5 de octubre de 2024

Críticas: Todas las mujeres

Todas las mujeres (Eduard Fernández) - Cinema ad hoc

Mariano Barroso enfrenta a Eduard Fernández con las mujeres de su vida.

El canal de televisión TNT estrenó a finales de 2010 la serie Todas las mujeres, promocionada en su día como la primera serie dramática auspiciada por un canal de pago en nuestro país –aventura que encontraría continuación poco después en otras como la magistral Crematorio, de Canal Plus–. Sus seis capítulos correspondían a los respectivos personajes femeninos con los que se cruza el interpretado por Eduard Fernández, que aportan poco a poco las claves sobre su idiosincrasia. Pero su creador, Mariano Barroso, admitió que el producto había nacido como un largometraje de 90 minutos y que tuvo que ser fragmentado al interesarse la cadena por el material. Finalmente, los capítulos fueron remontados y el proyecto original terminó viendo la luz en el pasado Festival de Málaga.

Todas las mujeres (Marta Larralde) - Cinema ad hoc

Desde que una bellísima y convincente Michelle Jenner destapa el macguffin inicial, Todas las mujeres plasma una huida constante sin rumbo: la de Nacho, un embaucador interpretado a la perfección por un Eduard Fernández que no tarda en adueñarse de la pantalla y de un personaje al que hace creíble y familiar a través de un simple gesto o un cambio de tono. Sus encuentros con seis mujeres –amante, esposa, madre, exnovia, cuñada y psicóloga–, interpretadas a su vez por actrices en estado de gracia, irán desmontando paulatinamente a un crápula entrañable que consigue lo que se propone a la par que deja al descubierto sus múltiples fisuras emocionales.

Es indudable que el guión del propio Barroso y Alejandro Hernández funciona en su reescritura para cine. Su estructura, casi percibida como si se tratara de un peculiar videojuego en el que el protagonista debe zafarse de una mujer para embaucar a otra en la siguiente pantalla, sirve como anillo al dedo para el desenmascaramiento de un personaje del que no tardamos en saber que, si tuviera esa intención, podría perfectamente llevarse a la cama a su madre. Todas las mujeres del título conocen a Nacho y se anticipan a sus engaños, pero también caen en la trampa y siempre están disponibles para él cuando requiere su ayuda. Cada mujer le guía hacia la siguiente hasta llegar a un último capítulo esclarecedor, que condensa al personaje y otorga un broche final tan sobrio como significativo.

Todas las mujeres (Nathalie Poza) - Cinema ad hoc

Si Todas las mujeres funciona es porque aquí todo está al servicio del talento de un actor, de un magistral –creo necesario reiterarlo– Eduard Fernández que vuelve a dar una lección de interpretación que bien podría desembocar en otro Goya. Algunas de sus líneas de diálogo desatan las carcajadas del espectador, unas risas que pronto se transforman en estupor ante la compasión que llega a inspirar un mentiroso tan plagado de grietas como dotado de un irresistible magnetismo. Porque Nacho, Eduard, es quien logra hacer olvidar por momentos que ni mucho menos todo en ella reluce: los aspectos técnicos son llamativamente toscos y se nota a la legua el trasvase de formato realizado para aprovechar en cine la calidad del material interpretativo y de guión de la serie televisiva. Es esto lo que convierte a Todas las mujeres en una propuesta muy aceptable, pero apenas perecedera. Un correcto trabajo cuya perdurabilidad se limita a lo que tarda en desvanecerse el embrujo de su excelso intérprete.

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