25 de abril de 2024

Críticas: Avatar

Con el estreno de John Carter, superproducción de la Disney, esta semana toca hablar de Avatar de James Cameron. ¿A favor o en contra? Eso se lo dejamos a McTeague.

Hay gente que parece que solo tiene la capacidad de disfrutar un homenaje a Georges Méliès si se le señaliza bien claro desde el principio que lo que va a ver es un homenaje a Georges Méliès. Con la coartada que permite al espectador sentirse un cinéfilo más sabio si aprecia la referencia cultural que se le sirve en bandeja, uno puede permitirse disfrutar un placer visual que se disfraza de placer de la mente. Pero yo no dejo de preguntarme por qué parece que sea más legítimo disfrutar con el homenaje explícito y cultureta al genio francés que disfrutar directamente con una película del genio francés.

O, con una de sus herederas directas, que no es sino lo que es Avatar, de James Cameron. Los espectadores de 1900 se maravillaban cuando, a golpe de montaje, ese sujeto barbudo que veían en la pantalla aparecía y desaparecía sin solución de continuidad, y más aún cuando a golpe de sobreimposición se quitaba la cabeza, y le crecía otra, y hacía malabares con las dos y con una tercera que había vuelto a aparecer. Los espectadores de 2009 nos maravillamos con el salto vertiginoso sobre un barranco que se abre a nuestros pies en gloriosas tres dimensiones, mientras un dragón azul casi nos roza la cara cuando intentamos agarrarnos a él para no caer al abismo. Y entre una cosa y otra la diferencia es mínima, nunca artística sino solo tecnológica.

Luego llegó la pequeña burguesía, desesperada por aparentar dignidad y prestigio, a reírse de aquello, llamándolo entretenimiento para las vulgares masas, y a exigir “historias”, coartadas culturales para disfrutar de lo mismo que los gárrulos obreros pero pretendiendo que era otra cosa, y las pantallas se llenaron de estáticas, plomizas adaptaciones mudas de Shakespeare (ojo al contrasentido) que hoy nadie aguanta, mientras los divertimentos de Méliès se mantienen frescos, evocadores, poéticos. Como sigue habiendo hoy día aspirantes a plumillas que le critican a Avatar que su historia sea simplona y haya sido contada mil veces, como si aún quedaran historias por contar.

Y es que el cine primitivo y primigenio de Cameron, y sobre todo su Avatar, es principalmente lo mismo que el de Méliès, puro sentido de la maravilla, como lo fue durante un tiempo el de Spielberg antes de tratar infructuosamente de convertirse en John Ford. Sentido de la maravilla, disfrute gárrulo, incontaminado y por eso mismo purísimo y delicioso, cine tan puro como el que imaginaba Rossellini, como el que intentaba De Sica en Umberto D cuando filmaba a Maria Pia Casilio fregando los cacharros, porque tan fascinante y tan puro es ver a la criada Maria fregando los cacharros en tiempo real como lo es viajar a velocidad de vértigo, saltando por entre los árboles fluorescentes de Pandora. Hay placeres más serenos y otros más expansivos, placeres más intelectuales, otros más emocionales, y otros más sensoriales, pero no debería haber realmente jerarquía entre ellos, por mucho que alguno sea efímero por naturaleza (cosa que a veces se confunde con que la película sea “olvidable”… vuélvela a ver y dime que no disfrutas de nuevo…).

No quiero con esto hacer una defensa a todo el cine de espectáculo hollywoodiense. Dentro de este cine lo hay malo (muchísimo), regular (aún más), y bueno (poco actualmente, pero no tan poco como algunos creen). No todo ese cine es Méliès. Pero el de Cameron es del bueno: del que no aturde sino que excita la imaginación, del que no confunde con doscientos planos por segundo desde ángulos incongruentes sino del que planifica todo para que el espectador se sienta incluido en la acción, y pueda disfrutar del esplendor visual que se le pone delante, y del que narra como si no hubiera un mañana, como Cecil B. De Mille, controlando los ritmos, combinando con arte los momentos álgidos con los momentos serenos, definiendo personajes y situaciones de manera simple pero contundente y efectiva, en dos trazos o hasta en uno (esos villanos de dibujo animado…), para poder pasar al siguiente punto de la historia sin perder el tiempo.

Hay películas de ciencia ficción que pueden presumir de ser mucho más profundas, de mover mucho más a la reflexión, de estar más matizadas… pero, por ejemplo, una de las más famosas, nos fascina por su pasión visual (o visionaria) y narrativa mucho más que por su muy discutible mensaje “social”. Hablo de Metropolis, de Fritz Lang, donde la Von Harbou metió sus desnortadas ideas sobre el capital y el trabajo, como Cameron mete en Avatar su filosofía Cumbayá y New Age sobre el imperialismo americano y la alianza de civilizaciones, y no por ello debemos odiar a ninguna. Porque aunque otras películas del género sean más profundas, pocas pueden presumir, como Metropolis o Avatar, de arrastrarte con ellas con tanta fuerza a pesar de que el fondo de lo que están diciendo sea una nadería. Con esto no quiero poner a Avatar al nivel de Metropolis, que la de Lang tiene además otras muchísimas virtudes, pero sí relativizar la importancia de los “mensajes” y las “historias” en películas cuya esencia es otra, no menos importante (y además, al menos los mensajes bienintencionados de Cameron no son insultantes, como lo eran los de Von Harbou).

Escrita por McTeague

4 comentario en “Críticas: Avatar

  1. Grandísima crítica. Personalmente, puede ser que la primera vez que la viera pecara de algo de eso que dices, de esperar una historia o mensaje más elaborados, cuando quizá la película funciona más a nivel sensorial. La putada es que realmente creo que Cameron a lo largo de su carrera ha estado mucho más acertado en los guiones que en esta Avatar, los dos de Terminator y el de Aliens son concisos, van al grano, pero son brutales, nada ingenuos y sin casi concesiones al espectador, algo que en Avatar sí hay y a bofetadas. Quiero decir que a lo mejor Cameron de haberse currado un poco más el guión y el "mensaje" le habría quedado una película más completa, que funcionase a los dos niveles. Igualmente, tendré en cuenta tu punto de vista al volver a verla, a ver si la disfruto más que la primera vez.

  2. Toma ya, McTigre. Enhorabuena por la crítica y por poner a cada uno en su sitio. Que criticar es muy fácil y reconocer el disfrute de según qué obras casi un tema tabú. Ole ole y ole, a tus pies, maestro xD

  3. Gran crítica, aunque a mí lo que me revienta de "Avatar" no es su filosofía "New Age" sino que se la termine cargando con el recital de hostias final. Se acepta que Cameron no pretenda aleccionar y que la película no sea el paradigma de la profundidad, pero… ¿no es capaz de mantenerse en una línea clara de actuación?

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