Juan Cavestany vuelve a la carga con Gente en sitios, una película coral de tintes tragicómicos que no dejará indiferente a nadie. El director de Dispongo de barcos tiene una mirada fresca y, a pesar de que pueda parecer ligera y banal, está llena de contenido. Gente en sitios es una demostración de que en cine no todo es presupuesto. Supongo que el lector espera en esta crítica una sinopsis de la película. Es lo habitual. Pero por las características de la cinta se haría harto complicado escribir un resumen de su argumento pues la película en sí misma es un compendio de pequeñas historias que a veces no tienen relación entre ellas pero que en su conjunto tienen sentido.
Gente en sitios es un relato caleidoscópico que recorre de forma aparentemente aleatoria la comedia, el drama, el retrato social, el terror y el surrealismo con un denominador común: la irreductible poesía de la condición humana frente a las embestidas de lo extraño y lo caótico.
De guión impecable y elenco envidiable, Cavestany nos sumerge en la vida de unos personajes erráticos, víctimas de la velocidad de los tiempos, bloqueados en sus miserias, paralizados en problemas creados muchas veces por ellos mismos. Es una historia de una humanidad extraordinaria, con tintes melancólicos pero optimista en la forma y en el fondo. Me niego a pensar que es una película de sketches. No lo es. Y digo que no lo es porque no tiene una estructura definida como tal. El sketch es momentáneo, un momento cómico que en la mayoría de ocasiones no deja un poso en el espectador que vaya mucho más allá del chiste fácil. Gente en sitios no busca en ningún momento que te rías y ya está. No. Cavestany quiere que reflexiones mientras sonríes. Y lo consigue. Para ello desnuda el guión de artificios y retóricas innecesarias. Va al grano, sintetiza el diálogo y juega con metáforas visuales que transportan al espectador a la idea de ese rincón de la condición humana que explora cada personaje. Todo en su conjunto crea un distanciamiento para con el espectador, un distanciamiento buscado, propio de las tesis de Bertolt Brecht y su teatro del absurdo. Pero a pesar de todo, empatizas. El distanciamiento obliga al espectador a hacer un juicio de valor para con lo que está viendo en pantalla. Ese juicio no es más que la sonrisa que se te queda en los labios cuando ves historias como la de la joven que trata de devolverle la bufanda a otra chica que se la ha dejado olvidada. Sale del bar, se estampa contra un pivote de la calle y, a pesar de la brecha en la cabeza, sigue buscando a la chica para devolvérsela. El final de esa microhistoria es metafóricamente formidable: la inmensa bandera de España ondeando en el mástil de la Plaza Colón pero desenfocada. Una ironía más, de las muchas a lo largo de todo el metraje, de la situación actual de nuestro país. Gente en sitios, en su esencia y estructura, me recordó a las películas del genial Roy Andersson (Canciones del Segundo Piso, Du Levande…), aún en activo. Siempre pensé que esa forma de contar historias podría exportarse perfectamente a nuestro país. Al fin y al cabo, Andersson explora la condición humana de forma descarnada y surreal y lo que le sucede a un sueco también le puede suceder a un español. Pero Andersson tiene clase en su planteamiento cinematográfico y Cavestany no. Y ahora viene la parte dura de mi crítica. Cavestany, al que aún le queda mucho recorrido por delante (a Dios gracias), filma una historia de pequeñas historias de forma irregular, como pollo sin cabeza. Desde el primer minuto de película da la sensación de que no la tiene controlada, ni en encuadre, ni en movimiento de cámara, ni en color, ni en planificación propiamente dicha. Es irregular. Abusa del primer plano y los movimientos de cámara, de tan reiterados, carecen de emoción. El autor siempre podrá decir que lo ha hecho adrede, que está buscado. Bien. Puede decir lo que quiera pero, en mi opinión, en cuanto a estilo se refiere, es una chapuza. Y es una pena, una verdadera pena, porque las historias son de una genialidad exquisita pero la forma de cinematografiarlas son más propias del formato televisivo que no del cine. Da la sensación de que ésta película, con el libreto en la mano, merecía de más tiempo de planificación. La puesta en escena es torpe por esa misma razón. Los silencios entre los personajes son fugaces porque fragmenta las escenas innecesariamente. No respira. Busca espontaneidad en la forma pero es forzada: cámara en mano innecesaria, línea cromática más bien errática, ausencia de ideas compositivas de valor en su conjunto…
En definitiva, Gente en sitios es una película digna de ir a ver. Pero no por su calidad cinematográfica sino por las historias que plantea. Se puede decir que es una rara avis dentro de la paupérrima producción de nuestro país, un soplo de aire fresco que, con un poco más de esfuerzo y de equilibrio entre fondo y forma, se podría haber convertido en una obra maestra. Ahora es una película más pero insisto, está por encima de muchas otras películas de directores patrios de renombre, subvencionadas (ahora parece que ya no) y con un presupuesto trece veces mayor. Cavestany dará que hablar. Espero y deseo que siga haciendo cine, por el bien de los que nos gustan las buenas historias. Sólo por eso, vale la pena gastarse el bochornoso y abusivo precio de la entrada.
Buenas tardes.
Me permito hacer un pequeño comentario a tu crítica de Gente en sitios, hace ya unos años. No sé si lo leerás esto…
Desde mi humilde punto de vista de aficionado o aficionadillo al cine, he de confesar que he visto esta película y me ha sorprendido por su originalidad por lo menos desde el punto de vista de lo formal. y también me ha gustado tu crítica porque dices lo positivo que le ves y lo negativo, y muchas veces uno saca más partido a la crítica negativa que a la benévola. es cierto a mi parecer lo que dices de que está descuidada, pero es que quizás yo creo que lo ha hecho adrede. el director ya tiene tablas y no creo que pudiendo hacer las cosas bien vaya a hacerlas mal sin darse cuenta. puede ser que precisamente con los argumentos brillantes de las escenas y los actores profesionales quisiera intentar llamar la atención al espectador para que piense que es algo diferente,no una película al uso. y yo debo confesar que esa forma tan descuidada y farragosa me resulta atractiva; esos saltos de cámara, fallos de racord… todo eso lo podría haber evitado, pero habría que plantearse por qué lo ha dejado, y por qué ha abusado de los primeros planos y la cámara en mano. habría que hacer el ejercicio de imaginarse esta película con cámara en trípode, planos medios etc porque no sé si quedaría bien.
un saludo
espero respuesta
muchas gracias
Hola José,
en primer lugar, gracias por tu comentario. No sé exactamente qué película resultaría con una planificación diferente, eso es imposible de saber. Quizás, una película más equilibrada en fondo y forma, sería la película que a mí me hubiera gustado ver. No soy crítico de cine, simplemente he hecho dos críticas en este maravilloso espacio que es Cinema ad hoc. Personalmente, me gusta más crear que criticar, prefiero Dispongo de Barcos, del mismo autor. De todas formas, Gente en Sitios es una buena película.
Si te he de ser sincero, vale decir que analizo mucho las películas que critico. Lo podrás ver en la otra crítica que tengo en Cinema ad hoc: http://cinemaadhoc.com/2013/10/criticas-una-familia-de-tokio/.
Siento el tiempo que he tardado en contestar. Acabo de ver tu comentario.
Saludos y gracias por tu opinión.