25 de abril de 2024

Críticas: Trainspotting

Trainspotting II

Está claro: Trainspotting va a la caza del beneplácito del público juvenil, y vaya si lo consigue (con sus excepciones, como todo). Pero no se queda en esto y va más allá: consiguió tanto el éxito comercial como una horda de fans que le rinden culto. ¿Hasta aquí? No, aún más allá: desde su estreno logró instalarse en una zona privilegiada de la historia del cine y en la conciencia cultural colectiva, algo de lo que muy pocos títulos pueden presumir, y se ha mantenido en ellas sin síntomas de debilidad. El mérito es, fundamentalmente, de Danny Boyle, quien, ayudado por el guionista John Hodge, supo adaptar la famosa novela de Irvine Welsh como ésta requería, conservando su estilo. No era nada fácil.

Erigida como uno de los estandartes de la cultura noventera, esta película de escenas, cada cual más efectiva y deslumbrante, habla de jóvenes rebeldes en una sociedad a la que se resisten a pertenecer con más o menos intención de ello según el caso. Las figuras paternas, que tanto en el arte como en el psicoanálisis como, por supuesto, en la propia vida en general representan la autoridad, aparecen en el film como figuras muy presentes, pero débiles, pasivas, transigentes en exceso, integrantes de una de las primeras generaciones de padres modernos que se enfrentaban al reto de digerir unas nuevas bases educacionales. Pero en el centro de todo se encuentran los amigos (incluyendo aquí las parejas sentimentales), principal influjo y principal fuente de compañía, satisfacción e información durante las etapas adolescente y juvenil. A esto hay que añadir que la red de la amistad está hecha de lealtad, de recuerdos, de nostalgia, de cariño y de confianza, materiales todos ellos muy sólidos y resistentes cuando de verdad existen. Aunque, claro, la individualidad es, en última instancia, la responsabilidad primera, así como el mando principal. En un entorno donde las drogas determinan la vida toda esta problemática social se multiplica, y puede hacerlo hasta llegar a límites insospechados.

Trainspotting I

Estamos ante una obra de diseño, ante un ejercicio underground anti-establishment y ante un alegato antidroga. Es decir, estamos ante una película de naturaleza curiosamente contradictoria, pero también es cierto que esto no consigue anular sus múltiples virtudes. Y es que Welsh construyó una novela nada sutil, pero sí más compleja de lo que parece a golpe de vista, y Boyle y Hodge supieron asimilarlo de forma notable. Esa complejidad, sobre todo psicológica y moral, es transportada por un personaje carismático y cercano, además de censurable o defendible según como cada espectador lo reciba. Hablamos, claro, de Mark Renton, fabulosamente encarnado por un Ewan McGregor en estado de gracia. Y en estado de gracia estaba también Danny Boyle. Se nota en cada segundo de la película: en su completo control del medio, en su comprensión del timing narrativo y en sus acertadísimas decisiones estéticas, amparadas a menudo en un fabuloso manejo del color y la simetría.

Por todo lo dicho, para nada es de extrañar que Trainspotting sea un verdadero hito de la cultura contemporánea.

Trainspotting de Danny Boyle

8 comentario en “Críticas: Trainspotting

  1. ¿No sería "a cual más efectiva y deslumbrante"? Por lo demás, buena crítica. Se te olvidó comentar la vitalidad que le insufla a uno con cada visionado: la peli da un buen rollo -paradójico- que te cagas. Todo un hito de su tiempo, desde luego. Para mí es un 10.

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