26 de abril de 2024

Especial Bruce Springsteen (I)

Bruce Springsteen

Hay personajes en el mundo de la música que, llegado cierto punto, son capaces de romper barreras culturales, da igual el género que practiquen. Son unos pocos los que han conseguido ese nivel de conexión entre la cultura, John Lennon, Bob Dylan, Bob Marley… da igual que seas la choni más mala de tu barrio o un catedrático sordo de ciencias en Harvard, todo el mundo conoce estos nombres. Otra cosa es que estos músicos les gusten o que simplemente hayan oído alguna canción suya, pero el nombre de esta gente está grabado a fuego en la mentalidad colectiva. Si hay otro nombre que nadie dudaría en sumar a la lista, ése sería el de Bruce Springsteen. The Boss, así le llaman, y a día de hoy, a sus 63 años, cuarenta de ellos en la carretera, con 16 discos de estudio, aún sigue al pie del cañón y no parece dar señales de debilidad con los años, sus conciertos mastodónticos no tienen desperdicio, cada vez son más largos y relativamente cada poco tiempo entrega un nuevo CD que, aunque ya no vaya a igualarse a sus mejores aportaciones, resulta un hermoso golpe de rock en el panorama actual.

Y es que Springsteen es una persona que te llega al corazón. Es un buen tío, se le nota, y no sólo es su manera amigable de encarar casi cualquier cosa. ¿Quién no podría ser buena persona dedicándote a un género musical tan descarnado como el Heartland Rock? Se puede despreciar muy fácilmente este tipo de música. Springsteen nunca ha inventado la rueda, toda su carrera ha mantenido un estilo uniforme más allá de algún cambio de sonido, y de que su voz haya ido resintiéndose ligeramente, como es lógico. También se puede decir que, de una manera u otra siempre le ha cantado a USA, a través de sus ciudades, sus gentes y sus amores. Y yo me pregunto si habrá alguien que no sienta elevarse su corazón cuando oye la hermosa historia de Blinded By The Light (curioso que mi canción favorita de Bruce Springsteen sea el primer corte de su primer disco, Greetings For Asbury Park, N.J., de 1973), si a alguien no le entrarán ganas de echarse unas carreras con la conocidísima Born To Run. O, amigo, siento mucho decírtelo, si no te emocionas con Sad Eyes o Blood Brothers, estás muerto por dentro. Quién no quisiera ser americano cuando oye la desgarrada voz que cuenta esas historias con tantos recorridos y finales.

Greetings from Asbury Park

Pero al principio no todo llegó rodado. Si bien es cierto que sus dos primeros trabajos recibieron amplio apoyo por parte de la crítica, el éxito de ventas no le llegó hasta su tercera referencia, con Born To Run, en 1975. Y desde entonces, con algunos altibajos, el éxito le ha acompañado. Aunque nada es comparable a las ventas del que, a la postre, sería su trabajo más exitoso hasta la fecha, y que obviamente no va a ser superado: Born In The U.S.A., que en 1984 causó furor, con esa portada en la se veía el trasero del Boss, con unos vaqueros, una camiseta y un gorrito rojo en su bolsillo… y la bandera americana de fondo. Pero tiene algo, que consigue que hasta un malayo se desgañite con el puño en alto cantando la canción homónima del disco como su hubiese nacido en lo más profundo de Texas. El disco incluye otras de mis dos canciones favoritas suyas: I’m Going Down y Dancing in the Dark. Pero tampoco se debe olvidar, aún con un nivel de ventas inferior, otros grandes álbumes de su discografía, como por ejemplo Working on a Dream, uno de sus últimos trabajos, o el introspectivo Nebraska, grabado en estudio con su banda, aunque finalmente optaron por arreglar las demos originales, puramente acústicas y con más corazón.

¿Cuál es su banda? Nada más y nada menos que la E Street Band, un grupo de músicos que empezaron a acompañar al Boss desde 1972, actuando con él en directo y en la grabación de sus discos. Por esta mítica banda ha llegado a pasar gente tan ilustre como Bob Dylan, Ringo Star, Santana, Sting o Tom Morello, aunque tanto en su núcleo, como en su line-up actual, siempre ha estado formado por músicos de primer nivel pero no tan mediáticos, entre los que se incluye la propia esposa de Springsteen, Patti Scialfa. Aunque en 1988, él y La E Street Band se separaron, iniciando caminos por separados, en 1999 volvieron a unirse. Desde entonces les ha repescado de manera intermitente aunque con bastante frecuencia, siendo imprescindibles en sus giras.

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Intentar resumir toda la carrera del Boss en un solo artículo sería demencial. Como además tampoco soy un fan obsesivo del músico nacido en Nueva Jersey, he preferido hablar desde la subjetividad del aficionado, como hacen en el documental Springsteen & I, debido al cual hemos decidido dedicarle este pequeño artículo previo antes de publicar una crítica más extensa del film, que llegará a las carteleras el próximo lunes. Como ya he dicho, me resulta fácil pensar que se le pueda desprestigiar, no es ningún alquimista de la música, no ha inventado nada pero tiene lo más importante en este arte por lo menos para un servidor: corazón, cuando tienes que tocar delante de miles de personas, no se puede hacer de otra manera que echándole garra y corazón, haciendo vibrar de emoción a todas las almas del lugar. Esperemos tener Springsteen para un rato más, ya que hay pocos como él actualmente.

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