20 de abril de 2024

Alta Films, fin de una era

La distribuidora de cine independiente cierra tras 44 años de actividad.

Enrique González Macho
Enrique González Macho, director y fundador de Alta Films.

Durante la noche del pasado miércoles 17 de abril se empezó a propagar la noticia del más que posible cierre de la distribuidora Alta Films, también productora de cine español y empresa propietaria de la prestigiosa cadena de cines Renoir. Las redes sociales comenzaron entonces a dar lugar a informaciones confusas, perdidas entre su inmenso bullicio, en unas horas en las que únicamente se conocía la portada que publicaría El País en su edición del día siguiente. En ella, su director y fundador Enrique González Macho advertía de lo insostenible de la situación del cine en España en general y confirmaba el punto límite al que había llegado su empresa en particular. También presidente de la Academia de Cine, ya había mostrado anteriormente su preocupación ante una subida del IVA “inasumible, que va a provocar que el sector se vaya al garete”, aunque por aquel entonces pocos podían prever que el desenlace de su compañía sería tan inminente. Pero, ¿cuáles han sido los otros factores que han desembocado en la pérdida de un referente absoluto? La situación se presenta muy compleja y no parece advertir muchos visos de cambio.

Renoir Audiorama
Fachada de los Cines Renoir Audiorama de Zaragoza, cerrados en 2012.

La crisis de las salas de exhibición

Dos más dos, del argentino Diego Kaplan, fue la película que acabó poniendo punto y final tras su estreno el pasado 1 de mayo a varias décadas de distribución por parte de una compañía que ha alumbrado durante décadas los sueños de tres generaciones de cinéfilos españoles, desde su creación en el lejano 1969 como empresa dedicada a exhibir el cine ruso que nadie quería traer a nuestro país. A raíz de ello, “más por necesidad que por vocación” según las palabras del director gerente Enrique González Kuhn (hijo de Macho), nacieron en 1986 los primeros cines Renoir en Madrid, que no tardarían en convertirse en una referencia entre los aficionados de la capital y ampliarían posteriormente su circuito con salas de versión original subtitulada en otras ciudades españolas como Barcelona, Zaragoza o Palma de Mallorca.

Buena parte de esos cines se han visto obligados a cerrar sus puertas durante el último año, siendo los últimos en cesar su actividad los céntricos Roxy B de Madrid y los Renoir del Zoco de Majadahonda. También varios de ellos mantendrán su función habitual tras el cierre de Alta, pero González Kuhn asegura que este problema no ha hecho más que empezar, ya que en el contexto más difícil de la historia de la exhibición cinematográfica irrumpe también la obligación de digitalizar las salas analógicas: “De las 4.000 pantallas que hay en España, no están digitalizadas más que la mitad. Estamos haciendo inversiones bestiales, inasumibles en este contexto. Hemos tenido que cerrar todos los cines que iban justos, y a partir de agosto no habrá más copias en 35mm, ya muy difíciles de conseguir”. A esto hay que sumar el hecho de que la digitalización sea un proceso complejo, con altísimos costes y que necesita tiempo para llevarse a cabo: “Cada proyector cuesta 60.000 euros. Y, si quisiéramos digitalizar todo hoy, no habría pantallas suficientes. Desde agosto hasta principios del año que viene cerrarán entre 800 y 1.000 pantallas, quedando únicamente las que pongan películas ultracomerciales”.

La caída de la asistencia a las salas de proyección se presenta cada vez más pronunciada: González Kuhn apunta que “este mes de abril hemos bajado un 50% con respecto del anterior, en el que ya existía una crisis acusada”. Y al descenso en el poder adquisitivo y los cambios en los hábitos de ocio de los ciudadanos se unió el pasado septiembre el aumento por parte del Gobierno del IVA sobre las entradas, que pasó del 8 al 21%. Octavio Alzola, community manager de la empresa, asegura que la subida del impuesto les situó “entre la espada y la pared: o bajas el precio de las entradas y sigues aportando el IVA, con lo que te quedas sin ese margen, o lo subes y deja de venir gente. Lo que hemos hecho nosotros ha sido disminuir el precio medio de las entradas con sesiones a menor precio, llevamos ofreciendo descuentos desde 2007 y ahora estamos haciendo otras promociones. Pero, si la gente se tiene que quitar de algo, elige lo que no considera imprescindible o lo que, de serlo, puede obtener por otro lado”. González Kuhn no duda en calificar este aumento como una “auténtica salvajada”. “Lo que no puedes hacer es, en el país que más piratea del mundo, tener 6 millones de parados y poner un IVA del 21%, mientras en el resto de países de Europa está por debajo del 10%. Así, al cine acaba acudiendo el nostálgico o al que le han metido la película en vena”. Santiago Hernández, jefe de ventas, cree por su parte que “la gente tiene la percepción de que el cine es caro porque tiende a unir a la entrada palomitas, coca-cola, transporte… y ya sin eso resulta caro, pero no es ni mucho menos el espectáculo que más”.

