19 de abril de 2024

Críticas: Prisioneros

Prisioneros 1

La desesperación de un padre en el nuevo thriller de Villeneuve.

Suele decirse que la cantidad nunca es sinónimo de calidad. Esta máxima puede aplicarse a numerosas materias, y el campo cinematográfico no iba a ser menos. Decenas de thrillers se cocinan anualmente en la inmensa factoría cinematográfica estadounidense; filmes que parecen preparados siguiendo una misma receta inalterable y libre de todo riesgo con el único fin de resultar efectivos, pero que finalmente terminan pasando sin pena ni gloria —independientemente de su rentabilidad— engrosando la lista de cintas genéricas que inundan cada vez más frecuentemente las salas.

Con Corea del Sur situada actualmente a la vanguardia de tan prolífico género con ejercicios de la talla de I Saw the Devil o Mother, se hace especialmente complicado encontrar equivalentes norteamericanos que consigan despuntar sobre sus congéneres sin retroceder, al menos, diez años —o incluso más— hasta el estreno de cintas de la talla de Mystic River o Seven. Por suerte para el thriller yanqui, el autor franco-canadiense —ironías de la vida— Denis Villeneuve ha decidido cruzar la frontera por primera vez para reglarnos Prisioneros, un thriller psicológico que poco o nada tiene que envidiar a las obras mencionadas anteriormente.

Si observamos la cinta con una mirada esquemática y simple, Prisioneros no deja de ser un thriller de manual cocinado con esa fórmula común y a priori poco o nada interesante. Tanto el detonante de la historia —la desaparición de dos niñas—  como la progresión de la misma, sugieren lugares comunes que, de hecho, ya hemos visitado en numerosas ocasiones; pero Villeneuve consigue convertir lo rutinario en  excepcional gracias a un dominio de la forma envidiable, y a una complejidad temática que, de no haber sido gestionada con tanta habilidad, hubiese convertido el filme en algo deplorable y chabacano.

Prisioneros 3

Prisioneros no es, en absoluto, sencilla de digerir. La invitación qué hace la película a recorrer parcelas tan oscuras de la mente humana como la venganza, la tortura o el abuso infantil no se queda en la superficie de sus protagonistas, sino que absorbe al espectador y le hace partícipe de los dilemas morales que plantea. Esto se refuerza hasta límites insospechados gracias a una fantástica dirección de actores y a unas interpretaciones brillantes y llenas de matices, que complementan a unos personajes ya de por si complejos y estremecedoramente humanos con los que es sencillo empatizar, convirtiendo la experiencia del visionado en algo desasosegante y asfixiante, pero disfrutable en todo momento.

La visceralidad de las sensaciones que llega a transmitir la cinta podría haberse visto mitigada de no haber tenido un tratamiento formal a la altura. Por suerte, Villeneuve demuestra un dominio apabullante del lenguaje audiovisual, con un empleo de la cámara y el espacio que denota una precisión digna de un cirujano cuyo único objetivo es transformar en imágenes el tortuoso devenir de los personajes. Todo está al servicio de la desazón en Prisioneros: la predominancia de colores apagados y mortecinos, la suciedad que parece impregnar cada rincón… Incluso su duración, que ronda las dos horas y media, favorece esta sensación haciendo avanzar el relato con una pausa que ayuda no sólo a construir el drama con solidez, sino a acompañar a los protagonistas por su lento calvario en el que el tiempo parece no avanzar.

Prisioneros 4

Todos los elogios que pueda arrojar sobre Prisioneros son pocos. Si bien es cierto que el guión se toma un par de licencias para despistar y favorecer la sorpresa en ciertos momentos —por no decir que resulta tramposo—, en cómputo global nos encontramos ante un ejercicio que roza lo excelente. Prisioneros es violenta, dura, contundente, salvaje, posee un magnetismo que pocos privilegiados pueden conseguir, te implica, te vapulea, te entretiene, y te hace salir del cine con la sensación de haber presenciado otro de esos thrillers que quedarán para el recuerdo, lo cual, hoy en día, es mucho decir.

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