Tras tantas adaptaciones de los diversos superhéroes que pueblan las estanterías de cualquier tienda de Norma, ahora Josh Trank nos trae su propia versión del asunto con Chronicle. Y lo hace intentando dar una vuelta de tuerca al tema que, aunque nos la vendan como un nuevo paso en el género del falso documental, esconde sus verdaderas claves y virtudes en un subtexto que nos transporta directamente a lo que vendría a ser una especie de génesis del supervillano.
Una génesis que empieza a cocerse desde el momento en que los tres protagonistas, que parecen no entender esa máxima de «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad», juguetean con sus nuevas habilidades como si la cosa no fuese con ellos. Por suerte, Max Landis (sí, es hijo de John Landis) se despoja de cualquier atisbo de moralidad barata en esa deconstrucción del supervillano, y las causas de su transformación se alejan diametralmente de los típicos (y rancios) discursos sobre la maldad humana, haciendo más bien hincapié en los traumas y el día a día con el que debe lidiar Andrew, un muchacho cuya situación de marginado escolar no mejora mucho al llegar a casa, donde le esperan una madre enferma y un padre borracho que se ensaña con él siempre que puede. En definitiva, que Landis y Trank tiran de tópicos en su guión, pero se guardan cualquier tipo de sermón que no sólo trivializaría el personaje, si no además también el propio film.
Film cuyas claves nos indican sus creadores desde un buen principio, donde un plano fijo y la firme intención de su protagonista por filmar desde ese mismo instante todo lo que suceda, arrojan luz acerca del hecho de hasta donde llegará el formato elegido por estos debutantes. El hecho de acogerse al formato de falso documental ya supone, por sí, un handicap. En primer lugar, por el hecho de justificar constantemente la irrupción de una cámara en el escenario, hecho que en Chronicle resulta todavía más difícil de sostener no sólo por las situaciones que se arman entorno a esa cámara, si no también por su transcurso narrativo, que hace cada vez más difícil manejar esa premisa. En segundo lugar, por la aleatoriedad del montaje; es decir, uno entiende que una secuencia se pueda cortar aquí o allí, pero más complicados se antojan cortes que atañen a la misma escena, al mismo escenario y al mismo plano: en resumen, cortes difíciles de justificar y que, muy de vez en cuando, empujan al espectador fuera del propio film. Por último, el hecho de poner en boca de Andrew esas palabras, logra que cuando se pretende abarcar un momento donde su cámara no está presente, Trank y Landis deban acudir a recursos de lo más ridículos que terminan desmontando la base del propio film por no saber despojarse debidamente de ese pequeño obstáculo creado por ellos mismos. Por ejemplificar, la secuencia donde el primo del protagonista va a visitar a la muchacha del blog, no sólo empieza desarmando un discurso curioso (el de Andrew grabándose todo el tiempo), pues se antoja además como un inciso tan irrisorio como innecesario.
Pasando por encima de ese, su principal defecto y el que quizá termina convirtiendo Chronicle en una experiencia mucho menos satisfactoria de lo que podría haber sido, hay que reconocer que el trabajo de Trank sabe divertir y distraer a partes iguales con algo que quizá no resulta tan lejano como podría parecer, y es que su germen no queda muy lejos de la comedia adolescente norteamericana en determinados momentos, puesto que por mucho que se nos presente a tres chavales que adquieren unos superpoderes de la noche a la mañana, aquí la responsabilidad y el tacto son derogados en pro de un humor macarra que no aspira a demasiado y, como mínimo, consigue sonsacar alguna sonrisa al respetable para lograr que antes del estallido final uno no esté consultando el reloj antes de tiempo.
Pese a que una propuesta que podría haber sido tan refrescante y curiosa termine quedando en agua de borrajas, tampoco habría que olvidar el trabajo de Dane DeHaan, un chaval al que no le ha costado nada cogerle el pulso a esto de tomar roles protagonistas (ya lo fue en Amigo de Sayles) y que en Chronicle sabe explotar sus virtudes para dar vida a un personaje que se va retorciendo, y no sólo a causa del guión. Quizá también haya que dar un pequeño capón a Trank por dejarnos con la miel en los labios y rodar de forma tan desabrida la anticipada batalla final, así como por dar cierre con un epílogo tan blandito que no hace justicia al género. En definitiva, que quizá sea mejor que mucha de la broza que nos intenta vender DC Comics o Marvel, pero también queda un peldaño por debajo de otras películas como Kick Ass o Iron Man, cuando podría haber estado perfectamente por encima. Otra vez será.
Es bastante floja. Como dices, el formato de falso documental la lastra. Además de que ya huele bastante.
No sé cómo está gustando e incluso gente la está considerando una cinta de culto…
¿De culto? Mon dieu… lo dicho, un 5 pelaete y por esa génesis del supervillano, que sino…
Y ni eso… Mira que no llamar a Cofidis…