Léolo
Léolo (Jean-Claude Lauzon, 1992), uno de los mayores éxitos de Alta Films.

La inviabilidad de la clase media cinematográfica

Otro factor que ha contribuido al inminente cierre de Alta Films es la desmesurada polarización que ha sufrido la exhibición cinematográfica en los últimos años, asfixiante para las películas de nivel medio. Nadia López, jefa de prensa, admite que “ahora solamente se ven las películas comerciales, y de las pequeñas triunfan una de cada cincuenta. Un negocio en el que te lo juegas todo al primer fin de semana deja de ser rentable”. Se acabaron definitivamente los tiempos en los que una película como Nueve reinas podía aguantar un año en cartel sin apenas resentirse. Ahora, según Octavio Alzola, “los cines llenan con películas que el primer fin de semana rompen las taquillas, y las que tienen menor capacidad de promoción no pueden aspirar a esa visibilidad. Si la gente tiene que elegir ver dos películas al año, se van a decantar por Iron Man 3. Salvo excepciones honrosas como Searching for Sugar Man, el boca-oreja ya no funciona como antes, y no puedes mantener en cartelera algo que no es rentable”.

Pero las razones de esta crisis no terminan en la caída general de la asistencia a las salas. El hecho de ser una empresa centrada fundamentalmente en la distribución de cine español y europeo ha provocado que Alta Films haya sufrido especialmente en sus carnes las consecuencias del cambio en el modelo de negocio. “Antes los exhibidores eran reacios a poner cine español, y nosotros conseguimos superar esa barrera”, admite González Kuhn. “Entonces, la productora te ofrecía la película y tú te llevabas una comisión sobre la taquilla por hacer el trabajo de distribución. Adelantabas la inversión en copias y publicidad y luego recuperabas la inversión junto con un porcentaje de taquilla que ha sido nuestro sueldo”. Pero el panorama ha cambiado notoriamente a raíz de la apuesta que las majors empezaron a hacer por un cine comercial español producido, fundamentalmente, por las televisiones: “Ahora llega Torrente y es Warner la que se arriesga, por lo que todos los productores quieren que tú te juegues el dinero. Y si viene Almodóvar o Segura recuperas sí o sí, pero con otra película más difícil generalmente palmas. Y entonces no sólo dejas de cobrar tu sueldo, sino que pierdes un dineral”. Además, la apuesta de las televisiones genera otro problema añadido al resto del cine español: “En los últimos cinco o seis años, muchísima gente viene a vernos con cine más difícil, lo que nos hace decir que no a un gran número de proyectos. Ahora mismo se están produciendo en España anualmente diez o doce películas que hacen el 80% de la taquilla y otras cien que hacen el 20%. De las más taquilleras, prácticamente todas las producen entre Antena 3 y Telecinco, que tienen medios para machacar a todas horas con campañas millonarias. De las otras cien, te la puedes jugar en una, pero como tengas tres fracasos cierras. Como consecuencia, Alta ha pasado de distribuir quince películas españolas al año a hacerlo con dos, y eso no da para mantener una empresa de este tamaño”.

