Críticas: La saga Crepúsculo. Amanecer (Parte I)

El equipo de esta web fue invitado a la boda de Edward e Isabella -Bella para los amigos-. Un servidor fue para cubrir el evento. Puedo confirmar que Jacob estuvo escondido todo el rato y pudo estar un rato a solas con la novia.

Amanecer: Parte 1 es la última película de la saga Crepúsculo, dirigida por Bill Preservativo -lo sé, como si tuviera 10 años-. Y realmente la saga Crepúsculo no se merecía esta película. Y las anteriores las odiaran más de medio planeta, habrán servido para coger manía a su trío protagonista y demás cosas pero, vuelvo a repetir, REALMENTE NO SE MERECEN ESTA PELÍCULA.

Teniendo a los personajes ya definidos no hacía falta otra puta película introductoria. Y menos aún una donde se tiran dando vueltas con lo mismo durante la primera hora y cuarto de película, donde no pasa absolutamente nada. Se podría definir Amanecer: Parte 1 como un remake vampírico de Juno con Kristen retomando el papel de Ellen Page, Robert haciendo de Michael Cera -ni que pintado- y Taylor, en plan pagafantas, haciendo una fusión de los papeles de Jason Bateman y Jennifer Garner.

Kristen Stewart controla sabiamente todas las escenas donde su personaje está desnudo para que no se le vea nada y tampoco el poder de insinuación sea demasiado elevado. Porque su cuerpo es raquítico y es lo que menos nos interesa, no da pie a la imaginación pervertida del espectador. En ese sentido, mucho mejores Anna Kendrick, Ashley Greene o la cada día más grimosa pero aun así apetecible Nikki Reed -qué ha sido de ese encanto de chica que hizo Thirteen-. No es que sean las mujeres con más curvas del mundo, pero sí un poquito más saludables. Pero el encanto de Kristen, y por lo que a mí me gusta, es su cara de yonki. Todos sabemos que Val Kilmer en los 90 viajó al futuro 20 años y se inspiró en Kristen para interpretar a Jim Morrison. Y en Amanecer Parte 1 parece enfarlopada durante las 2 horas de película. ¡Bravo, Kristen!

Respecto a Robert Pattinson, de su personaje sólo puede decirse que donde pone el ojo… pone el espermatozoide, o lo que quiera salirle de ahí a los vampiros. Qué puntería, macho. No sé cuantos años esperando a echar un polvo para que a la primera, ¡zas!… para eso no hubiera hecho falta ni que te casaras, macho. Aunque después de preñarla hubieras tenido que hacerlo como hombre anticuado que eres, claro. Vamos, que, al fin y al cabo, estaba destinado a casarse. La próxima vez, utiliza lo del apellido del director de la película.

La dirección de Bill Condon, que es un tipo que hizo las estimables Dioses y monstruos y Kinsey, y también esa bolinga de Dreamgirls, además de escribir Chicago, tiene nula personalidad. David Slade no es que hiciera un gran trabajo con la tercera parte pero supo trabajar bien los flashbacks y, también, la atmósfera. Vamos, que no se vio tan absorbido por el material y tuvo algunos destellos. Cosa que no consigue el bueno de Billy, que se ve devorado por el material con el que cuenta.

Amanecer: Parte 1 comienza como El padrino o El cazador. Con un bodorrio. ¡Y todos se sorprenden que no aparezca Jacob! Pero si nuestro lobo favorito solo iría a la boda para desgarrarle el vestido a Bella y aullarle ahí de lo lindo. El caso es que entre la boda, la luna de miel, que Bella se quede preñada… todo parece el argumento de un telefilm -o de la mejor telenovela sudamericana imaginable, la luna de miel es en Brasil…-, y encima se lleva más de media película. Cuando quiere comenzar lo bueno, la película ya ha acabado. Si acaso se puede destacar lo sumamente mojigato que es el guión. Stephenie Meyer, te amo.

Para acabar, y haciendo un chiste malo, esto sí que es el amanecer de los muertos y no lo de Zack Snyder… ejejejejeje -no valen piedras-. Al fan de Crepúsculo que lea la crítica solo le digo dos cosas: primero, que no fusile la crítica -vaya, esto no es FA, aquí no hay que suplicar- y, segundo, recordarles aquello que cantaban los Celtas Cortos: «Tranquilo, no te pongas nervioso, tranquilo».