16 de abril de 2024

Muestra SYFY: Día 3

CAH Wolf children

Tercera jornada de la Muestra SYFY que nos ha proporcionado esta vez 6 propuestas totalmente diferentes entre sí.

La primera de ellas ha sido la película de animación japonesa Wolf Children, del director Mamoru Hosoda, creador de La chica que saltaba a través del tiempo y de Summer Wars entre otras, y que fue premiada a mejor película de animación en el pasado Festival de Sitges.

Wolf Children cuenta como una adolescente, Hana, se enamora por primera vez de un compañero de clase, aceptando incluso que éste sea un hombre lobo. Viven felices con sus dos hijos Yuki y Ame, hasta que un fatal accidente acaba con la vida de él. Hana decide mudarse al campo con los niños para evitar que sean descubiertos en su condición de hijos de un lobo, y allí criarlos en un entorno tranquilo y apacible.

Narrada por Yuki, Wolf Children es un cuento melodramático que, a pesar de estar protagonizado por hombres lobo, se aleja argumentalmente de los temas fantásticos propios de este tipo de animación, y rescata el espíritu de los dramas clásicos de los años 50. El hecho de que tanto el marido como los hijos de Hana sean licántropos, es circunstancial en una historia que habla de los esfuerzos de una madre por sacar adelante a sus hijos y del crecimiento físico y personal de cada uno de los personajes.

Las diferencias en la aceptación de su condición entre Yuki y Ame, y su posterior evolución, son lo mejor de la película que, en su primera mitad, nos regala momentos muy tiernos a la par que hilarantes, sobre todo por parte de la adorable Yuki. Pero es a partir de la segunda hora, cuando los personajes tratan de buscar su propia identidad, cuando Wolf Children pierde frescura a favor del melodrama y el sentimentalismo, llegando incluso a resultar algo pesada.

Tanto la historia como la animación en sí, hacen de Wolf Children una película muy recomendable para todo tipo de espectadores, acostumbrados o no a la animación nipona, pero quizá su excesivo metraje sea un hándicap sobre todo a la hora de llegar a un potencial público infantil.

CAH Twixt

La segunda película del día ha sido el regreso de Francis Ford Coppola al género de terror, Twixt, que, no por muy esperada, deja de ser una nueva decepción en la filmografía del director de Apocalypse Now.

Hall Baltimore, interpretado por Val Kilmer (o el hombre que se comió a Val Kilmer), es un escritor de novelas de brujas que recala en un pequeño pueblo para firmar ejemplares de su última creación. Una vez allí, el sheriff le propone escribir sobre una serie de asesinatos acaecidos en el lugar, por lo que, presionado por su mujer para que vuelva a escribir y a mandarle dinero, decide quedarse a investigar el caso para una nueva novela. A partir de este momento, el guión, escrito por el propio Coppola, se le va de las manos con situaciones absurdas como el incluir en los sueños del escritor a Edgar Allan Poe para que le guíe hasta descubrir la verdad de los asesinatos.

Sin embargo, da la impresión de que Coppola se toma el guión y la película en sí como un juego, incluso jugando a ser otros. Me explico: Coppola juega a ser David Lynch mostrándonos unos sueños totalmente surrealistas del protagonista, incluyendo hasta una alfombra roja en una habitación prácticamente vacía en la que el resto de personajes aparecen y desaparecen, o actúan de manera extraña, cual Agente Cooper en Twin Peaks. También juega a ser Hitchcock en la secuencia del campanario, calcada por completo de Vertigo. Incluso juega a ser Frank Miller con una estética y fotografía similares a Sin City en las escenas protagonizadas por los “malos” de la ciudad.

A estas alturas, un gran director como es Francis Ford Coppola, resulta grotesco tratando de rodar como hicieron otros directores o saturando una película de homenajes, si es que es eso lo que ha pretendido, cuando su propia filmografía es digna de ser homenajeada por cualquiera.

Ni siquiera el reparto compuesto por el mencionado Val Kilmer, Ben Chaplin, Elle Fanning, y en el que destaca sobre todo Bruce Dern a pesar de que su personaje, el sheriff del pueblo, se quede en mera parodia y esté muy desaprovechado, logran levantar una historia que parece escrita para un telefilm de sobremesa.

CAH Antiviral

Pero la frustración que nos ha dejado Twixt en el cuerpo, ha desaparecido por completo al ver la mejor película hasta el momento de la Muestra SYFY de este año, Antiviral.

Ganadora a mejor ópera prima en los festivales de Sitges y Toronto, Antiviral es la primera película de Brandon Cronenberg quien, siguiendo la estela de los primeros trabajos de su padre, David, nos presenta una cinta de ciencia ficción austera en comparación con otras películas del género, pero altamente eficaz.

En un futuro cada vez más cercano, la obsesión por los famosos llega a tal extremo que los fans son capaces de inocularse las enfermedades que aquellos contraen para sentirse más cerca de sus ídolos. Como es natural, al paso de esta decadencia de la sociedad, aparecen varias empresas que comercializan con dichas enfermedades, e incluso con células muertas para el consumo humano. En una de estas empresas trabaja el protagonista de nuestra historia, Syd March, quien comete el error de probar en sí mismo los “placeres” que vende a otros, llevándole a padecer una situación desesperada.

El inquietante Caleb Landry Jones, a quien pudimos ver en películas tan dispares como La red social, X-Men: primera generación o Contraband, es quien lleva todo el peso de Antiviral con una interpretación magistral, haciéndonos partícipes de su transformación física, que no personal, ante nuestros ojos, de una manera brutal.

Dotada de un guión de gran originalidad, creación también del propio Cronenberg, se nota que el director canadiense ha aprovechado las enseñanzas de su padre con una realización espectacular plagada de planos abiertos que nos muestran la obsesión de March al lado de un gran póster de la gran estrella Hannah Geist, de quien todos quieren compartir enfermedad, con una estética pura y limpia, en contraste con primerísimos planos de las punciones inoculadoras de virus y de la sangre que rompen esa fingida pureza.

Personalmente me costó entrar en la historia de Antiviral por cuestiones externas: la decisión de los cines Callao de pasar los subtítulos por debajo de la pantalla en esta Muestra de cine fantástico, a menudo están impidiendo que mucha gente sea capaz de apreciar en su totalidad un argumento como el de Antiviral, por lo que estoy deseando un segundo de muchos visionados que vendrán después de una película original, crítica, espectacularmente rodada e interpretada, que ha puesto el listón muy alto para el cine de ciencia ficción.

CAH Garras humanas

Mientras en la sala 1 disfrutaban de la “fiesta cinéfila” que supone ver The Cabin in the Woods en una sala de cine llena, en la sala 2 volvíamos a ver un clásico del cine mudo de terror, Garras Humanas, una película de Tod Browning de 1927 protagonizada por el llamado “actor de las mil caras” Lon Chaney y una jovencísima Joan Crawford.

Una de las características del cine de aquellos años, era el ambientar la acción en entornos y países “exóticos” para el público norteamericano de la época, y en esta ocasión la historia se sitúa en un circo ambulante de Madrid. Alfonzo, interpretado por Chaney, es uno de los trabajadores del circo, que no tiene brazos y se sirve de sus pies para realizar sus atracciones con las armas. Alfonzo, que esconde un gran secreto, está enamorado de la hija del dueño del circo por la que hará todo lo posible para conseguirla.

Aunque la copia de 1997 que se ha proyectado no fuera de muy buena calidad, hemos podido apreciar la excelente dirección de actores de Browning, así como una fabulosa fotografía a cargo de uno de sus más fieles colaboradores, el gran Merrit B. Gerstad, que supo como nadie sacar provecho de las expresiones de Lon Chaney. Por supuesto es de destacar la gran actuación de Chaney, tan perturbadora y realista que en una ocasión Burt Lancaster llegó a decir que era una de las mejores interpretaciones de la historia del cine. Sin embargo, el guión es en algunos momentos algo inconsistente, omitiendo cuestiones que serían clave para entender las reacciones del personaje de Chaney.