La inversión creciente de las televisiones en el cine extranjero que ofrecen las majors es otro factor que no hace más que imposibilitar la pervivencia de otro tipo de propuestas que ayudan a mantener la heterogeneidad. González Kuhn cuenta que “Telecinco dejó de comprar cine hace poco, Antena 3 ha hecho una apuesta brutal por el cine de majors y TVE es la única que ha tenido un mínimo de sensibilidad, aunque tampoco mucha porque una cadena pública cuya pelea es la audiencia va a por otro tipo de cine”. También cree que “la televisión pública tiene que dar de todo, y tiene que haber mucho cine americano, pero también un hueco para el europeo. Nosotros hemos llevado un tipo de cine minoritario, pero en muchas ocasiones de grandísimas minorías: Los chicos del coro, bien programada, fue la película más vista del año cuando TVE apostó por ella en 2005. Si representamos el 20% del box office, esto se debería plasmar en la programación. Porque, sin vídeo y sin televisión, es imposible salir a flote”.

Enrique Gonzalez Kuhn
Enrique González Kuhn, director gerente de Alta Films.

¿Hacia un nuevo modelo de negocio?

Ya no parece existir espacio en el mercado para una empresa que, desde su creación, tuvo que abrirse su propio lugar en los circuitos progresivamente. Según Santiago Hernández, “la compañía fue muy limitada y dedicada a un cine muy exquisito, y de ahí pasó a adquirir una presencia como modelo de cine nacional e independiente. Durante un tiempo había hueco para todo, pero las circunstancias generales han precipitado la situación que vivimos”. Y, desde los tiempos de Léolo hasta los de Shame, los hábitos de consumo de películas han cambiado mucho. Nadia López cree que “hay un par de generaciones que han perdido la costumbre de ir al cine. Antes era parte fundamental del ocio con el dinero que tuvieras, pero ahora ha cambiado la forma de vivirlo”. González Kuhn, por su parte, asegura que actualmente el modelo es insostenible: “Yo voy a Cannes, compro los derechos de The Master, y sólo con la sala no puedo rentabilizarla, porque tienes que pagar un mínimo garantizado. Luego está el tema del marketing, si quieres que tu película esté ahí tienes que gastarte dinero. Y esa inversión, con las salas, no se recupera”. Es ahí donde entra en escena otra gravísima crisis, la de los formatos domésticos: “El DVD prácticamente ha desaparecido, de hacer cifras importantes ha pasado a representar cero. Internet cuenta actualmente con una oferta legal muy potente, pero que tiene imposible luchar contra lo que es gratis. The Artist hizo 5 millones en salas y luego, entre Filmin, ONO, Imagenio, iTunes y demás, no pasó de 40.000 euros. La realidad es que hemos matado un modelo con el que Shame habría hecho unos 150.000 euros para pasar a otro que no dudo que será el futuro, pero que como ha dicho mil veces mi padre no es el presente, porque sus cifras son ridículas. Casos como el de Carmina o revienta, con un director ultraconocido que recorre todos los platós de televisión, no suponen más que una excepción aislada”.

De este modo, Alta cesará su actividad inminentemente, mientras el futuro no se presenta mucho más halagüeño para otras empresas de distribución independiente en España, sector que también sufrió en los últimos años la pérdida de Vértice Cine o Lauren Films. Entretanto, asistimos al continuo surgimiento de compañías de alcance mucho más limitado, encomiablemente dedicadas a acercar a las salas un tipo de cine que no pocas veces queda en el limbo. Ayudarán a mantener ese hueco para las producciones más alternativas en un mercado cada vez más polarizado entre los grandes estrenos que se lanzan con cientos de copias y las películas minoritarias, cuyo paso por las carteleras acaba siendo en muchos casos testimonial. Un été brûlant, penúltimo título distribuido por Alta, es la mejor muestra de ello: sólo dos semanas después de su estreno ya no podía verse en ninguna sala española. Las películas no auspiciadas por majors han perdido buena parte de su visibilidad, las carteleras caminan hacia una homogeneización brutal y el futuro del modelo de negocio parece más oscuro que nunca. ¿Nos enfrentamos al ocaso definitivo de las salas de cine?

Dos más dos
Dos más dos (Diego Kaplan, 2012), última película distribuida por la compañía.

 

Un pensamiento en “Alta Films, fin de una era

  1. Seguir luchando sin prisa pero sin pausa, como se suele decir.

    Esta crisis de mentes retorcidas y retrogradas tiene que acabar.
    En los malos momentos españoles fue el cine quien lleno los hogares de ilusiones y de sueños.

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