Solo 15 minutos al día.
15 minutos al día para dedicar a la escritura. Esa es una de las enseñanzas más destacables que puedo sacar de este film canadiense.
Sueños de una escritora en Nueva York está basada en la novela de Joanna Rakoff My Salinger year. La cinta cuenta la historia de Joanna Rakoff y cómo a finales de los 90 sueña con ser una gran escritora. Consigue un trabajo en una de las principales agencias literarias de Nueva York como ayudante de la directora. Entre otras tareas, Joanna tiene que responder las numerosas cartas que envían los fans de uno de los escritores de la firma, J. D. Salinger, autor de El guardián entre el centeno.
La estructura que tiene el metraje bien se puede parecer a la mítica El diablo viste de Prada, una joven entusiasta que entra a formar parte de una prestigiosa firma, solo que esta vez, no es una revista de moda. Joanna pasa a ser la ayudante de Margaret, o en otras palabras, la joven que sedujo a Brad Pitt en Érase una vez en… Hollywood es la secretaria de la teniente Ripley. Margaret Qualley y Sigourey Weaver, por si no ha quedado claro, son la clara mezcla de novata contra veterana (en todos los sentidos). La cinta de Philippe Falardeau (ya que es director y guionista) tiene sus tópicos, pero por otro lado sabe por dónde ir a la hora de mover cosas tan míticas como las reacciones a El guardián entre el centeno o el mito de Salinger. Las anécdotas de Rakoff son interesantes, sin embargo Falardeau no se tira a la piscina, ha sido bastante conservador en el guion, lo que nos lleva a que la película se queda en tierra de nadie durante cierto tiempo. No obstante, lo que sí deja claro es que uno no ha de traicionar sus principios y que no hay que crecer a la sombra de nadie. Y es que eso no solo queda claro a nivel argumental, sino también a nivel técnico, ya que en las tres primeras cuartas partes del metraje predominan claramente los planos medios. Parece que el personaje nos está pidiendo a gritos que necesita salir de esa situación y ampliar su vida.
Joanna se muda a Nueva York con la esperanza de evolucionar y convertirse en escritora, cosa que la cinta deja clara desde el principio con el monólogo inicial. Sin embargo la necesidad la lleva hasta la agencia y la agencia a contestar con monótonas respuestas a las cartas de los admiradores de Salinger. Cansada de la situación ella decide personalizar las respuestas y esto la lleva a un punto de inflexión ¿debe seguir su sueño como escritora o llevar una vida laboral acomodada en la agencia? Además, el diseño de toda la producción ha sido muy cuidada, el mundo literario que han recreado invita a la añoranza, los miedos de la gente de la “época”, el rechazo a los ordenadores, el placer de tener un libro en las manos y pasar las páginas hacia delante o hacia atrás. Las conversaciones a cámara, casi como una confesión, de las personas que escriben esperando una respuesta o la escena (casi) final perfectamente coreografiada en el hotel, un baile que muestra el punto de inflexión en la vida de Joanna haciéndole saber que tiene que coger las riendas de tu vida y que es hora de empezar otra etapa.
En definitiva, Sueños de una escritora en Nueva York está cargada de buenos sentimientos y pasión por lo que uno hace.