10 de octubre de 2024

Berlinale 2014: Día 6. Esquizofrenia

Cosas locas y soldados buenos en Berlín.

©Bjoern Kommerell

Joder, de veras que estoy convencido que el mundo no necesitaba especialmente, así como con urgencia digamos, otra película sobre talibanes malvados y heroicos soldados que ponen el respeto por la vida por encima de la insensible y mecanicista institución en la que ejercen su labor. O quizás sí que hacen falta pero no tan marcadamente maniqueas, tan superficiales, de un discurso tan poco comprometido con algo, con cualquier cosa, como el de In between worlds, la película que abría la jornada de hoy en el Berlinale Palast y gracias a la cual hemos aprendido que existen buenos y malos, que la vida de las personas importa y que las guerras son una cosa espantosa. Tampoco arregla el tema «mensajes para señoras impresionables» una dirección bastante ilegible y sumamente torpe en su caligrafía de las escenas de acción (que no hay muchas) o de tensión (que tampoco, pero sí con pretensiones de ello) o con un guión donde impera más el efectismo que la coherencia. Estamos empezando a cogerle miedo a estos pases mañaneros de pelis alemanas, ya se imaginarán.

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Avalada por el prestigio festivalero del cine brasileño y por la cercanía habitual de la Berlinale con los temas comprometidos socialmente (aquí, la homosexualidad), se esperaba el film de Karim Ainouz como uno de los posibles favoritos al Oso de Oro y vaya, puede ganar el Oso de Oro pero desde luego no ganará «nuestro» Oso de Oro, me explico: lo preocupante de Praia do futuro es, adivínenlo, su naturaleza profundamente esquizofrénica, es decir que sus imágenes y su texto siguen caminos divergentes e incluso opuestos. La película cuenta el romance de Donato, un socorrista de una playa brasileña, y Konrad un turista trotamundos berlinés. La cosa funciona a base de oposiciones y utilizando el agua como metáfora, frente al sensual clima y el bravo mar de la costa de Fortaleza, el frío y el líquido elemento estancado en acuarios y piscinas de la capital germana. Bien, si el texto siguiera el mismo camino que marcan las imágenes deberíamos obtener como resultado que lo primero simbolizaría la libertad de lo salvaje y lo segundo la constricción de las normas y lo establecido, más cuando en ningún momento la película da a entender, muestra o sugiere cualquier tipo de homofobia local con respecto a la identidad sexual de nuestros protagonistas en su romance carioca, pero lo que la película sí da a entender (en cuanto a su texto) es exactamente lo contrario, que Beto no conoce la libertad hasta llegar a Berlín, los porqués corren a cargo de los espectadores así como la certeza de esta paradoja entre lo que se muestra y lo que se dice, en fin, aquello de la coherencia visual, ya saben.

Someone you love

Cerrábamos la jornada con la película Someone you love de la directora danesa Pernille Fischer (En Soap, En familie), una dramedia resultona y un tanto amable que cuenta la historia de un cantautor que ha utilizado la música como refugio y lugar de protección contra el mundo hasta que las circunstancias le obligan a derribar dicha barrera. La cosa va de sentimientos, de los buenos y de los no tanto, funcionando a ratitos bastante bien. Resulta tópico decir esto pero en las pelis de este cariz se depende bastante de lo que puedan ofrecer sus actores, la verosimilitud que otorguen a representar sentimientos complejos y tanto Mikael Persbrandt como Trine Dyrholm (ésta con un papel más pequeño) están especialmente estupendos, lo del actor sueco especialmente sería para llevarse el Oso de plata a la mejor actuación masculina… si estuviera en la Sección Oficial (en realidad la película forma parte de Berlinale Special). En fin que lo que decíamos antes de la coherencia aquí sí funciona por lo que dejamos de preocuparnos por un rato por la salud mental ajena y por la propia de paso.

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