5 de octubre de 2024

Críticas: Men in Black 3

Will Smith y Tommy Lee Jonesvuelven a enfundarse sus trajes negros para salvar nuestro planeta por tercera vez.

Si fuera poco tolerante con otras razas extraterrestres podría resumir Men in Black 3 con un «El tema principal es de Pitbull, ¡CORRE!». ¿Pero quién no es un alienígena en un mundo donde los ratones no vomitan y donde el final de Yo soy Bea (remake de un remake) sorprendió a una millonaria audiencia que fingía desconocerlo?

Vivimos en el mundo de la serigrafía pasajera, de la renqueante aceptación de la realidad y de la conspiración entre redes sociales subalternas en menos de 140 caracteres. Men in Black 3 es MIB3 como contracción de algo que ejerce de todo. Barry Sonnenfeld y Steven Spielberg vuelven a afiliarse para lanzar un triple órdago y desafío a los espectadores y seguidores de la hasta trilogía: un salto mortal al vacío, a vida o muerte, en el que se establezca un sentido global a todo lo vivido anteriormente. Un hombre sabio nos avisa: no hay que hacer preguntas cuando no quieres saber las respuestas. ¿O era aquello de no hay que hacer preguntas que no tienen respuesta? ¿Pero ofrecen auténticas respuestas los taquillazos y las estrellas de Hollywood? ¿No se hará el público palomitero un lío con tanto viaje en el tiempo y estiramiento facial? Tal vez tanto director como productor sean conscientes de que el espectador ya es inmune con las gafas en 3D al neuralizador del cine comercial. Como si fueran Los cronocrímenes con gafas molonas de sol, como si la quinta temporada de Lost se desarrollase en una isla llamada mainstream, como si el Botox y la Viagra ya no fueran suficientes en un universo digital, toca viajar a través del tiempo que ya se detuvo tiempo atrás.

Cierto es que Tommy Lee Jones está muy ‘viejuno’ y su cara es un poema: arrugas aglutinadas, palidez extrema y unos ojos extraños. Como si hubieran tenido quitar un kilo de carne de esa zona para que pudiera ver. No sé si será el motivo por el que se haya decidido a darle ‘carpetazo’ y dejar que el cuarentón de Josh Brolin (en el papel de un joven K que no llega a la treintena) se encargue de ser la pareja de Smith con carácter de perpetuar la franquicia si se reactiva en el futuro. Ver a Tommy Lee Jones con andador en una posible Men in Black 4 podría ser discordante para gran parte de la juventud actual que ya ve a Will Smith como el candidato para los papeles de Morgan Freeman. En breve Jaden Smith empieza a birlarle sus papeles, tiempo al tiempo. Más allá de aquel renovarse o morir, el filme de Barry Sonnenfeld ha decidido que Rip Torn sea un R.I.P. y que Emma Thompson aporte feminidad entre tanta testosterona y traje de ejecutivo. No hay que engañarse: el universo basto e infinito también es machista. Los homenajes y guiños se suceden en homenajes continuos a Frank El Perro, gusanos espaciales y compañías interplanetarias no establecidas. Es el brillo de la reliquia y del blockbuster con historia, enlatado y listo para su consumo.

La tónica habitual del último mainstream es seguir ese terremoto del que hablaba Cecil B. DeMille y continuar creciendo al ritmo de las mandíbulas diluyentes de palomitas que existan al otro lado de la pantalla. Men in Black 3 empieza fuerte: una tarta de fresa y dos protuberantes pechos para que a nadie se le ocurra decir que le han engañado. Aunque el Rating en EEUU va a ser PG-13 (en España para menores de 7), el beso con lengua inaugural (y único de toda la película) no tiene que envidiar en absoluto al cine pornográfico. Con el villano establecido (Jemaine Clement maquillado le da un aire a Hugo Weaving) toca establecer el pasado como incógnita a descubrir y que un héroe de color tenga ser doblemente héroe en 1969. El viaje a dicho año podría centrifugar firmamentos y hacer un crossover de Mad Men con el universo Robert Zemeckis, sin contar con los jugosos chistes de los que puede sacar la piel de Will Smith en una época para nada propicia a su color. Y de hecho intentan congratularse en el cliché de ‘un negro conduciendo un coche caro debe haberlo robado’ o hacer continuadas bromas sobre la época y el mundillo contracultural neoyorkino mientras escuchamos a The Velvet Underground o Nico toma forma. Atención a los diseños metálicos de pasarela robados de Who Are You, Polly Maggoo?

Es cierto que Toy Story 3 ha hecho mucho daño a las terceras partes. Ahora hay que llevarse un paquete de kleenex si el título de la película (cuasi) acaba con un ‘3’. ¿¡No se han dado cuenta que es un engorro secarse las lágrimas con las gafas en 3D y quedarse ciego!? Yo he llorado tanto como en Piraña 3D pero les aviso: Spielberg es muy traicionero con los finales y aquí quiere hacer grande a toda la trilogía como ese gran e indisoluble espacio gravitatorio emocional. Más allá de que Michael Jackson pase a ser Lady Gaga. ¿O lo es Justin Bieber? Más allá de que nos descubran que Tim Burton no es de este mundo (¡ya lo sabíamos!). Más allá de los cameos de Rick Baker o Barry Sonnenfeld. Más allá de la banda sonora de Danny Elfman. Más allá de que reivindiquen el Cola Cao sin llamarlo Cola Cao y que cuando acaba la película te entren ganas terribles de escuchar el maravilloso ‘Empire State of Mind’ de Jay-Z con Alicia Keys mientras te comes una tarta. Más allá de todo eso… por fin una película nos explica por qué Warhol fue Warhol y pensaba tanto en la dilatación temporal (y anal). ¡Y no era alienígena sino un genio! Descubran de qué viendo este funcional blockbuster que convierte a sus anteriores partes en meras minúsculas piezas de esa totalidad del espacio y tiempo.

5 comentario en “Críticas: Men in Black 3

  1. No es casualidad que Tommy Lee y Josh Brolin trabajaran juntos en No es país para viejos. Eso mismo es lo que le han dicho a Tommy en este rodaje y, ale…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *