michael Dudok de Wit, 2000).
Ante algo tan difícil de soportar como la pérdida de algo importante, existe el contrapunto de la espera a su regreso, algo ligado a la esperanza, esa actitud que nunca pierde el ser humano. Un sentimiento intenso que tan bien plasmado queda en Padre e hija, donde el título ya dice todo lo necesario, un vínculo que jamás se rompe por mucho tiempo que pase. Un hombre, una niña y sus bicicletas dan un paseo hasta un árbol, lugar donde se despiden. Ella convertida en protagonista pasará toda una vida volviendo con su bicicleta por el mismo camino que se antepone a la dificultosa pendiente, para detenerse unos instantes en el mismo árbol y mirar anhelando su figura paterna hacia el horizonte.
Es la propia repetición de sus actos, acompañados por una blanca sonata que descubre cada etapa de toda una vida con distintos ritmos musicales, con sencillos trazos de dibujo que son poco más que sombras arrojadas a través de los radios de una rueda, convirtiéndose en una prolongación del deseo que despide ese personaje, y unos tonos tan tenues que descubren el paso de los años y las estaciones inmersas en ellos.
El minimalismo en las ilustraciones del holandés Michael Dudok de Wit se acompaña de la melodía compuesta por Normand Roger y Denis L. Chartrand, que se convierte en otro tipo de estado de ánimo y evita cualquier mediación con palabras, pues es la unión perfecta para ensalzar una de las maravillosas cualidades del creador del cortometraje, que realmente conforme historias escuetas, y que en ese breve espacio consiga emocionar con una sencillez abrumadora.
Y es que todos hemos sido árbol alguna vez y nos hemos plantado frente a otros para contemplar como afrontan la vida a su manera sin necesidad de intervenir. Quien no lo haya sentido, no debería perderse este pequeño suspiro que desprende vida y recordar que como árbol o protagonista, todos hemos sido partícipes de la añoranza.
Father and Daughter (Michael Dudok de Wit, 2000):
Estaba claro que elegirías éste.
Jum, pues yo no lo tenía tan claro, de hecho ha sido mi tercera elección, gracias a Grandine que ya habló de mi favorito, xD
Viva Skhizein!! 🙂 Por cierto, muy bien y detallado análisis 😉
Mierda, esté iba a ser mi corto favorito para cuando me tocara…
Que no lo vea Chesbert
Uno de los cortos con más sensibilidad y belleza que he visto. Excelente elección, mnemea 🙂
Yo soy Chesbert, a mí no me da más.