Al igual que sucedió el pasado jueves en la exhibición de Nosferatu, Garras Humanas ha tenido una banda sonora interpretada en directo, esta vez por el dúo de DJs barcelonés Hidrogenesse. Precisamente Hidrogenesse han participado esta mañana en una de las actividades que la Muestra SyFy de este año dedica a los niños, dando un pequeño concierto y poniendo música al clásico de Meliés, Viaje a la luna, con bastantes dificultades, por cierto, por parte de una organización que ha dispuesto un recinto demasiado pequeño para este evento y además con problemas para proyectar la película.

El grupo ha interpretado su particular versión de Garras Humanas con música electrónica bastante repetitiva y en algunos momentos incluso algo irritante. Aun así, el lujo de poder ver en pantalla grande una película de 1927 ha merecido la pena.

CAH The cabin in the woods

Y por fin, en la otra sala, llegó la cuarta sesión de la jornada, la más esperada por todos, se notaba la emoción en el ambiente, y es que muchos íbamos a poder ver por primera vez en pantalla grande The Cabin in the Woods, esa película que reúne todos los tópicos del género para darles una maravillosa vuelta de tuerca. Ya convertida en película de culto (cuyos problemas de distribución no han hecho más elevarla más si cabe en esa posición), contar cualquier cosa de The Cabin in the Woods más allá de decir que un grupo de adolescentes se van a pasar un fin de semana a una casa perdida en un bosque, sería destrozarla. Se trata de una metáfora del cine de terror, en el que parecía que ya nadie se atrevía a innovar. Demente en su historia, pero muy cuidada en su forma, el guionista televisivo Drew Goddard realiza en su primera película un trabajo impresionante con una sano divertimiento que provoca más risa que miedo, con sustos que casi nunca vienen de dónde te los esperas. The Cabin in the Woods se podría comparar con un fuego artificial, ya que empieza y va subiendo, subiendo y subiendo, hasta que explota en su clímax final. Tal vez sólo se pueda criticar un poco su último tramo, algo alargado, pero punto final es tan espectacular que se le perdona. El reparto también sabe jugar con el género y reírse de sí mismo, encabezado por Kristen Connolly y el portentoso Fran Kranz, destacando como siempre al señor Richard Jenkins, cuya típica seriedad, aquí perturbadora, contrasta a la perfección con la excentricidad del conjunto. Incluso Chris Hemsworth, en su papel de chulo sin más connotaciones, consigue estar medio bien (sigue sin saber vocalizar, pero tampoco podemos pedir milagros). Lo mejor es ver The Cabin in the Woods sin saber mucho, sin querer imaginarte nada, simplemente sentarse y disfrutar de esta montaña rusa que es la apoteosis del género, una catarsis absolutamente necesaria. Un futuro clásico, en fin.

CAH Dead sushi

Para terminar la fiesta, se programó para el sábado a última hora la película japonesa Dead Sushi, lo nuevo de Noboru Iguchi, un friki con gran consideración entre los amantes del cine del disparate. Su última ocurrencia es hacer una película sobre piezas de sushi que, envenenadas con una sustancia tóxica, se vuelven asesinas. Cualquier cosa que nos podamos imaginar con este argumento se quedará corta, la película es una sucesión de todas las chorradas posibles (cuando digo todas, son TODAS), representadas con el humor más básico, físico, zafio y absurdo. Es como una mezcla de un capítulo de una serie de dibujos animados y otro de Benny Hill a la japonesa. Una cosa infame de serie Z por lo menos, con “efectos visuales” de mercadillo, raudales de kétchup y efectos de sonidos propios de Humor amarillo, que sólo puede verse en estas circunstancias, en una sesión nocturna rodeado de gente haciendo el gamberro. Porque la película es tan autoconsciente de que es una tontería, que tienes que acabar riéndote, no hay más remedio en una historia en la que el héroe es una pieza de sushi de huevo. ¡HUEVÓN, TE QUEREMOS!

Un artículo de MariFG y Sofia Perez Delgado

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