4 de octubre de 2024

Sarajevo, día 0

Sólo falta un día para que comience el festival.

La imagen que sigue teniendo mucha gente sobre Sarajevo se resume en la foto, una ciudad que tuvo su momento de gloria internacional en los Juegos Olímpicos del invierno del 84, cuando Yugoslavia jugaba a ser la (falsa) tercera opción en esa partida de ajedrez donde siempre perdía otro (llámese Vietnam o Afganistán) que fue la guerra fría, y el posterior infierno de la guerra que asoló a los Balcanes a inicio de la década de los 90 cuando el régimen soviético y sus satélites se vinieron abajo cual castillo de naipes.

Hoy en día, a menos a simple vista, queda poco de todo eso. Ya no es tan habitual ver los restos de metralla en las fachadas y muchas casas se han reconstruido. Ha tardado lo suyo, pero parece que la ciudad se recupera poco a poco.

Sarajevo es una ciudad de contrastes, donde Occidente y Oriente siempre han chocado creando una cultura única, uniendo lo viejo y lo moderno. Una ciudad especialmente rica en los pequeños detalles.

Cuando llegué de Zagreb después de más de 9 horas de autobús conseguí encontrar un albergue barato en el mismo casco viejo. Pero no es un albergue cualquiera. No. El albergue está salpicado de banderitas de la extinta República Federal Yugoslava con su estrellita comunista y adornado aquí y allá con fotos de Josip Broz Tito, el dictador que manejó a su antojo el país durante casi medio siglo. Dictador que, sorprendentemente, sigue teniendo no poca popularidad entre todos los habitantes de las antiguas repúblicas. Y es que no hay como que los que vengan después de ti sean peores para que se te recuerde con cariño. Así que ese es el albergue, dos pequeñas habitaciones llenas de literas, un salón, una cocina, ordenadores con wifi y retratos del cabronazo de Tito. 7,5 euros la noche. Los principios de uno se resienten ante ese precio. Luego descubro que es el albergue antifascista de la ciudad de Sarajevo. Mira qué bien. Sospecho que no pocos pasan por alto este pequeño pero revelador detalle.

Llevo unos días paseando por la ciudad. Llegué demasiado pronto; la fecha del vuelo de Barcelona a Zagreb debía ser el dos si no quería ver como aumentaba de manera insoportable el precio del billete. En el albergue la gente está de paso, y raro es el que no se queda una única noche. Así que paseo, bebo, como, leo y escribo. No necesariamente en ese orden.

Sarajevo… Sarajevo es encantadora, pero se tarda en encontrar su tono. No es una ciudad especialmente bonita o majestuosa, pero si vas con calma y no tienes que hacer nada más que pasear le encuentras su punto; sus terrazas con sus cafés turcos, sus comidas exóticas mezcla de la cultura helénica y turca (viva el burek y los evapi), los largos paseos al lado del Drina, sus mezquitas, iglesias (católicas y ortodoxas) y hasta sinagogas (no por nada, cuando decidimos expulsar a los judíos de España, los sefarditas, muchos acabaron en esta ciudad y siguieron llevando su vida hasta que en 1941 el bigotes alemán invadió el país). Lo bueno es detenerse en el barrio otomano de Bascarsija y disfrutar de una cerveza bien fría del lugar o decantarse por una café turco y saborear una cachimba, subirte en unos de los simpáticos (y viejos) tranvías que atraviesan la ciudad, contemplarla desde lo alto de la Zuta Tabija y desde allí escuchar el eco de la llamada al rezo de los musulmanes. La gente suele ser muy agradable y los jóvenes en el peor de los casos se defienden bastante bien con el inglés. Y no hay en la tierra mujeres tan guapas. Palabra.

Es una ciudad agradable y entristece bastante pensar en su pasado más reciente. No conozco mucho la ciudad, más que nada porque no conozco a nadie y creo firmemente esa máxima que dice que no son los lugares, sino su gente. Hace 6 años la visité, pero apenas una tarde. Fue para ver una película del festival, El funeral, de Abel Ferrara, al que le dedicaban un homenaje a toda su filmografía. Lo recuerdo con cariño porque el propio Ferrara apareció en la sala al final de su proyección y en cinco minutos tuvieron que detenerlo porque quería pegarle a uno del público que quería una explicación razonable sobre el final de la obra. Lo curioso es que volví a encontrarme con Ferrara unos años después en el festival de Sitges, donde la lió parda en el hotel y fue a recoger su premio totalmente bebido e insultando a otros cineastas.

Hoy fui a recoger el pase de prensa. Me da derecho a ver todas las películas de la sección oficial, pero no al resto de cintas, donde puedo entrar siempre que haya algún asiento libre. Eso quiere decir que está bastante complicado para ver la de Haneke o la de Brave, pero no os preocupéis que voy a hacer unas reseñas estupendas de algunas pelis búlgaras a concurso. Por cierto, malas noticias, no soy el único medio español acreditado en el festival. Eso nos quita el factor «somos los más guays» y tendremos que confiar por entero en mis crónicas. Tiemblo.

