19 de abril de 2024

Venecia 2013: Día 4

Philomena

El equipo de Philomena presentándose ayer en Venecia.

El tiempo en Venecia corre más rápido de lo habitual. Entre las carreras para colocarse en las colas de las salas y ocupar las mejores butacas (y si hay suerte sacar alguna “buena” foto al director o a los actores de la correspondiente película) y el tiempo que pasamos sentado en la sala disfrutando (en la mayoría de los casos) del cine, hace que las 24 horas de un día se reduzcan a un tercio de lo habitual. Imagino que eso es buena señal y que lo estamos disfrutando. La noche se hace todavía más corta, y el sueño apenas se recupera entre la última sesión nocturna, el tiempo de redacción de estas palabras y la hora en la que suena el despertador avisándonos de que empieza una nueva jornada en Venecia, y así hasta el 7 de septiembre, pero con todas las fuerzas y la ilusión que da vivir la experiencia de un Festival de cine como este. La organización ha tenido la amabilidad, para nuestro bien, de repartir por toda la zona del “Movie Village”, la zona donde se concentran todas las salas (a excepción de la PalaBiennale) varias zonas verdes y de relax para tomar un refresco, alguna bebida que suba el ánimo o simplemente para degustar un bocadillo entre sesión y sesión. La lástima es que no dé casi tiempo de disfrutarlo como es debido, pero vayamos con el cine, que es lo que nos toca.

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Stephen Frears vuelve con fuerza. Su última película, Philomena, ha conseguido sacar las lágrimas de los espectadores, pero también sonoras carcajadas. Un gran éxito para su director, y para su protagonista, Judi Dench, que se posiciona como la favorita para alzarse con la Copa Volpi. Pero si hay alguien que merece una mención aparte, ese es Steve Coogan en su papel de periodista irónico y cínico que acompaña a Philomena en la búsqueda de su hijo, al cual lleva buscando casi 50 años, después de que fuera dado en adopción. Philomena es una historia emocional que nos lleva desde las verdes praderas irlandesas hasta el ajetreo y el lujo de Washington, ciudad donde ambos personajes desnudarán sus almas, sus anhelos y su pasado. Una historia basada en hechos reales que se aleja bastante del concepto de telefilm, aunque cae en alguna de sus trampas, como la búsqueda de la lágrima fácil, pero en general se disfruta, y no será la última vez que oigamos el nombre de la gran dama este año.

The wind rises

Otro director que no ha perdido la oportunidad de presentar su nueva obra es el japonés Hayao Miyazaki, con The wind rises. El artista de los Estudios Ghibli nos presenta la historia de Jiro Horikoshi, un ingeniero aeronáutico que diseñó el avión de combate Zero, los mismos que llevaron a cabo el ataque a Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial. Como toda película de Miyazaki, The wind rises tiene ese halo mágico que lo caracteriza, y siempre podemos encontrar poesía o espiritualidad. El sueño del hombre de volar, de flotar en el aire sin caer al suelo crea imágenes oníricas de tal belleza que no resulta difícil verse reflejado en ellas. Es asombrosa la facilidad que tiene para absorbernos y meternos de lleno en esta historia basada en hechos reales. El director además se permite un pequeño guiño hacia los anfitriones (aunque en realidad forma parte de la historia en la que se basa) introduciendo el personaje guía del protagonista, su ejemplo a seguir, la voz de su conciencia, que es de nacionalidad italiana. Miyazaki demuestra una vez más que es un genio en esto de la animación contándonos una historia casi épica con toques románticos, muy dramáticos e incluso bélicos. The wind rises no tiene uno de esos personajes icónicos como pudieran ser Chihiro, Totoro o Ponyo, pero con ella, su director deja claro que poco a poco está alcanzando la cima de la grandiosidad.

Vi ar bast

Y si antes hemos viajado al Reino Unido y a Japón, la última parada la encontramos en Suecia con Lukas Moodysson. El sueco en Venecia ha dejado claro que los temas de adolescentes los sabe abordar bastante bien. Si en Fucking Amal vivíamos las experiencias de dos chicas de instituto y en Lilya Forever sufríamos con el tráfico sexual de menores de edad, en Vi är bäst! (We are the best!) asistimos a la formación de un grupo musical de tres chicas de instituto inconformistas, irreverentes y con un punto canalla. Viven alejadas de las imposiciones sociales y van a su rollo, lo que crea un fuerte vínculo entre ellas, cuyo pegamento es el punk, estilo musical que se encargan de revivir para su propio regocijo. La historia que nos cuenta Moodysson se aleja bastante de los dramas que suele presentar, pero esta gamberrada en clave cómica es el punto fresco y divertido que todo Festival necesita, y por eso te damos las gracias Lukas.

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