6 de octubre de 2024

Críticas: Heli

Heli 2

La ganadora al premio al mejor director en Cannes llega a España.

Nada nuevo que no se haya visto anteriormente en otras películas de la misma índole sobre los pueblos fronterizos de México con EEUU: pobreza, narcotráfico y corrupción. Bajo estos temas, el eje que vertebra la historia: Estela (Andrea Vergara), una niña de 12 años que se enamora de una agente especial de la policía. Heli (Armando Espitia), hermano de Estela, no aprueba la relación. El agente especial decide robar uno de los paquete de cocaína incautado a unos narcotraficantes por la policía para revenderla y con el dinero poder huir para casarse con ella.

Amat Escalante dirige esta película cuyo objetivo es poner de manifiesto que la violencia y la pobreza son dos males endogámicos difíciles de erradicar en un país en el que la ley está escrita por los corruptos. Más pendiente de su protagonista que de lo social, Escalante consigue con la cámara construir un relato donde la violencia palpita en cada plano convirtiendo los desiertos mexicanos en la metáfora de la nada donde los lugareños habitan en barracones, donde el estigma familiar, la superstición y lo patriarcal, son los pilares educativos que impiden que los hijos puedan aspirar a un futuro que les permita ascender, evolucionar o escapar de las paupérrimas condiciones en las que se constituye su entorno.

Heli

Que a Amat Escalante le gusta la violencia es algo que ya ha ido demostrando en sus dos anteriores trabajos Sangre (2005) y Los bastardos (2008). Su acercamiento es crudo aunque medido a través de la observación y el estudio. Formalmente heredera del cine de Carlos Reygadas (su productor) y europeísta en su concepto, Heli retrata más que documenta. Posicionada al otro extremo del cine de espectáculo, el director analiza las causas que desatan la violencia frontalmente. La dureza con la que se muestra la tortura y la muerte es más brutal si cabe cuando se normaliza frente a la mirada de unos chavales que instantes antes jugaban a la Xbox en el salón de casa. Porque Amat Escalante expresa la angustia que supone vivir en un país en el que las generaciones más jóvenes crecen sin un futuro porque la corrupción habita en el hogar y en el aire que se respira retroalimentándose en un circulo vicioso donde, incluso para hacer el bien, uno ha de tomar las riendas de sus propios asuntos para obtener justicia o, al menos, la que uno entiende como tal.

Áspera y sobria, Heli no contará en su historia nada que no hayan visto anteriormente, sin embargo, el poder de sus secuencias y la fuerza de algunas de sus imágenes genera el discurso que subyace en el interior del protagonista, la impotencia soterrada y la rabia a punto de estallar. Es ahí, en esos destellos del film, en los que la mano de Amat Escalante ejecuta con fuerza su cine y que lo hizo merecedor del premio a la mejor dirección en pasado festival de Cannes.

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