Mañana por la mañana comienza todo, y luego el resto del día se resume en copas gratis que me van dando en zonas distintas de la ciudad. Y ojito, por que voy a intentar a entrevistar a Victoria Abril. Estoy abierto a cualquier ayuda que me podáis ofrecer sobre como enfocar las preguntas. De momento tengo una: <<Victoria, ¿qué haces en una peli macedonia?>>

En fin, yo ahora me marcho que al otro lado del río dan un concierto de música tradicional y aprovecho para cenar en la casa de Inat Kuca, uno de los pocos sitios que me quedan por visitar.

Todos tenemos las imágenes de destrucción de Sarajevo. Y aunque no me aventuro a decir de que la gente lo tiene superado (cuando estuve hace unos años por Mostar la primera impresión era esa, pero luego, cuando comenzabas a conocer a la gente y a escucharla, te dabas cuenta de que Bosnia, hoy por hoy, es un chiste de país donde en algunas partes los musulmanes y los católicos van a horarios diferentes al colegio para no tener que verse), Sarajevo está viva, recuperándose poco a poco.

Algún día, la biblioteca de Sarajevo estará reconstruida y volverá a ser un lugar encuentro para todos sus habitantes

11 comentario en “Sarajevo, día 0

  1. Es curioso que en la capital Bosnia le tengan cariño a Tito, el cual, según occidente, intentó que Serbia hegemonizara los Balcanes. Aunque puede que no sea el lugar ni el momento, en perspectiva, durante la época del titismo se consiguieron no pocos logros sociales y económicos, fuera del paraguas de las dos superpotencias y una envidiable armonía multiétnica en un país con tantas nacionalidades y tan enfrentadas.

    1. A cambio de las restricciones a la libertad que todos conocemos, también se podría decir de Franco casi todo lo que has comentado y como que me niego.

      1. Espero que no compares un país socialista con uno nacionalcatólico, porque considero que no es lo mismo. La libertad que tenían los bosnios de ser bosnios era infinitamente mayor que la que tenían los catalanes siquiera de sentirse catalanes. Pudo no ser el régimen perfecto, pero hoy a mí también me coartan la libertad al meterme 3 años por una sentada o 3.000 € por atentado contra la autoridad, pero por supuesto nos creemos mejores, nuestra "libertad" es más pura, siempre que no molestemos.

        1. No es lo mismo en cuanto a sus principios y con ciertas actitudes ante ciertos temas pero la falta de libertad es patente en ambos. Nada hombre, en China o en Corea del Norte no te meten 3.000 € por atentado a la autoridad si haces una sentada, es cierto.

          1. Corea del Norte es un caso excepcional que habría que estudiar aparte. Y contra China hay una campaña internacional de calumnias simplemente por el hecho de ser la nueva potencia mundial, aunque es cierto lo que dices.

            En la Yugoslavia socialista no había libertad como lo entendemos aquí, pero en un contexto de asedio internacional a los países socialistas no podemos tener las mismas normas. Puede que hubiera abusos, puede que hubiera leyes injustas, y desde luego era un sistema mejorable, pero al igual que en la URSS los trabajadores sacaron unos países devastados por una guerra como nunca había pasado antes e hicieron de ellos potencias industriales, mejorando notablemente el nivel de la mayor parte de la población. Aquí el franquismo nos ha vendido lo bonito que era Madrid centro o Barcelona, pero pocas veces sale en televisión como vivían en el Pozo del Tío Raimundo, en las afueras de Barcelona o en las Hurdes, hubo progreso, sí, pero para una minoría, para la burguesía monopolista que fue la que fundó la "democracia". En cualquier país socialista se ha erradicado el analfabetismo, hay acceso universal a la sanidad y a la educación en cualquier grado, ¿eso pasaba con Franco? ¿Cualquiera podía asistir a la universidad? ¿Cualquiera tenía acceso a la sanidad? No, y en lo segundo hasta se ha hecho una campaña mediática afirmando que así era, que la seguridad social es un invento del mismísimo Franco, algo completamente erróneo, ya que no existía nada ni parecido.

  2. Yo no he dicho que se le tenga cariño a Tito, pero en general, no está mal visto. Pero claro, no hay como que luego llegué Milosevic y compañía para dejar todo manchado de sangre para que se tenga nostalgia del pasado. De todas formas la gente le tiene más cariño a la roja, al Real Madrid o a Casillas que a Tito, para que nos vamos a engañar.

    1. La vi anoche en el cine de verano a rebosar, con decirte que tuve que sentarme en las escaleras… Al público le entusiasmo, de hecho sé de buena tinta que es la segunda película más votada para el premio del público, a tan sólo una décima de la primera. Mañana hago la crítica.

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