19 de marzo de 2024

Filmin Music Festival: El fantasma del paraíso

El fantasma del paraíso

This movie is the story of that music, of the man who wrote it, of the girl who sang it, and of the monster who stole it.

Terminamos nuestro recorrido por el Filmin Music Festival, que ha durado un mes, y lo hacemos con un punto y final de lujo: un especial dedicado a uno de los dos clásicos pertenecientes a la retrospectiva en torno a las figuras del dúo Daft Punk, el musical El fantasma del Paraíso, de la que ofrecemos tres visiones distintas pero igualmente encandiladas por esta obra de culto de Brian de Palma. Si aún no la habéis visto, va siendo hora.

 

Aquellos maravillosos 70… por Miguel Delgado

Es El fantasma del Paraíso una película excesiva, exagerada, psicodélica… y fascinante también. Estética setentera, e influencia de drogas variadas y rock n’ roll, De Palma propone un musical al estilo de Tommy de los Who, por ejemplo. El director ya mostró en ésta, una de sus primeras películas, un gran manejo de la cámara, con grandísimas escenas y planos en general. La historia revisiona sin miedo El fantasma de la Ópera, obviamente, pero también es clara la influencia de la literatura de terror gótica de inspiración faustiana, referencias que se juntan, complementan, se mezclan y se distorsionan. También nos encontramos ante una ávida crítica a la industria discográfica, esa que ahora se encuentra en la cuerda floja aunque parece que vaya aguantando. Otro punto a favor es el reparto, pletórico. Quién no le coge cariño a William Finley en los primeros compases de la obra, y se aterra una vez se ponga la máscara y se maquille (esos gritos distorsionados quedarán grabados en los espectadores receptivos durante muchísimo tiempo), y tampoco podemos olvidarnos de Paul Williams, que aparte de asquearnos como Swan, el infame propietario de Death Records, también es el compositor de las canciones del film, canciones que, por otra parte, no diría que llegan al nivel de los grandes musicales de la época, como podía ser el ya citado Tommy o Jesucristo Superstar, aunque tal vez la mayor familiarización con estas canciones ayude a dar esta impresión. No es para todos los paladares, es muy fácil que el espectador medio y “moderno” salga huyendo con ferocidad. Pero para todos aquellos que, como yo, disfrutan del rock de los años setenta, con la carga de nostalgia que conlleva ese desfasado pero entrañable e imaginativo diseño de producción, disfrutarán de lo lindo. Una rareza en la filmografía de su director, una obra de culto que, a pesar de su prestigio, me atrevería a decir que merece más difusión de la que puede gozar.

El fantasma del paraíso 2

La belleza de la imperfección, por Mari Carmen Fúnez

Resulta curioso que dentro de la filmografía de un director como Brian de Palma, encontremos un musical prácticamente desconocido para el gran público que, además, resulta ser la versión más kitsch y hortera que se ha hecho nunca de El fantasma de la ópera. De Palma, que desarrollaría su irregular carrera principalmente a través del thriller, con influencias evidentes de su admirado Hitchcock, al que por cierto homenajea en esta película con un hilarante guiño a Psicosis, escribe el guión de El fantasma del Paraíso introduciendo en la historia de Gaston Leroux tramas pertenecientes al Fausto de Goethe, e incluso hasta de El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde. Una mezcla de historias tan terroríficas como éstas podía haber acabado siendo un despropósito de haber optado De Palma por plantearla de una manera más seria, pero precisamente el utilizar una estética barroca y hortera a más no poder, y adaptarlas a un formato musical plagado de letras extravagantes a ritmo de glam rock, le confieren ese halo de culto reservado a las obras que hacen de la imperfección su máxima cualidad. La búsqueda del sonido perfecto, de la voz perfecta y de la vida perfecta que los protagonistas, seres absolutamente imperfectos, de El fantasma del Paraíso anhelan hasta ser capaces de vender su alma al diablo por ello, deriva en una crítica feroz hacia las discográficas reflejadas en ese personaje patético y de apariencia andrógina llamado Swan, al que su enorme poder otorga un atractivo descomunal. El fantasma del Paraíso es puro exceso visual y argumental, además de un homenaje satírico tanto al cine de terror de serie B como al rock de los años 60 y 70 con actuaciones tan delirantes y exageradas como las de los Juicy Fruits, caricatura brutal del doo wop, o las de esa parodia de Marc Bolan desmesurada que es el personaje de Beef. Una gamberrada setentera a reivindicar.

El fantasma del paraíso 3

The Music of the Night, por Sofia Pérez Delgado

La novela de Gaston Leroux El fantasma de la ópera ha tenido numerosísimas adaptaciones, siendo la más famosa la de Andrew Lloyd Webber, considerada el espectáculo teatral de mayor éxito de la historia. Sin embargo, años antes (12 concretamente) de esta versión musical, nos encontramos, escondida entre las sombras, a su hermana mayor, grotesca y actual, El fantasma del Paraíso de Brian de Palma. Bueno, quizás más actual en su momento, porque vista desde la perspectiva de hoy en día, queda encantadoramente desfasada, deslumbrantemente colorista y abigarrada. Sustituyendo la Ópera de Garnier por el templo musical que le da título, el Paraíso, la película se erige como representante del posromanticismo más radical, rompiendo con todos los cánones de los musicales clásicos de las décadas anteriores, siendo tan irregular como hipnótica. De Palma, haciendo ya de la imaginería visual un rasgo de estilo característico, con sus complicados movimientos de cámara o el uso de la pantalla partida, nos intenta dar una visión completa y tendente, conscientemente, a la saturación. La historia se ambienta en un presente distópico  en cuyo universo la música es el centro de todo, un motivo para triunfar y amar, pero también para destruir o matar. El productor Swan (interpretado por Paul Williams, compositor de la banda sonora), es quien decide quién triunfa y quién fracasa, y el pobre Winslow, el joven compositor protagonista, se convierte en una víctima de este poder devastador. Un cuento de terror en el que lo gótico está llevado al extremo, con juegos de espejos,  sucesos espectrales, las apariciones misteriosas… pero todo impregnado de un humor satírico especialmente evidente en esa reformulación caricaturesca de la Prima Donna clásica que interpreta Gerrit Graham. El idealismo de Winslow y su amor por Phoenix chocan con la realidad de un mundo mezquino, cuyo resultado será un imposible suicidio romántico que constituye la clave del misterio de una película esperpéntico-trágica que no parece encontrar su lugar concreto en el panorama cinematográfico, y tal vez eso es lo que la hace única y especial.

El fantasma del paraíso 4

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