19 de abril de 2024

Venecia 2013: Día 9

Director Andrzej Wajda poses during a photocall for the movie "Walesa. Man of Hope" during the 70th Venice Film Festival in Venice

Andrzej Wajda, homenajeado ayer en la Mostra.

Arrancamos la jornada con un documental de esos que dejan un lado el adoctrinamiento o la fórmula educativa para simplemente mostrar al espectador unas imágenes que se le queden grabadas en la retina. Tal es el caso de Pine Ridge, de Anna Eborn, un retrato rural de una reserva india en Dakota del Sur. En él sólo importa mostrar a sus habitantes, sus modos de vida, los momentos concretos que se ruedan: un baño de verano en un riachuelo, la doma de un caballo, un concurso de rodeo, pruebas de tiro con rifles,… lo típico al sur de Estados Unidos. Resulta además un contacto con la naturaleza y con las raíces de este pueblo americano. No existe voz en off, no hay una historia que contar, sólo un grupo de gente que tienen en común el suelo que comparten, los sueños que los mantienen vivos. Un documental que se disfruta de principio a fin.

Pine ridge

¿Quién quería una buena dosis de cine del tedio? Hace unos días la tuvimos con la alemana Die frau des Polizisten, de Philip Gröning, pero se queda pequeña ante Stray dogs de Tsai Ming-liang, el que ya ganara el Oso de Plata en Berlín con El sabor de la sandía. Pues sí, de nuevo el bueno de Tsai recurre al tedio, pero esta vez traspasa la frontera y lo eleva a la enésima potencia, y no nos referimos a otra que la visual, ya que si hubiera en Venecia premio a la mejor fotografía, iría directo a esta película. Su sello es inconfundible: planos eternos, secuencias sin fin donde quiere remarcar un solo hecho con el que pretende emocionar o sacar lo peor del espectador y, por supuesto, la vuelta a su fetiche con los vegetales (recuerden la famosa sandía). Sus intérpretes no escapan de su red, y con sus rostros inmóviles, pasivos, consiguen una expresividad que ya quisieran muchos otros actores. La película no escapa al drama y a alguna posible libre interpretación de estos perros vagabundos que son alimentados con las sobras de una sociedad decadente.

Stray dogs

La mayor sorpresa nos la hemos llevado con una película de origen kazajo que narra las peripecias de Yermin, un niño que se vale únicamente de su astucia para salir de los líos en los que se mete y para solucionar los problemas que la vida le planteando, un niño que vive solo e indefenso. Esta es la premisa de Bauyr (Little brother), de Serik Aprimov, una historia profundamente bella pero llena de tristeza. Su belleza visual parte de su expresión suave y tímida que aparece en su arranque y no desaparece hasta el mismo final. Unos lo verán como una historia optimista, mientras que otros sacarán de ella un mensaje pesimista, y en el fondo ninguna estará equivocado.  Resulta asombrosa su forma de narrar, la sencillez con la que lo hace y la facilidad para llegar al público. El niño que interpreta a Yermin se merece una mención aparte por su gracia y por una interpretación, que si bien comedida, muy grande. Bauyr consiguió arrancar una gran ovación en la platea y en la galería de la Sala Grande que, aunque no estaban ni a la mitad de su capacidad, las hicieron resonar con fuerza. Sería una gran apuesta del país de producción para enviarla como representante a la próxima entrega de los Oscar. A ver si me hacen más caso que los griegos, que al final se han olvidado (o bien no entraba en el plazo) de Miss Violence.

Walesa, man of hope

Para amenizar la noche, como un barco que surge entre la bruma en alta mar, apareció en escena el director polaco Andrzej Wajda para recoger el premio Persol del Festival en reconocimiento a una leyenda del cine contemporáneo. Posteriormente proyectaron su obra, fuera de concurso, Walesa, man of hope. Wajda crea casi un documental mezclado con escenas actuadas donde Lech Walesa, interpretado de forma magnífica por Robert Wieckiewicz, va contando a una periodista italiana, Oriana Fallaci, cómo comenzaron las huelgas de los trabajadores en Gdansk en los años 70 y se extendieron al resto de Polonia durante casi una década. La historia de un héroe nacional, de un símbolo para los trabajadores y un Premio Nobel de la paz que creó bastante expectación y admiración en el Palazzo del Cinema.

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