Entretenido thriller futurista pese a sus deficiencias de guión. Cuatro años después de estrenar The Brothers Bloom, y siete desde su ópera prima Brick, Rian Johnson vuelve a contar con Joseph Gordon-Levitt para este nuevo trabajo. Una película cuyas principales deficiencias se hallan en una historia que cae en sus propias trampas tras imponer ciertas reglas, cayendo en incoherencias (que no desvelaremos en ningún caso) y generando una estructura un tanto deshilvanada que crea vacíos argumentales de escaso interés. Sus puntos fuertes se hallan en el ritmo e ingenio de sus escenas de acción, en un buen reparto y sobre todo en la interesante situación en la que se ve envuelto el personaje protagónico: encarnado por Gordon-Levitt de joven y por Bruce Willis de viejo, ambos actores interpretan un personaje único, con diferentes edades pero confluyentes en el mismo tiempo narrativo.
Con una voz en off excesivamente explicativa, nos cuentan el contexto en el que se desarrolla la historia en los primeros minutos de metraje. Situada la acción entre los años 2074 y 2044, tras descubrirse cómo viajar en el tiempo su uso queda prohibido; como apóstrofe, nos añaden que el 10% de la población tiene poderes de telequinesia que no sirven para nada. Pero volvamos a los viajes en el tiempo, tras ilegalizarlos las bandas criminales se apropian del invento para utilizarlo delictivamente y a su antojo: su principal fin será el de enviar a sus víctimas 30 años atrás donde un tipo esperando en el lugar acordado, y escopeta en mano, se encargará de deshacerse de la persona enviada. Esos tipos son conocidos como Loopers, “loop” en inglés significa “bucle”, la denominación se debe a que todo Looper está condenado a cerrar su bucle; es decir, a matarse a sí mismo en uno de esos envíos que reciben. Evidentemente, algo sale mal cuando Gordon-Levitt debe hacer lo propio.
Con los claros referentes de Terminator, en cuánto al rol del personaje básicamente, y realizando una ambientación inspirada en Blade Runner; sin estar ni muchísimo menos a la altura de ambas películas; Looper pierde mucho fuelle en los momentos de dosificar la acción, y describir la atmósfera y los personajes. Como decíamos, en la introducción del film nos explican mediante la voz en off el contexto, y ése es el primer punto en el que la narración pierde interés. Mientras que Ridley Scott y James Cameron dejaban que el espectador fuera atando cabos contando a través de la acción el mundo en el que se desenvuelven los personajes; Rian Johnson se decanta por “menospreciar” el sentido deductivo del espectador o su capacidad para narrar en imágenes, entre otras cosas por una carta que se reserva en la manga para el desarrollo de la historia.
Y es que dentro de la etiqueta de ciencia-ficción cabe casi cualquier género. Uno puede hacer comedias, dramas, películas de aventuras… En este caso estamos ante un thriller que se pierde en la trama que debe contar. La sensación es que los personajes y sus interrelaciones quedan a un lado cuanto más enrevesados se vuelven los hechos; un error muy similar al que también sucedía en Origen de Christopher Nolan. La complejidad de la historia no debería estar reñida con su profundidad dramática, al igual que una cosa no es sinónimo de la otra. Y, ya que estamos con comparaciones, ahí tenemos Drive de Winding-Refn. Un film verdaderamente clásico y simple en lo que a trama se refiere, y que sin embargo es muchísimo más rico en matices, original y profunda que las películas de Nolan y Johnson.