29 de marzo de 2024

Críticas: Tú y yo

Tú y yo

Bertolucci, un chico, una chica, un sótano y una canción.

Tras casi diez años retirado del cine debido a una enfermedad que le mantiene postrado en una silla de ruedas, el director italiano Bernardo Bertolucci volvió a los rodajes en 2012 con una película bastante alejada de la polémica característica de su obra sobre todo en las décadas de los 60 y 70, como El último tango en París o El conformista, y también de la ostentosidad de la que siempre ha hecho gala con películas tales como Novecento o El último emperador. En esta ocasión, Bertolucci adapta la novela juvenil Tú y yo de Niccolò Ammaniti con un estilo intimista que choca con la inexplicable concepción inicial para rodarla en 3D, y que es de agradecer que no lo llevara a cabo.

Lorenzo es un adolescente de 14 años solitario, sin amigos y viviendo en un permanente enfado con el mundo. Con un padre siempre ausente, Lorenzo mantiene una relación complicada con su madre, la cual no se lo piensa dos veces para autorizar a su hijo a que se marche de excursión con la escuela a esquiar durante una semana, con el propósito de que éste se relacione con gente de su edad. Sin embargo los planes del chico son muy distintos. Mientras sus compañeros se van de viaje, él destina el dinero para ello en comprar provisiones para pasar esa semana completamente solo en el trastero del edificio en el que vive, pero cuando más tranquilo se siente, aparece su hermanastra Olivia a la que no ve desde hace años, y decide quedarse con él para desengancharse de su adicción a la heroína durante esos días.

Tú y yo 2

La mayor parte del metraje tiene lugar en ese trastero que funciona como testigo mudo de las disputas entre los dos hermanastros que se encuentran en plena ebullición. La de Lorenzo debido a su condición de adolescente conflictivo surgido de una familia disfuncional, y la de Olivia tratando de superar el mono al mismo tiempo que el sentimiento de abandono que todavía tiene dentro desde que su padre dejó a su madre por la de Lorenzo. El paso del rechazo mutuo entre esas dos personas cercanas pero prácticamente desconocidas hacia una relación propia de hermanos, se lleva a cabo en un espacio oscuro y claustrofóbico reflejo de las propias cárceles internas de Lorenzo y de Olivia a las que Bertolucci sabe perfectamente darles forma sin caer en ningún giro argumental que lleve la historia por derroteros insanos, ni tampoco hacia un final excesivamente edulcorado. Para ello cuenta además con protagonistas jóvenes con los que tanto le gusta trabajar al director, y que sacan toda la rabia de los personajes a los que interpretan sin dar ninguna tregua. El debutante Jacopo Olmo Antinori convence plenamente como el problemático adolescente marginado, con la cara llena de acné y una mirada desafiante que se derrumba al ver a su hermana sufrir, y dándole la réplica a la fotógrafa siciliana Tea Falco también en uno de sus primeros papeles en el cine, interpretando a la rebelde Olivia.

Bertolucci carga su película de simbolismos para enfatizar los conflictos internos de los protagonistas, como los movimientos repetitivos de un armadillo que Lorenzo repite casi inconscientemente, y con una banda sonora repleta de temas pop-rock de los años 80 y actuales, que van desde el Boys don’t cry de The Cure en los primeros momentos en los que vemos a un Lorenzo antisocial pero seguro de sí mismo, hasta la versión que el propio David Bowie hizo en italiano de su famoso Space Oddity, Ragazzo solo Ragazza sola, en un momento cumbre de la película que termina de enamorar al espectador por completo.

A pesar de estar ante una película formalmente muy sencilla y mucho más pequeña de lo que el director italiano nos tiene acostumbrados, Tú y yo entra por derecho propio en las grandes obras de un Bertolucci que aun no siendo siempre comprendido, indudablemente no ha perdido ese un toque mágico y emocionante que le hace ser uno de los grandes directores de la historia.

Tú y yo 3

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